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HE RENACIDO PARA CAMBIAR LA HISTORIA.

HE RENACIDO PARA CAMBIAR LA HISTORIA.

Status: Terminada
Genre:Romance / Padre soltero / Traiciones y engaños / Reencarnación / Completas
Popularitas:37.9k
Nilai: 4.9
nombre de autor: CINTHIA VANESSA BARROS

Lila, una médica moderna, pierde la vida en un ataque violento y reencarna en el cuerpo de Magdalena, la institutriz de una obra que solía leer. Consciente de que su destino es ser ejecutada por un crimen del que es inocente, decide tomar las riendas de su futuro y proteger a Penélope, la hija del viudo conde Frederick Arlington.
Evangelina, la antagonista original del relato, aparece antes de lo esperado y da un giro inesperado a la historia. Consigue persuadir al conde para que la lleve a vivir al castillo tras simular un asalto. Sus padres, llenos de ambición, buscan forzar un matrimonio mediante amenazas de escándalo y deshonor.
Magdalena, gracias a su astucia, competencia médica y capacidad de empatía, logra ganar la confianza tanto del conde como de Penélope. Mientras Evangelina urde sus planes para escalar al poder, Magdalena elabora una estrategia para desenmascararla y garantizar su propia supervivencia.
El conde se encuentra en un dilema entre las responsabilidades y sus s

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Capítulo 5: La desconocida.

La oscuridad de la noche todavía no había desaparecido por completo. Una densa neblina envolvía la ciudad como una manta húmeda, trayendo consigo el aroma de madera mojada, carbón ardiente y secretos mal ocultos. En la colina más elevada, detrás de las ventanas iluminadas de una lujosa mansión, se estaba dando una pelea silenciosa. En el interior de esa casa de mármol y cortinas trabajadas, la atmósfera era pesada. Ni el susurro del viento se atrevían a entrar.

Dentro del salón principal, un grito se ahogó entre las acolchadas paredes. En el suelo, una joven temblaba. Su cuerpo delgado estaba arrodillado sobre las frías baldosas, con las rodillas ensangrentadas y el rostro cubierto por un desordenado velo de cabello rubio, sucio. Lloraba en silencio. Cada lágrima caía sobre la seda manchada de su vestido.

—¡Basta ya, por el amor de Dios! ¡La vas a matar! —gritó una anciana desde un rincón de la sala, sosteniendo una copa de brandy con ambas manos. Su voz temblaba tanto como el cristal que sostenía.

El hombre que dominaba el espacio —alto, con mandíbula cuadrada y ojos llenos de ira— se volvió lentamente hacia ella. Su camisa estaba arrugada, la corbata mal atada y sus puños… manchados de sangre.

—¿Y de qué sirve viva si no tenemos con quién casarla? ¡Nos ha traicionado!

La anciana no respondió. Solo miró a la joven, que intentaba levantarse sin éxito.

—Aún hay esperanza —dijo la madre, avanzando con decisión. Su voz carecía de compasión, solo mostraba cálculo. Llevaba un vestido de satén negro y joyas ostentosas para esa hora. Su expresión no reflejaba ternura.

—¿Ah, no? —gritó el padre, lanzando un cojín al suelo con rabia—. ¿Qué noble va a querer a una mujer en desgracia? ¡Y sin fortuna para ofrecer!

Ella lo miró con una frialdad que congelaba la sangre.

—Conozco a uno.

El salón cayó en un silencio absoluto. Hasta el tic-tac del viejo reloj de pared parecía haberse detenido.

—¿A quién? —preguntó el hombre, levantando una ceja.

—Al conde Arlington.

Un parpadeo lento. Una mirada incrédula. El nombre flotó en el aire como una amenaza.

—¿El viudo? ¿Ese doctor solitario que vive entre los muertos y nobles enfermos?

La mujer asintió.

—Así es. Vive recluso. No asiste a bailes, no tiene familia. Su hija es su único vínculo con el mundo. Es vulnerable… ideal.

En el suelo, la joven alzó la vista por primera vez. La sangre en su labio inferior le daba un aire trágico. Pero en sus ojos… había algo más. Determinación. Cálculo. Astucia. Ella comprendía el plan.

—¿Y cómo planeas acercarla a él? —preguntó el padre.

