De la novela "Los hijos que me dio la vida", de la cual surgieron tantas historias con cada uno de sus personajes más relevantes, llega ahora la historia de Emma e Isabella: dos hermosas niñas que fueron la cereza del pastel y la cura para un par de almas rotas. Dos personas que fueron víctimas de la vida y de las circunstancias, pero que, juntos, sanaron y dieron vida a sus dos princesas.
Ahora, esas pequeñas han crecido. Las gemelas maravilla tienen 27 años y han vivido una vida cargada de locuras, ingenio, travesuras y momentos llenos de risa. Comparadas con sus hermanos —en especial con Duván, el más revoltoso—, ellas siempre llevaron todo al extremo. Nunca hubo tranquilidad en ese hogar, pero heredaron el corazón noble de sus padres. Aunque son mujeres alocadas, poseen muchas virtudes y una lealtad inquebrantable.
A sus vidas llegarán dos personas que les robarán la razón y harán palpitar sus alocados corazones. Acompáñenme en esta nueva aventura.
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CAPITULO CINCO
Estás hermosa _ fue lo primero que dijo al verme.
- Gracias, tu igual, estás muy guapo _ Yo también saqué mis dotes de conquista.
- ¿vamos?_ me ofreció su mano y salimos de la recepción.
Afuera había un auto esperándonos, abrió la puerta y me invitó a subir, le agradecí y me acomodé en la silla, luego él se subió y se hizo a mi lado, le dijo al conductor dónde llevarnos. El auto se puso en marcha y nos llevó a una zona bastante transitada, había restaurantes y discotecas.
El auto nos dejó, hasta donde lo permitió la aglomeración, nos bajamos, Agustín tomó mi mano, y nos dirigió a un hermoso restaurante típico, allí nos dieron una mesa enseguida, nos pasaron el menú, y comenzamos a ver las opciones.
- Si quieres, me dices que tipo de alimentos no te gustan, y dependiendo de eso, te puedo recomendar algo para que comas, te invité a este lugar porque quería que probaras la gastronomía de nuestro país, sé que vas a probar más cosas, pero créeme, Colombia es un país multicultural, empezando por el acento de cada región, su gastronomía, cultura, hay mucha diversidad, no quiero que te vayas sin probar lo que te puede ofrecer este lugar_ yo asentí.
- gracias, me encantaría que hicieras eso por mí, y no te preocupes, como de todo_ dije.
- Ok, eso es bueno, entonces haré el pedido _ enseguida llamó al mesero, el chico apuntó cada cosa que pidió, y en menos de media hora, ya teníamos gran variedad sobre la mesa.
Desde tamal, lechona, viudo de pescado, también trajeron achiras, almojábanas y una deliciosa copa llena de avena, afortunadamente, Agustín solo pidió un plato de cada cosa, no sé cómo habría podido comer todo sola, pero estaba delicioso.
- ¿Te gustó?_ asentí mientras limpiaba mis labios con la servilleta.
- Si, muchas gracias, de verdad me encantó, ¿y ahora que haremos? _ pregunté con inocencia.
- Eso significa que te ha encantado mi compañía _ dijo.
- Lo admito, me gustas... Me gusta mucho tu.. Tu compañía _ dije rápidamente, pero él alcanzó a escuchar, en ese momento sentí mis mejillas arder.
- a mí también me gustas... Digo, me gusta tu compañía _ utilizó el mismo juego de palabras _ ven, ahora vamos a tomar algo un poco más fuerte, aquí se baila mucho, ¿sabes bailar?_ preguntó.
- Un poco, hago mi mejor esfuerzo, pero si tú me enseñas, podré mejorar _ el sonrió.
- Está bien, pero te advierto, soy un profesor muy estricto_ dijo con un toque juguetón.
- Prometo darte muchos problemas para saber cuál será mi castigo _ dije juguetonamente y me levanté de la silla, caminé en dirección a la salida, ya el había pagado la cuenta.
Luego escuché sus pasos detrás de mi, de nuevo me tomó de la mano y caminó a mi lado, dimos un breve paseo y llegamos a una discoteca, se veía bastante bonita y animada. Entramos y fuimos al área privada, allí habían unos puff y una mesa de centro, nos llevaron la carta y elegimos nuestras bebidas. Pedí un mojito, es mi preferido, me ofrecieron uno de maracuyá, nunca antes lo había probado, ni sabía que existía. Pero cuando me lo trajeron, me dejó encantada.
_ ¿te gustó?_ preguntó al ver qué no dejaba de beber mi cóctel.
- Está delicioso, a mi hermana le habría encantado probar esto_ le dije.
- que bueno, después la invitas, por ahora, disfrutemos tu y yo, ya mañana te vas, y aunque quisiera volver a verte, no sabemos si será posible _ dijo y un golpe de realidad llegó a mi abruptamente.
- Si, lo sé, lo único feo de este viaje, es dejar atrás a personas tan agradables como tú, me encantó conocerte_ dije con sinceridad.
- yo igual _ en ese momento sonó una melodía de un "merengue" como el me dijo que se llamaba, me tendió su mano, yo la tomé y me llevo a la pista.
Al principio no coordinaba muy bien, pero luego agarré su ritmo y puedo decir que hice un buen trabajo, por lo menos nuestros pies no chocaron tanto, y nos movimos con fluidez al ritmo de la música, sus manos divagaron por mi cuerpo, sin ir más allá y sobrepasar los límites, aunque dentro de mi, quería que lo hiciera, pero no quiero verme necesitada. Yo también me permiti tocar su cintura y espalda, mientras nuestros cuerpos se juntaban sin dejar el más mínimo espacio entre nosotros.
La melodía acabó, dejándome una sensación de vacío en mi pecho, tuvimos que separarnos, un nuevo ritmo comenzó a sonar, era un reggaeton, y ese se baila, aquí y en la china, se mover mi cuerpo a la perfección con este ritmo. Miré a Agustín, y supe que el tampoco quería detener nuestro momento de diversión, lo estaba disfrutando igual que yo, quizás por la cercanía que nos permitió tener.
Comenzamos a bailar, al principio lento, luego nuestros movimientos se empezaron a volver intensos, nuestras piernas entrelazadas, sus manos en mi cadera, y mis brazos reposando en sus hombros, hizo que crearamos una atmósfera más íntima y cercana, en un instante, nuestras mejillas se rozaron y se juntaron, podía escuchar su respiración y el tarareo suave de él cantando la canción, eso me elevó al siguiente nivel, empecé a alejarme suavemente, hasta que nuestras miradas se cruzaron, por un momento todo a nuestro alrededor se detuvo, no había nadie más a nuestro alrededor, solo él y yo. Acercó su rostro lentamente al mío, y al cortar distancia, juntó nuestros labios.
Fue la armonía perfecta, nuestros labios encajaron perfectamente, es como si hubiesen sido hechos para estar juntos, por un instante mi corazón dolió, por qué esto iba a ser algo efímero, algo pasajero, con kilómetros de distancia que nos separarían, pero quería aferrarme a esta nueva sensación, que aunque tenía la experiencia suficiente para no caer en un momento como estos, sencillamente nada era igual, no había ni la más mínima comparación a experiencias pasadas.
La música finalizó, y la burbuja se rompió abruptamente, Agustín y yo nos separamos y avergonzados, regresamos a nuestros lugares, nos sentamos y continuamos bebiendo los cócteles, él, cada tanto, me miraba y sonreía, hasta que por fin, él tuvo la valentía de hablar, una valentía que yo no tuve.
- Creo que debemos hablar, me atraes demasiado, y quiero verte otra vez _ dijo con determinación