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Hija De La Luna

Hija De La Luna

Status: Terminada
Genre:Romance / Yuri / Época / Completas
Popularitas:1.5k
Nilai: 5
nombre de autor: Kitty_flower

En un mundo donde las apariencias lo son todo, Adeline O'Conel, una joven albina de mirada lunar, destaca como una joya rara entre la nobleza. Huérfana de madre desde su nacimiento, fue criada por un padre bondadoso que le enseñó a ver el mundo con ternura y dignidad. Al cumplir quince años, Adeline es presentada en sociedad como una joven casadera, y pronto, su belleza singular capta la atención de la corte entera.

La reina, fascinada por su porte elegante, la declara el diamante de la época. Caballeros, duques y herederos desfilan ante ella, buscando su mano. Pero el corazón de Adeline no se agita por ellos, sino por alguien inesperado: la primera princesa del reino, una joven de 17 años con una mirada firme y un alma libre.

En una época que no perdona lo diferente, Adeline y la princesa se verán envueltas en un torbellino de emociones, secretos y miradas furtivas. ¿Podrá el amor florecer bajo la luz de una luna que, como ellas, se esconde para brillar en libertad?

NovelToon tiene autorización de Kitty_flower para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo especial: halloween

El otoño había vestido la mansión O’Conel con hojas rojizas y naranjas, que crujían bajo los pasos como si la tierra murmurara secretos del pasado. Era 31 de octubre, y el aire tenía ese aroma encantado de castañas asadas, humo de chimenea y promesas antiguas.

Halloween en el pueblo era una fiesta de máscaras, luces cálidas y cuentos fantásticos. Desde temprano, la plaza central se llenaba de niños disfrazados de brujas, fantasmas y vampiros, todos corriendo entre calabazas talladas que parpadeaban con velas vivas. Las calles estaban decoradas con guirnaldas de murciélagos, telarañas falsas y faroles de papel.

Pero ese año, Luz tenía un plan distinto.

Desde hacía semanas, trabajaba en secreto con la abuela Elisa en un traje especial. No quería ser una bruja ni una hada. Quería… algo más. Algo que sentía arder en su pecho como un fuego que no podía ignorar.

—¿Estás segura de ese nombre? —le preguntó su madre Luney, al verla probarse la capa carmesí bordada en oro—. “Princesa del corazón de fuego” suena… importante.

Luz, con sus ojos centelleando, asintió.

—Lo es. Siento que ya la conocía. Que ella también tenía fuego en su alma.

Julieta observó el vestido antiguo: largo, ceñido a la cintura, con mangas de encaje y botones de nácar. El tono vino tinto parecía encenderse con la luz del atardecer.

—Pareces sacada de otro siglo —susurró con una sonrisa temblorosa.

—Tal vez lo esté —respondió Luz, casi sin pensarlo.

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La noche llegó con una luna redonda colgando sobre las nubes. Luz bajó por las escaleras como si descendiera de otro tiempo. En su cabello llevaba una tiara discreta, tallada en metal envejecido. Caminaba con la espalda recta, los labios pintados de rojo oscuro, y los ojos grandes, brillando de emoción y algo más… algo ancestral.

—¡Por todas las estrellas…! —exclamó Julieta al verla.

—Mi pequeña princesa —murmuró Luney, sintiendo un nudo en la garganta.

—No soy una princesa cualquiera —dijo Luz, con voz teatral—. Soy Juliette, la princesa del corazón de fuego. Defensora del amor prohibido, heredera de un trono perdido, renacida bajo la luna.

El silencio fue total por un instante.

Y luego, ambas madres aplaudieron con fuerza.

—¿Cómo no voy a llorar? —dijo Luney, abrazando a su hija.

—Pareces… ella —susurró Julieta conmovida.

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En la plaza, los niños la miraban con curiosidad. No era un disfraz común. Luz se movía como una figura sacada de una historia olvidada. Contaba a los demás que su personaje venía de un reino destruido por la guerra, que había amado a una chica con alma de luna y que su amor era tan poderoso que cruzó siglos.

—¿Y cómo terminó tu historia? —le preguntó una niña disfrazada de calabaza.

Luz sonrió con tristeza fingida.

—Aún no termina. Las llamas siguen ardiendo, incluso en la oscuridad.

Mientras los demás corrían en busca de dulces, Luz se alejó hacia el antiguo cementerio del pueblo, donde la tradición decía que, en Halloween, los espíritus buenos podían visitarnos. Allí, encendió una pequeña vela junto a una lápida sin nombre.

—Juliette —susurró—. Si alguna vez fuiste real, si alguna vez fuiste mía… gracias por la historia.

El viento sopló suave, levantando hojas y remolinos de aire dorado. Por un instante, sintió que no estaba sola.

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Cuando volvió a casa, la chimenea crepitaba y sus madres la esperaban con una manta y chocolate caliente.

—¿Te divertiste, princesa del fuego? —preguntó Luney.

—Sí, pero… —Luz dudó—. Hubo un momento en el que sentí que estaba volviendo. Que no era una historia, sino un recuerdo.

Julieta se acercó y le acarició el cabello.

—Tal vez sea ambas cosas. Las historias más verdaderas a veces están enterradas bajo la piel.

—¿Me contarían otra vez la historia de Adeline y Juliette? —pidió Luz, acurrucándose entre ellas.

Luney y Julieta se miraron. Hacía años que no la contaban con palabras. Desde que Luz había empezado a “imaginarla” por sí misma.

Pero esa noche, bajo el cielo de octubre, volvieron a narrarla.

Contaron cómo Adeline escribía poemas ocultos en los márgenes de los libros. Cómo Juliette desobedecía las reglas para verla en el ala norte del castillo. Cómo se escaparon a la mansión O’Conel, y en un invernadero lleno de luciérnagas, unieron sus vidas sin que nadie lo supiera.

—¿Y después? —susurró Luz, los ojos pesados de sueño.

—Después… fueron separadas. Pero la luna les hizo una promesa —dijo Luney—. Que algún día, en otro tiempo, podrían reencontrarse.

Luz sonrió.

—Entonces este no fue mi primer Halloween como Juliette.

—Tal vez no —dijo Julieta, besando su frente.

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Más tarde, cuando la casa dormía, Luz se miró al espejo de cuerpo entero en su habitación.

El reflejo le devolvía la imagen de una niña disfrazada. Pero por un segundo… solo un segundo… vio a otra. Más alta, más pálida, con un vestido similar. Los mismos ojos azules. Y una sonrisa cargada de fuego y ternura.

Parpadeó.

Estaba sola otra vez.

Pero el calor seguía en su pecho.

La llama no se apagaba.

Porque la historia, como había dicho ella misma, aún no había terminado.

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Ana Luz Guerrero
hermosa historia, hasta se erizo la piel, felicidades escritora, la reencarnación existe, bendiciones infinitas 🙏
Reyna Torres
Fascinante historia, te envuelve, te atrapa.....la amé de principio a fin

Gracias por compartir tú maravilloso don
Reyna Torres
Ésta es una de las mejores historias qué he leído, mis respetos escritora, es cautivadora
Kitty_flower: muchas gracias por su apoyo♡♡
total 1 replies
namjoon_skyi
Me engancha, sigue escrib.
Kitty_flower: gracias, eso haré
total 1 replies
eli♤♡♡
La idea es fascinante
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