"Me cruce por su camino una vez... Solo una vez. ¿Suerte, casualidad o destino?. No lo sé. Pero desde que eso ocurrió conocí al hombre que cambio mí vida..."
Renzo Leone (27 años) es un poderoso mafioso de Grecia: Inteligente, despiadado, sin corazón y frío asesino, todo eso se oculta detrás su fachada de ángel hermoso. No dudo el matar a sus enemigos con sus manos. Inmensamente temido en el mundo de la mafia y aún peor que no portaba debilidades por dónde atacar, logro poner su apellido por encima de todo el mundo tanto así que cualquiera temblaba la oírlo.
Melina Brown (20 años) una dulce joven introvertida de EE.UU que vive bajo la maldad de su mamá, quien la odia por ser hija de una infidelidad de su parte hacia su marido. Con la culpabilidad de haber arruinado la vida y el matrimonio de su madre, jamás presto atención al hecho que estaba siendo vigilada sino hasta muy tarde. Su verdadero padre hará su aparición cuando intenta rehacer su vida.
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7. AYUDA
1 DE DICIEMBRE 2.022
• A LA MAÑANA SIGUIENTE •
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RENZO
Conduzco hasta la juguetería de nuevo, necesito aunque sea verla. ¿Por qué?, no lo sé. Solo desperté con la necesidad de verla.
Bajo de mi auto y cruzo la calle en dirección hacia ella. Al entrar me dispongo a buscarla, pero me detengo al escuchar una conversación.
–. Por favor. ¿Ella no vino a trabajar? –pregunta una niña.
–. Extrañamente no –niega el hombre–. Tiene la costumbre de...
–. Si pero siempre llega –dice una joven–. Melina jamás hace nada como esto.
Me detengo en ese momento. ¿Melina?.
–. ¿No tiene otro trabajo aparte de este? –pregunta otra chica–. Ella me dijo que trabajaba en un bar.
–. Si, es mesera –afirma la muchacha–. Pero jamás había hecho algo como irse sin avisar.
–. Por favor, mí hermana es lo único que tengo –dice la niña.
Su hermana... Florencia. Miro a la niña, se nota que ha llorado por los hinchados y rojos que están sus ojos.
Decido salir de la juguetería y esperar apoyado en la pared de la tienda aunque haga frío, minutos más tarde salen ambas de la tienda y pasando por enfrente mío.
–. Oigan, esperen un momento –las detengo.
–. ¿Disculpe? –me dice la muchacha–. ¿Que quiere?.
–. ¿Están buscando a Melina? –pregunto–. ¿Por qué?.
–. Disculpe pero no creo que ese asunto no le concierne –dice ella.
–. Si la estamos buscando –dice la niña–. Es mí hermana. ¿La conoce?. Desde ayer que no aparece.
–. Si, la conozco –le sonrío a la niña–. Tu eres Florencia. ¿Verdad?.
La pequeña suelta la mano de la muchacha y se lanza a mis brazos. Me paralizó, hace tiempo que alguien no me abraza y es que en realidad no soy fan de los abrazos.
–. Por favor, ayúdenos a encontrar a mí hermana –me mira–. Ella es muy buena, es la única familia que tengo.
–. Pronto estarás con tu hermana, linda –le digo–. Ahora acompañenme.
–. No sabemos ni quien eres –dice la muchacha.
–. Me llamo Renzo, Renzo Leone –saco mí arma–. Miren aquí.
Saco el cartucho y se los enseñó.
–. Está cargado, si notan algo raro... –se lo doy–. Me disparan, está sin seguro así que tengan cuidado.
–. Aaamm... ¿Usted a qué se dedica? –me pregunta Florencia.
–. No quieren ni les conviene saberlo –les digo–. Ahora vamos.
...****************...
Vamos en auto hacia la mansión que compre antes de llegar aquí, miro a Florencia y a la chica que dijo llamarse Katerine por el retrovisor.
–. Tu hermana trabajo en un club –digo–. ¿En cual?.
–. ¿Por qué es tan importante? –pregunta Katerine–. ¿No que la conocías?.
–. La conozco pero desde hace unos días –suspiro–. Por favor, dígame.
–. Esparta –dice Florencia–. Es el club Esparta.
–. Bien, gracias, Florencia –le sonrío.
Tomo mí celular y marco el número de Mitchel. Lo pongo en alta voz.
📱 << –. Hola, Mitchel. ¿Cómo va todo? – >>
📲 << –. Hola, Renzo... Todo bien, la mansión está lista – >>
📱<< –. Genial. Mitchel, necesito que hagas algo por mí – >>
📲 << –. Claro, hermano. ¿Que paso? – >>
📱 << –. Necesito que me consigas todas las grabaciones de las cámaras de seguridad del club nocturno Esparta y sus al rededores – >>
📲 << –. Por supuesto. ¿Buscas algo en específico? – >>
📱 << –. Si, una muchacha. Es rubia, entre 1.50 y 1.60, piel blanca y ojos azules – >>
📲 << –. ¿Nombre? – >
📲 << – Melina Brown. Trabaja de mesera en el club. Otra cosa, prepara la mansión tendremos visitas – >>
Luego de una media hora salimos a las afueras de la ciudad, hasta llegar a la mansión.
Las enormes rejas electrificadas se abren ante nosotros.
–. Llegamos, se quedarán aquí por si acaso –digo.
