Después de una larga y feliz amistad llega un penoso y accidentado matrimonio para terminar en un frío y amargo divorcio
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Libertad
Philen la encontró en una terraza, era la imagen más hermosa que alguna vez había visto en su vida.
La larga figura de la mujer bañada en el brillo de la luna con un espléndido jardín de fondo, el clima era un poco fresco y había una suave brisa.
El cabello de Isabella volaba un poco y el aroma de las flores inundaba el lugar.
Philen se quedó de pie anonadado por lo que estaba frente a sus ojos, una visión tan hermosa, como una diosa reencarnada.
Isabella sintió la mirada de alguien, así que giró la cara y se encontró con la sonrisa sincera de Philen.
— Hace un poco de fresco, deberías cubrirte o te enfermaras.
Mientras Philen hablaba de forma casual se quitó el saco y lo coloco sobre los hombros de Isabella.
– La luna está hermosa, me gusta este aroma también – Bella siguió mirando la luna.
— Yo también estoy enamorado de está visión – respondió con voz suave, casi un susurro.
Mientras Bella miraba la luna, Philen miraba a Isabella.
— ¡Isabella! ¡ Isabella! – se escuchó la voz de alguien atrás de ellos.
Por instinto volteo a ver de quién se trataba, era Massimiliano quién la llamaba.
El rostro tranquilo de Bella se tenso al ver a Massimiliano acercarse a ellos.
— Aquí estás, te he buscado por todos lados.– dijo Massimiliano.
— Si, note que estabas tan preocupado por mí– sus palabras tenían un toque de ironía– he salido a tomar aire, dime ¿qué necesitas?
— Nada, solo quería saber cómo te encontrabas, quiero hablar contigo por un momento por favor.
La mirada de Massimiliano se clavó en Philen, lo que quería decir a Isabella no era algo de la incumbencia de Philen, así que no continuaría hablando hasta que el " intruso" se alejará.
— Querido Phil, puedes decirles a mis padres que estoy bien, en unos momentos voy a despedirme de ellos.
— Bella aún no hemos podido charlar.
— Lo sé, lo sé, lo haremos mañana por la mañana.
— Bien, estaré en la mesa con tus padres.
El corto intercambio de palabras dejó claro que estaban ignorando a Massimiliano, cuyo rostro a cada momento se hacía más frío y molesto.
Philen paso al lado de Massimiliano, dejando una mirada de irritación.
Massimiliano también lo miró con una mirada penetrante, pero Philen no le tenía miedo, así lo amenazará de forma directa, Philen ya no le temía como años atrás, Massimilano era feroz pero Philen estaba enamorado y el amor te da fortaleza, aún si no es correspondido.
— ¿Para qué me buscabas?
— De repente te alejaste de mí.
— Ja, ¿querías que siguiera de pie siendo ignorada por la linda familia de tres?
— No quise ignorarte, solo...
— Solo tienes un hijo con la mujer que tanto añoras y tú vida está de cabeza.
— No es así, yo ahora tengo que reconocer a mi hijo.
— Reconocelo, pero cuando hagas eso yo estaré fuera de tu vida.
Isabella miró directo a los ojos a Massimiliano, sus palabras sonaban como una amenaza, pero realmente eran un aviso de lo que estaba por venir.
— Sé que estás molesta, tampoco esperaba que Eloísa tuviera un hijo mío, pero las cosas son así – respondió molesto.
— Ya habías hablado con ella, un cariñoso reencuentro en el estacionamiento de la empresa, solo hubo abrazos y caricias que olvidó decirte que tiene un hijo tuyo...
Massimiliano se quedó petrificado, Isabella si lo vio con Eloísa, ahora tenía que investigar que tanto había escuchado ella.
— No te rompas la cabeza, un matrimonio no puede ser llevado solo por una persona, el amor de uno no basta, así que te doy tu libertad.
— ¿¡Qué!?...¿a qué te refieres con darme libertad?
