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Doce Años En La Sombra

Doce Años En La Sombra

Status: En proceso
Genre:Amor prohibido / Atracción entre enemigos / Traiciones y engaños / Venderse para pagar una deuda / Amor-odio
Popularitas:7.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Crisbella

Doce años pagué por un crimen que no cometí. Los verdaderos culpables: la familia más poderosa e influyente de todo el país.
Tras la muerte de mi madre, juré que no dejaría en pie ni un solo eslabón de esa cadena. Juré extinguir a la familia Montenegro.
Pero el destino me tenía reservada una traición aún más despiadada. Olviden a Mauricio Hernández. Ahora soy Alexander D'Angelo, y esta es mi historia.

NovelToon tiene autorización de Crisbella para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La propuesta

Elías se sentó, el cuero viejo del sillón chirrió bajo su peso. Estaba tenso, como un animal acorralado.

—D’Angelo, seamos directos. ¿Qué quiere? —preguntó, obviando cualquier formalidad.

—Me gusta la franqueza, Montenegro —respondí, dándole un sorbo a mi café, sin prisa—. La situación es simple: su empresa está en caída libre por culpa de ese ataque. La firma Mauricio Hernández tiene documentos reales, documentos que ligan a su compañía, y a varias más, con fraudes antiguos. Lo sé, porque lo investigué. Si la bolsa sigue cayendo, su empresa será liquidada.

—¡Son mentiras! ¡Son difamaciones! —protestó Elías, golpeando la mesa.

—La verdad es irrelevante cuando lo que demuestra es pánico. Y el pánico vende. —Lo miré fijamente—. Yo puedo salvarlo, Elías. Puedo inyectar el capital que necesitan, estabilizar las acciones y, lo más importante, puedo comprar el silencio de la junta directiva para que esta crisis no sea la excusa para desplazarlo.

Elías me miró con desconfianza.

—¿A cambio de qué?

—A cambio de la fusión total de nuestras compañías. No una alianza. Una absorción. La empresa Montenegro pasa a ser una subsidiaria bajo el control absoluto de las Empresas D’Angelo. Y, por supuesto, yo tomo su asiento en la presidencia.

Elías empalideció.

—¡Eso es inaceptable! ¡Usted quiere robarme!

—Usted se está ahogando, Elías. Yo le estoy ofreciendo un salvavidas. Elías Montenegro seguirá teniendo un porcentaje de acciones y un puesto como asesor, pero la toma de decisiones pasará a mis manos. Es eso, o dejar que ese "fantasma" llamado Mauricio Hernández lo borre del mapa por completo.

La sola mención de Hernández fue suficiente para ver tambalear al imponente Elías Montenegro. Él sabía que si esa verdad se supiera, su apellido quedaría enlodado y nunca se recuperaría.

Me levanté de la mesa, dejando mi taza a un lado.

—Piénselo bien. El tiempo no está de su lado. Llámeme antes de que caigan otras diez firmas y su nombre sea sinónimo de ruina.

—¿Y si me niego?

—Si se niega —dije, abriendo la puerta para irme—, me divertiré viendo a la firma Mauricio Hernández desmantelar su imperio ladrillo a ladrillo.

Salí de la cafetería con una sonrisa que no era la falsa de la gala, sino la auténtica de la venganza. Elías estaba acorralado. La fusión era inminente, y con ella, el control total.

Salí de la cafetería con una sonrisa que no era la falsa de la gala, sino la auténtica de la venganza. Elías estaba acorralado. Tenía que aceptar la fusión, pero necesitaba una razón más inmediata que la bolsa de valores para doblegarse. Necesitaba una distracción que lo asustara más que la ruina económica: su hija.

Mi siguiente paso era inminente: quitarle a su hija. Convertiría a Sofía en mi incondicional, la alejaría de su padre y la haría mía. Luego la desecharé tal cual su familia desechó mi vida. Lo siento por ella, pero su apellido era el causal de su propia destrucción.

Llamé a Sofía un viernes por la tarde, justo cuando terminaba su jornada en la fundación.

—Sé que no debería molestarte fuera del horario de caridad —dije con una ligereza que no sentía.

—No me molesta, Alexander. ¿Ocurre algo con los libros? —Su voz sonó preocupada, profesional.

—Nada de negocios, Sofía. De hecho, es todo lo contrario. Pensaba que después de tanto trabajo en la fundación, mereces una distracción. Quiero invitarte a cenar esta noche.

Hubo una pausa breve, pero lo suficientemente larga para que mi pulso se acelerara. No por nerviosismo, sino por el placer de la caza.

—No sé, Alexander. No creo que sea lo más apropiado... —empezó ella.