Estaciono el auto y bajamos, Silas sale de mansión y viene hacia mí encuentro.
–. Hermano –me saluda y mira a las chicas–. ¿Que está pasando?.
–. Tenemos que encontrar a alguien –digo y me giro hacia las chicas–. Ellas son Katerine y Florencia, se quedarán aquí. Chicas, él es un buen amigo Silas O'Neil.
–. Un placer –le dice Silas–. Mitchel está adentro, consiguió lo que pediste.
–. Genial, vamos entremos chicas –le digo.
Una vez adentro vamos hacia Mitchel. Me sorprendí al ver cómo él y Katerine se miraron.
Empezamos a ver las cámaras de seguridad.
–. ¡Ahí! –lo detengo–. Ahí está ella.
–. Bien, ya tenemos su hora de salida del club 00:23pm –dice–. Ahora programemos todas las grabaciones a esa hora o cerca.
Empezamos a verla caminar se gira varias veces como si sintiera que algo o alguien la está siguiendo. Llega a una parada de buses dónde se queda unos segundos.
En el campo de visión aparece un auto y luego transcurre la escena... Se la llevaron.
–. ¡ES ESE HOMBRE! –grita Florencia.
Nos giramos hacia Florencia, veo a mí mucama atrás de ella me hace una cara de pena.
–. ¿Lo conoces, Flor? –le pregunto.
–. Si, ese hombre fue a quien me vendió mí papá –nos dice–. Intento... pero mí hermana llego a tiempo y me salvó.
Aprieto los puños ante lo que dice. ¿¡INTENTARON VENDER A SU HIJA!? ¡QUE ENFERMOS!.
–. ¿Tus padres lo conocen entonces? –me acerco a ella.
–. Si, lo conocen –asiente–. ¿Se llevó a mí hermana? ¿La va a matar y
–. Ey, Florencia. Te juro por mí vida... –me inclino hacia ella–. Que tu y tu hermana estarán juntas. ¿Si?.
Ella me vuelve a abrazar, suelto un suspiro, es como si mí hermana me estuviera abrazando en ese momento.
...****************...
Junto a Mitchel, Silas y varios hombres nos dirigimos a la casa de los "padres", si es que así se pueden llamar, de Melina.
Tocamos la puerta, pasan los minutos y entonces un hombre abre, saco mí arma y le apunto directamente a la cabeza.
–. Hola, buenos días –sonrío.
–. ¿Quienes son ustedes? –pregunta nervioso.
–. Entremos y hablemos más tranquilos –digo–. Adelante.
Entramos a la sala y vemos a la mujer que apenas puede mantenerse en pie, la verdad es que ninguno tiene el más mínimo parecido a Melina.
Ambos se ven asustados y drogados.
–. Secuestraron a Melina –les digo.
La mujer se sobresalta en el sillón, si antes estaba asustada ahora lo está más. ¿Estará preocupada?.
–. ¿¡QUE!? –exclama y se levanta–. ¡NO, NO, NO!... ¡Dios mio!. Su padre va a matarme.
–. ¿Su padre? –pregunto–. ¿Este tipo asqueroso no es su padre?.
–. Ey... –dice.
Se levanta de su sillón y se acerca a mí. Le apunto con mi arma sin mirarlo.
–. No, no –niega la mujer–. No es su padre, él va a matarme.
–. No voy perder tiempo con eso ahora –digo–. Él hombre que se llevó a su hija fue a quien le vendieron a su otra hija. ¿Quien es? ¿Que saben de él?.
–. No mucho –niega la mujer–. Yo no sé nada –dice apunto de llorar–. No pude evitarlo... Por suerte Melina llego.
Esta mujer no quiere estar así, está pérdida en las drogas y ni siquiera tiene idea de la realidad que la rodea.
Miro al tipo que parece estar más consiente de esto.
–. Silas llevate a la mujer –le digo–. A la mansión, que se de un baño.
–. Si, señor –asiente y ayuda a la mujer a levantarse.
Salen por la puerta y su esposo se levanta.
–. ¿¡Donde se lleva a mí esposa!? –se levanta.
Saco mí arma nuevamente y lo obligó a volver a sentarse.
–. Ahora solo somos tu y yo –digo–. ¿Donde pudieron llevarse a Melina?.
–. No lo sé –responde–. No tengo la menor idea.
–. ¿Estás seguro? –me levanto–. Escucha. Soy Renzo Leone, quizás no hayas oído de mí...
–. Ángel de la Muerte. ¿Quien no ha oído hablar de ti? –dice–. El hombre que mato a su padre para ascender al poder.
–. No fue exactamente así pero me alegra que me conozco –digo–. Habla, porque pierdo la paciencia.
–. Podemos hacer un trato –dice sonriendo.
Me hecho a reír.
–. Me retracto –digo negando con la cabeza–. No me conoces nada. Yo no hago tratos –me levanto–. Sino piensas hablar...
Me giro hacia mis hombres.
–. Xéroun ti na kánoun (Saben que hacer) –les digo.
–. Málista kyrie (si, señor) –dicen.
Voy hacia la puerta para irme hasta que me detiene.
–. Tiene un rancho abandonado a un par de kilómetros –me grita–. Quizás la tenga ahí, es lo único que se.
–. Gracias, aún así –me giro hacia él–. Mereces una lección.
Le hago una seña a mis hombres... Va a aprender a respetar las mujeres.
Tiene varios enemigos