La Bruja De Arendelle

SCARLETT

Vuelvo a pensar y creer que todo es más que una maldita pesadilla que nada de lo que está pasando es real y sin embargo no era así. Estaba mucho más que despierta estaba aterrada, asustada, nunca antes tuve miedo pero pronto me di cuenta de que mis decisiones habían provocado tantas cosas entre estas que mi Mate sea testigo de mi juicio y de mi posible ejecución, pero no me iban a matar tan pronto porque eso era el equivalente a desatar una guerra en la que tanto brujas y hechiceros como licántropos tenían mucho que perder y el desatar una guerra contra el Rey Alfa era una estúpidez pero tenía el presentimiento de que algo iba a pasar pero mis visiones estaban lejos de llegar a advertirme pero mis instintos me decían que debía estar preparada para peor.

Debía ser consciente de que tal vez mi destino no era estar a lado de Damon, pero no podía decir eso porque él estaba más asustado que yo y no deseaba sembrar más miedo en él. Era suficiente con que los estuviéramos asustados. Suspiré con pesadez al mirar una última vez las paredes del edificio al cual había venido una vez cuando me dijeron que sería la siguiente bruja de Arendelle ya que mi Madre lo había sido y por lo tal yo también había heredado el cargo y por lo tanto tenía que irme a Arendelle hasta que eligieran a mi consorte que juntos íbamos a engendrar a la próxima bruja de Arendelle. Era muy importante que mi sangre no se mezclara con la de un licántropo o de cualquier otro sobrenatural. La línea de pureza de las brujas debía de estar intacta, era consciente de que no iba a escapar de ese destino pero al encontrar a Damon… me hizo darme cuenta de que él era el hombre con el que quería estar para toda la vida. Él era el único hombre con el que quería yacer hasta el amanecer y ser suya cada noche de mi vida hasta el fin de los tiempos.

Deseaba tanto que simplemente me desterraran para siempre y eso era lo que mi corazón deseaba con todas sus fuerzas, la verdad estaba a punto de ser revelada y entonces en ese momento sabría sí realmente mi destino era estar con Damon en esta vida, en este mundo o quizás en otra vida donde los licántropos y brujas pudieran convivir en paz.

Cerré los ojos momentáneamente. Respiré profundo y seguí mirando las paredes de ladrillo que estaban iluminadas por la tenue luz de las antorchas que colgaban de algunas esquinas de las paredes y otras a los lados de estas. Su luz era cálida y suave a la vista, me recordaba mucho ese día en que mi Madre y yo fuimos enviadas a Arendelle con el único propósito de ya no ser una molestia para nadie sin tomar en cuenta que el Rey Alfa Sebastian, el abuelo de Damon proclamaría la orden de usar a todas las brujas y hechiceros como herramientas lo cual hizo que los planes futuros de la Tribu Luna Sangrienta se vieran truncados, para mí fue un alivio pero… eso no evitó que mi Madre fuera en contra de los ideales de la tribu y por ende fue que la buscaron y trataron de matarla para que tomara su lugar como la bruja de Arendelle debido a que yo era más poderosa que ella y por lo tanto mi Madre ya era considerada débil e inútil. Pero eso solo provocó que ella tuviera un colapso terminando por usar toda su magia con ella misma para acabar con su vida. Lo hizo luego de que cumplí quince años y desde ese día me di cuenta de cuán crueles pueden ser las personas unas con otras sin importar que provengan del mismo lugar.

Mi deseo de ser libre de ahí provenía pero el hecho de estar atrapada en Arendelle por cinco años er algo que me hacía recordar de manera constante todo lo que le hicieron a mi Madre. Y ahora me encontraba entre la espada y la pared, estaba a punto de ser enjuiciada por el crimen de matar a Elijah y el de haberme enamorado de Damon. Todo estaba en mi contra y posiblemente a nadie de la tribu le iba a importar el tener el que matarme, pero eso provocaría una guerra sin fin entre brujas y licántropos.

En fin, no tenía otra alternativa más que aceptar el triste destino de ser castigada por mi crimen del cual no estaba para nada arrepentida de haber cometido. Lo haría de nuevo con tal de quitarme de encima a ese cerdo maldito que quiso tomarme por la fuerza para engendrar a la próxima bruja de Arendelle, tenía de mi lado al bosque y los recuerdos que poseía este.

Seguimos caminando, dimos vuelta a la izquierda y supe bien a donde íbamos. Mi juicio iba a ser en la Sala Escarlata, la sala de juicio más cruel y despiadada de todas, nadie de allí le tenía compasión a ninguna bruja de la tribu o fuera de esta y eran peor teniendo la evidencia de su lado. Llegamos a la puerta y en el instante en que Elsa la abrió supe que esto apenas era el comienzo del infierno que estaba a punto de caerme encima.

Todas las brujas me miraban con desprecio y asco, además de horror. No hubo nadie en la sala que no me mirara así, era algo a lo que estaba acostumbradoumbrada, las miradas eran algo normal para mí pero para Damon no lo eran y más de una vez lo oí gruñir con indignación hacia esas personas y estas lo miraban como si fuera un pulgoso pero cuando veían su aura… estos dejaban de mirarlo de esa forma y luego hubo un incómodo silencio.