—Es solo una cena, Sofía. Una forma de agradecer la hospitalidad que me has brindado en la fundación —la corté, usando la táctica de la deuda social—. Además, tengo un par de ideas para conseguir más apoyo que me gustaría compartir contigo sin un folleto de por medio.

Funcionó. Mencionarle el trabajo siempre funcionaba.

—De acuerdo. Dame una hora para cambiarme.

Colgué el teléfono y sonreí al reflejo en la ventana. Alexander D’Angelo había conseguido una cita con la hija de su enemigo. El plan era sencillo: una cena, una conversación que tocara su corazón, una noche perfecta, y luego, hacerla mía. Con cada avance, la presión sobre Elías aumentaría hasta que no tuviera más opción que rendirse.

Me dirigí al armario. Elegí el traje más elegante. Si iba a conquistar su confianza para destruirla, lo haría con la imagen de un hombre del que sería imposible olvidar.

Fui en busca de mi nueva presa. Aunque estaba ansioso por verla, no me podía permitir ningún tipo de sentimientos por ella. Sofía era solo un premio de consolación, nada más. Continué repitiendo eso en mi mente como si temiera olvidarlo.

Llegué al restaurante donde la había citado. No era conveniente que su padre supiera de nuestra salida, aunque ya le había dado una razón creíble. Cuando llegué, un mesero me condujo hasta la reserva privada que había solicitado. Sofía aún no llegaba, y era lógico, pues yo había llegado antes de la hora acordada. Di algunas instrucciones y me quedé sentado revisando mi móvil.

Unos minutos después llegó Sofía. Ella entró al reservado y el aire pareció cambiar. Llevaba un vestido sencillo de color oscuro, pero se veía increíble. No intentaba lucir como la hija de un magnate; lucía elegante, pero natural. El contraste con las mujeres de la gala era enorme.

Me puse de pie de inmediato.

—Lamento la tardanza —dijo ella, con un tono sincero—. El tráfico se puso imposible.

—No se preocupe —respondí, dándole mi mejor sonrisa, esa que era cien por ciento Alexander D'Angelo—. Yo llegué antes. Por favor, tome asiento.

La ayudé a sentarse. El mesero apareció casi al instante con una botella de vino que no había pedido.

Hice un comentario sobre el vino. —Una de mis mejores selecciones —le dije para romper la tensión.

—No bebo vino, Alexander.

La respuesta fue inesperada.

—¿No? Entonces lo siento. —Hice una seña al mesero para que lo retirara, sin mostrar molestia. Era un error, un punto en su contra que anoté.— ¿Qué prefiere?

—Una copa de agua simple, por favor.

La cena comenzó con ella hablando de la fundación y las ideas que tenía para la nueva subvención. Yo la escuchaba con la atención de un inversor, sin perder de vista mis objetivos. Tenía que conseguir que se abriera, que confiara en mí. El juego de la seducción era más lento de lo que había planeado, pero la paciencia era mi arma.

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Yanet Cristina Vilugron Salazar
Felicidades excelente novela , bendiciones
Yanet Cristina Vilugron Salazar
👏👏👏👏👏
Yanet Cristina Vilugron Salazar
falta ese cabron de Felipe
Yanet Cristina Vilugron Salazar
vamos vamos chico
Yanet Cristina Vilugron Salazar
ya está todo listo
Yanet Cristina Vilugron Salazar
Viejo maldito,que se pudra en la cárcel
Yanet Cristina Vilugron Salazar
malditos desgraciados, corruptos
Yanet Cristina Vilugron Salazar
ahora a esperar el desenlace
Yanet Cristina Vilugron Salazar
Muy buena historia, felicidades autora
Yanet Cristina Vilugron Salazar
malditos desgraciados y ese padre tan horrible
ESTER CRISTINA GOMEZ RIVILLAS
Ese viejo y el Felipe son de lo peor el hijo lo que es un pelele ojalá abra los ojos
chica°mangaromantico
Jejejeje, tú tienes el poder.... por ahora
ESTER CRISTINA GOMEZ RIVILLAS
Ignacio parece que quiere a su hermana pero es un pusilánime que se deja manejar por su padre, ojalá haga lo correcto
ESTER CRISTINA GOMEZ RIVILLAS
Mónica se merece un bono por ser tan eficiente 🥰
Yanet Cristina Vilugron Salazar
que pase luego el tiempo
Yanet Cristina Vilugron Salazar
OMG 😱😱😱, ojalá ese viejo desgraciado pague por todo
ESTER CRISTINA GOMEZ RIVILLAS
Ojalá todo se salga mal nacido
Yanet Cristina Vilugron Salazar
se enamoraron 🥰🥰🥰
Yanet Cristina Vilugron Salazar
maldito viejo, bastardo
Yanet Cristina Vilugron Salazar
Bien Sofía
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