Maddison es una joven que ha sido maltratada por la vida y rescata a un desconocido que se convertirá en su salvador pero también en su verdugo, el le enseñará el amor apasionado, pero también le enseñará qué ose debe confiar en desconocidos, No todos tenemos un corazón bondadoso, pero esta lección dejara su alma herida y su corazón destrozado
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CAPÍTULO 7
—Llegaste Maddison. Ven acá. —le dijo él y sin ni siquiera saludarla comenzó a besarla. Ella le correspondió y se subió en su cintura.
Él la llevó a su habitación e hicieron el amor toda la tarde; descansaban por ratos y volvían a empezar. Él quería saciarse lo más que pudiera. En el fondo de su corazón, estaba un pequeño sentimiento que él, se negaba a dejar crecer.
Ella se sentía feliz, pero también sentía que algo en él había cambiado. Ella no lograba ver ese rastro de ternura en sus ojos, todo lo contrario, parecía que él evitaba verla directo a ellos.
En ese momento, él se levantó de la cama y caminó hasta el baño, se duchó y ella se levantó para acompañarlo. Pero se sintió triste, al darse cuenta de que él había cerrado la puerta por dentro, lo que le indicaba que él no deseaba su compañía.
Maddison no le dio importancia y volvió a acostarse. Algunos minutos después él salió del baño y entonces ella se acercó, lo miró al rostro y le sonrió, cuando se cruzaron en la puerta, pero él descaradamente la ignoró.
Ella suspiró y entró a bañarse. No entendía a qué se debía su cambio de actitud. Pero le daría su espacio. Tal vez se sentía abrumado o tal vez recordó algo. Ella esperaría un poco para hablar con él. Entonces decidió disfrutar un rato más del agua y la tranquilidad que le transmitía.
Después de relajarse, tomó su toalla y cuando salió a vestirse, él ya no estaba en la habitación.
Ella se vistió solo con una camisa de él y salió hacia la cocina, para darse cuenta de que él había salido de la casa. Ella sintió un vacío en el pecho, pero se esforzó por ignorarlo. Regresó la habitación, se acostó a ver la televisión y se quedó profundamente dormida.
Mientras tanto, Toretto se había marchado al burdel. Estaba sentado en la barra, tomándose unos tragos. Necesitaba alejarse de Maddison, solamente quería tenerla en la cama estos últimos días y debía evitar encariñarse con ella.
Entre trago y trago, ya se había tomado una botella de whisky. Entonces, fijó su vista en la rubia con la que había estado anteriormente. Ella al verlo no dudó en acercarse a él. La chica sin perder tiempo, comenzó a besarlo y a tocarlo, al lograr excitarlo pidieron una habitación.
En esta oportunidad, su cuerpo cedió totalmente, estaba dominado por el licor. Él veía a Maddison, pero más atrevida y eso lo enloquecía. La chica se dejó hacer todo.
Él era muy rudo, pero ella estaba acostumbrada. Hasta la puso en cuatro y la embistió por detrás. La chica emitió un grito de dolor, ella sentía que la desgarraba por dentro, pero igual lo disfrutaba. Él usaba preservativo, pero era tan rudo que le daba miedo que se rompiera. Ellos derrocharon lujuria y pasión.
Disfrutaron casi toda la noche, hasta que él cayó exhausto a su lado y Morgana se despertó cuando el sol entró por la ventana.
Ella disimuladamente le tomó una foto a su cliente preferido. Quería mostrárselo a Chucky, para que viera que todos sus clientes no eran viejos y desagradables.
Morgana se levantó temprano, sabía que debía ir a la universidad, pero le dolía todo el cuerpo, por eso decidió faltar.
En ese momento, Toretto se despierta y al ver la claridad, se da cuenta de que ya amaneció y se levanta furioso.
—Maldita sea, ¿por qué me dejaste, dormir tanto? Y ¿por qué amaneciste conmigo?
—Pero muñeco, estuvimos toda la noche amándonos. Apenas descansamos un par de horas.
Él no le respondió, solo buscó su ropa y se vistió. Debía llegar a la casa antes de que Maddison se fuera. Mientras caminaba por la avenida, revisó su teléfono, tenía una llamada perdida de Maddison y un mensaje:
📲 📨—Disculpa el atrevimiento. Solo quiero saber si estás bien. Me quedé preocupada porque no llegaste a dormir.
Él sintió algo de culpa y remordimientos, pero no quería admitirlo. Entonces le respondió de mala gana.
📲📨—No tienes porque, estoy bien. Sigue en lo tuyo.
Ella leyó el mensaje y su corazón se rompió. Pero no podía aferrarse a él. Entonces se levantó, se vistió y fue a la universidad. En el fondo, ella sabía que su felicidad con él, era temporal, pero nunca pensó que le durara tan poco y menos que terminara de esta manera.