La madre sonrió.

—Una chica desdichada, una narrativa melancólica, un alma generosa… y un incidente inesperado. Nada provoca más simpatía en un hombre viudo que una mujer que ha sufrido maltrato y está huyendo de su hogar.

Él no dijo nada, pero tampoco se opuso. Y eso fue suficiente.

El amanecer no ofrecía consuelo en las tierras del conde Freddy Arlington. La neblina se aferraba a los árboles como un lamento interminable. La humedad se filtraba por cada resquicio del bosque y el lago mostraba un cielo gris y sombrío.

El conde iba en su carruaje por el camino de piedra que bordeaba la colina, solo se escuchaba el relinchar firme de los caballos. Había dormido solo un par de horas, y su mente estaba llena de pensamientos sobre como salvar a un joven que había perdido la esperanza y no tenía una enfermedad que nunca antes habían visto. Sin embargo, su corazón latía con la misma frialdad de siempre.

Hasta que algo rompió la rutina.

Una mujer apareció entre la neblina, cruzando el camino de piedra como si fuera una aparición perdida.

—¡Dios mío! Dijo el cochero.

El chillido de los caballos se escuchó como un estruendo. Pero fue demasiado tarde. El impacto fue seco. El cuerpo de la mujer cayó como una muñeca quebrada, rodando hacia el borde del sendero.

El conde salió del coche y corrió hacia ella. Su corazón latía con fuerza en su pecho. Se arrodilló junto al cuerpo sin vida. No estaba muerta. Respiraba. Sangraba por la frente, y sus brazos estaban surcados de cortes profundos. Su vestido, si así se le podía llamar, estaba rasgado. Las marcas de abuso eran claras, incluso con la tenue luz de la mañana.

Sus dedos entrenados buscaron el pulso. Era débil pero constante. Los párpados de la joven se movieron levemente, pero no despertó.

Freddy Arlington inhaló profundamente. No había tiempo para dudas.

La levantó con cuidado y la colocó en el asiento de atrás del carruaje. Ajustó su abrigo sobre ella para cubrir la parte de su cuerpo que estaba expuesta y se sentó al volante. Esta vez, no se dirigió al castillo.

Tomó el camino hacia el hospital.

No era médico solo por amor a la medicina, sino por instinto. Había salvado cientos de vidas. Esa joven… sería una más.

Entre la espesa vegetación del bosque, ocultos entre los arbustos, dos figuras observaban. Uno de ellos tenía unos binoculares simples, y el otro mordía un cigarrillo apagado.

—¿Crees que lo logró? —preguntó el que sostenía el cigarro.

—El conde la cargó como si fuera un tesoro —respondió el otro con una sonrisa torcida—. Lo hizo.

No añadieron nada más. la primera fase del plan había comenzado.

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Dinorah Morales
Se dieron cuenta en la foto aparecen 3 manos de la mujer o estoy viendo mal 🙈🙈🙈
Alicia Quintana
excelente
Alicia Quintana
hermosa historia y muy buen final
Alicia Quintana
al final termino muriendo como, murió Magdalena en la novela original
Mia~♥︎
.
Any Estrella Santander Donoso
Espero y la otra no siga con sus tonteras
Alicia Quintana
ojalá y el duque conozca a alguien de quien se enamore
Any Estrella Santander Donoso
Tan bruto, ese tal vez o solo tal vez está demás
Any Estrella Santander Donoso
Que será?
Any Estrella Santander Donoso
Ya que le pida casarse con él
Any Estrella Santander Donoso
El duque del reino es joven
Any Estrella Santander Donoso
Si él igual siente mucho por ella
Alicia Quintana
al fin pudo tener su gran experiencia, en el amor
Any Estrella Santander Donoso
Desgraciadas ,descaradas
Any Estrella Santander Donoso
Ooh la ama!!!👏👏 bravooo
Any Estrella Santander Donoso
Que horror 😭😱
Any Estrella Santander Donoso
mm no es como me los imaginé estos se ven muy jovenes
Any Estrella Santander Donoso
Ay perdón...es que elegí esa palabra para las villanas descerebradas
Any Estrella Santander Donoso
Uyy que miedo con esa putihiena
Alicia Quintana
x fin se está acomodando las cosas
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