— Que hay que explicar, me canse de años sin amor, me canse de indiferencia, ahora te doy tu libertad, reconoce a ese hijo de Eloísa, y a todos los niños y niñas que hayas dejado en el camino.
Massimiliano estaba en blanco, no imaginó escuchas a Isabella con un tono tan frío y relajado, ella se desligaba de él y sus años de matrimonio como si ya no significarán nada.
En su interior se sintió ofendido, esperaba una escena de drama y reclamos, pero no llegaron, parecía que a Isabella se le hubiera congelado la sangre y corazón, su mirada había cambiado.
Lo que Massimiliano no sabía era que Isabella de sentía morir en su interior.
Massimiliano se acercó de forma violenta a Isabella, la tomo por el brazo y abrió la boca
Parecía que estaba por estallar en gritos, pero una voz infantil lo detuvo.
— Papá, papá...– Emiliano llegó junto con Eloísa.
Massimiliano soltó el brazo de Isabella y giró en dirección del niño.
— Papá, te he estado buscando.
— Emiliano ¿qué pasa?
— Papá, todos mis amigos que tienen un papá y una mamá juntos me han dicho que cuando salen a una fiesta siempre bailan juntos, quiero ver a mí madre y a mi padre bailar juntos.
El niño se acercó y tomo la mano de Massimiliano y la unió a la mano de Eloísa, un ligero rubor apareció en sus mejillas.
— Emi, tu papá está ocupado, no hay que molestarlo – dijo tímidamente Eloísa.
El niño que había ignorado en todo momento la presencia de Bella levantó su vista y vio a la mujer de pie junto a su padre.
— Lo siento señorita, estaba muy emocionado – dijo de forma educada.
— No te preocupes, la charla entre tú papá y yo se terminó – Isabella pasó junto al niño a quien le dio una calida sonrisa, la sonrisa se borró cuando paso junto a Eloísa – dejó a la familia que disfrute el resto de la feliz velada.
Massimiliano quería detener a Isabella, quería abrazarla y pedir perdón por la llegada de ese niño, pero solo se quedó de pie mirando a la mujer.
— Papá, tu amiga es muy bonita – dijo Emiliano.
— Si, ella es muy hermosa – respondió de forma mecánica.
Ambos miraron la figura caminar por el pasillo de regreso al salón, la luz caía sobre el estilizado cuerpo de Isabella que caminaba como si fuera la dueña del mundo.
Eloísa jalo el brazo de su hijo para que dejará de contemplar a la mujer.
— Se siente un poco de fresco, es mejor entrar – dijo Eloísa para despertar a Massimiliano.
El hombre miró con molestia a Eloísa, ella se congelo ante su mirada, no esperaba que Massimiliano la mirara así, como si entre ellos no hubiera nada, la fría y distante mirada que antes estaba dirigida a Isabella ahora ella misma la sentía.
— Está bien, vamos adentro y lo siento Emiliano, no puedo bailar con tu mamá, ya estoy muy cansado.
El niño puso una cara triste pero no insistió.
Cuando entraron nuevamente al salón Massimiliano busco con la mirada a su esposa, pero ya no estaba.
Se le acercó Otto D'Angelo, señor, su esposa se acaba de retirar, pidió que le dieran el aviso, estaba muy cansada, se veía pálida.
— Gracias, el señor Castelli ¿también se retiró?
— Si, salieron juntos los padres de su esposa y ella.
— Esta bien, también me retiró, gracias por la invitación.
Massimiliano se despidió del anfitrión y se disponía a retirarse, pero una pequeña mano lo detuvo.
— Papá, ¿cuándo te volveré a ver?
Massimiliano tenía que poner su cabeza en orden pero no lograba pensar claramente, solo pensaba en Isabella de pie en la terraza con una linda sonrisa colgada de sus labios, pero está vez la sonrisa no era para él, era para el hombre que ha estado detrás de ella por años. El cual tampoco permanecia en la fiesta.