Ella se imaginó que él recuperaría la memoria y que tendrían una bonita despedida, antes de que él se marchara. Pero todo, era culpa de su tonto corazón o mejor dicho de su falta de cariño.
En realidad, después de la muerte de su padre. Toretto era la única persona que le había brindado un poco de cariño, por eso ella se había ilusionado con él.
Pero ella era una mujer fuerte, que había pasado por mucho y se había mantenido en pie. Entonces, dos días de cariño con un extraño, no eran suficientes para destruirla.
Maddison se limpió las lágrimas que comenzaban a salir y siguió su camino. Cuando iba llegando a la parada del bus. Vio al colectivo detenerse y se encontró con él que se venía bajando, cuando ella iba a subir.
Afortunadamente, había una puerta para bajar y otra para subir por lo que no se encontraron de frente. Era evidente que él la había visto, pero una vez más la ignoró.
Maddison llegó a la universidad. Entró a sus clases, aunque no lograba concentrarse en ninguna y para completar su mala suerte su única amiga no había asistido. Ellas siempre fueron muy cercanas.
Morgana conocía toda su historia, porque su madre, era quien había llevado a Maddison al hospital, aquel maldito día.
Luego de terminar las clases. Maddison se fue al Bar - Restaurante y trabajó todo el día.
Después se ofreció para quedarse con Alberto hasta ayudarlo a cerrar, lo que pasó de la media noche, y él en agradecimiento se ofreció a llevarla hasta su casa.
En el camino ellos conversaron de cosas triviales y a los pocos minutos, ya estaban en la entrada de su casa.
Ella se despidió y cuando bajó del auto, escuchó que abrieron la puerta de la casa y ahí estaba el hombre de sus sueños esperándola.
Ella entró a la casa y ni siquiera lo saludó. Dejó su bolso en la mesa y caminó directo a su habitación, se metió al baño, después se vistió y se acostó.
Estas acciones, molestaron un poco a Toretto, pero sabía que ella tenía muchas razones para estar molesta con él.
Pero eso no le importaba, porque él no tenía intenciones de dejarla descansar. Estaba a solo dos días para irse y obtendría de ella todo cuanto fuera posible.
Porque a pesar de saber, que ya podía tener intimidad con otras mujeres. Él estaba claro que al final, solo podía hacerlo pensando en ella.
Toretto se acostó detrás de ella y la abrazó, la volteó hacia él y le susurró al oído:
—Perdón Maddison, sé que no debí tratarte así. Pero la verdad, es que me envicié en el casino y no me di cuenta de la hora.
—Tranquilo que no me debes ninguna explicación. Discúlpame a mí, porque no debo tomarme atribuciones que no me corresponden.
—No digas eso, y ya no estés molesta conmigo, cielo. —le susurró al oído, mientras le mordía un poco el lóbulo de la oreja.
Maddison emitió un pequeño gemido y él le sonrió. Ella sin poder resistirse a esa sexy sonrisa lo besó y sin poder evitarlo cedió a sus deseos y ahí estaban fundiéndose en uno solo. Cuando terminaron ella se caminó hacia el baño y él la acompañó.
Debajo de la ducha hicieron de nuevo el amor. Después, ya no tenían ganas de dormir. El sueño se había esfumado. Entonces se sentaron en la cama y Toretto la abrazó por la espalda.
—Maddison ¿no tienes, sueño? —le preguntó, mientras le besaba el hombro.
Ella negó con la cabeza y él le sonrió
—Yo tampoco. ¿Por qué no me cuentas tu historia? Claro, si quieres.
Ella asintió y se sentó frente a él, mirándolo fijamente a los ojos.
—Lo haré, pero prométeme que jamás se la contaras a nadie. Será nuestro secreto. Ah y otra cosa, no me interrumpas, porque si paro después no querré continuar.
—Lo juro —le dijo Toretto, levantando la mano derecha, en señal de compromiso adquirido.
Ella respiró hondo como tomando valor y comenzó a hablar:
—Cuando nací, mi madre me dejó abandonada en el hospital el día de mi nacimiento. Al parecer nací prematura y debía permanecer en la incubadora, pero mi madre fue dada de alta y debía regresar todos los días a alimentarme. Pero en realidad, ella nunca regresó.
Maddison dejó salir sus primeras lágrimas y Toretto la abrazó.
—Continúa —le susurró él al oído.
Maddison secó sus lágrimas y continuó.
—Afortunadamente, la enfermera que me cuidó se había encariñado conmigo. Ella era joven y estaba casada con un buen hombre llamado August Pearl. Ellos gestionaron todo y me adoptaron.