Elsa y Anna me llevaron al banco de acusados me ataron con magia a la mesa con unos grilletes que me apretaban a cada segundo rompiendo mis muñecas, era parte del interrogatorio al que ya estaba siendo sometida. Damon al verme de esa forma estuvo a punto de exigir que no me maltrataran pero Adler lo detuvo y le dijo algo en el oído que hizo que Damon se quedara callado.

Elsa y Anna me miraban pidiéndome perdón pero ellas no tenían nada de lo cual tuvieran que disculparse conmigo. Negué con la cabeza con una sonrisa resignada, no podían hacer nada y aunque pudieran… eso las iba a perjudicar. Entonces entró la Bruja Suprema una mujer de miles de años de experiencia, su cabello era abundante y oscuro, sus ojos oscuro eran afilados y acertivos, llenos de sabiduría y a sabía cuando alguien estaba mintiendo. Ella vestía completamente de blanco, llevaba puesta consigo la bata negra, eso quería decir que ella era la jueza de mi destino. Sólo ella podía decir si yo vivía o moría.

—Buenos días a todos, para los que nunca me han visto, soy la Bruja Suprema Ada, la líder de la Tribu Luna Sangrienta—. Habló con sabiduría y poder, además de un toque de arrogancia. Me miró y simplemente suspiró con decepción en su rostro, esa vieja no había cambiado ni siquiera un poco su opinión sobre mí, eso lo dejó muy en claro.—El día de hoy llevaremos a cabo el juicio contra una de las nuestras que estuvo durante casi diez años fuera y que por circunstancia del destino ha vuelto con nostros pero no de la manera en que uno desearía que fuera, sin embargo no debemos juzgar sin antes escuchar la versión de ambas partes, por lo tanto quiero absoluta discreción por parte de la acusada y sobretodo de la familia de la víctima—. Sus palabras eran profundas y llenas de razón pero aún así no podía cambiar o manipular la mentalidad de cada bruja y hechicero de la tribu sin importar cuán poderoso sea el discurso, siempre la codicia y el odio saca lo peor de cada uno.

Todos tomaron asiento mientras miraba el techo y de este colgaba un candelabro de velas con pesada cadena de oro que por alguna razón sentía que algo iba a suceder. Sin embargo, tenía prohibido hablar cuando la Bruja Suprema hablaba, así que tuve que callar por unos minutos más desviar mi mirada hacia el frente. Pero antes de poder pensar en otra cosa. Por un lado estaba el gran consejo y por el otro la audiencia que me miraba con desprecio.

La Bruja Suprema me miró y dijo:

—¿Tienes algo que decir Bruja de la Luna sangrienta?—Ese era mi naturaleza de bruja, era la bruja de la Luna Sangrienta, por obvias razones.

—Cometí muchos errores a lo largo de mi vida y reconozco que ninguno de ellos ha sido bueno pero ninguno había provocado la muerte de nadie, mucho menos de alguien de la tribu. Sin embargo esa noche… todo cambió y sinceramente no quería matarlo, realmente no deseaba hacer eso pero lo hice.

—¿Por qué lo hiciste? Si el Hechicero de las estrellas era tu prometido—. Suspiré pesadamente antes de poder responder, porque no sabía cómo responder sin provocar un mayor desastre.—Dilo, no te juzgarán como mujer sino como bruja—. Me insistió.

—Porque en primer lugar… el Hechicero de las estrellas jamás me propuso matrimonio de manera formal, él simplemente se autoproclamó asímismo como mi prometido y yo muchas veces le dije que no pero me ignoró durante muchos años y se lo toleré mucho, pero lo peor fue cuando vino a mi casa en el bosque y me gritó exigiendo porqué le había sido infiel con el Rey Alfa Damon, y fue entonces que discutimos y la pelea pasó a ser física porque me tomó del cuello y me arrojó fuera de mi casa y me estrellé contra el tronco de un árbol. Seguimos peleando hasta que llegó el Rey Alfa y detuvo la pelea, arrojó a Elijah lejos de mí y bueno… ya saben el resto de la historia—. Hubo un aterrador silencio en la sala, nadie decía nada y por un momento creí que me atacarían con insultos y golpes con magia pero no fue así. Y eso me hizo darme cuenta de una cosa…

La palabra de una bruja no tenía validez en el mundo sobrenatural. Y eso me rompió.

La bruja suprema no dijo nada al principio pero luego un largo suspiro salió de sus pálidos y delgados labios. Su mirada se mantuvo serena y firme.

—¿Tienes pruebas de ello?—Asentí en respuesta.

—El bosque es mi testigo…—Hablé con seguridad y entonces la Bruja Suprema asintió y entonces hizo aparecer un espejo. Ese espejo era un artefacto mágico que disernía de la verdad y de la mentira, y era mejor conocido como el ‘Espejo de la verdad’, aquelllos que se miraban en el espejo este mostraba el reflejo de la verdad. Era mi oportunidad, de mostrar lo ocurrido esa noche. El espejo estaba conectado con el poder mágico del bosque lo cual hacía más fácil demostrar la verdad.

Me miré en el espejo y lo que mostró fue nada más que la verdad pero para la familia de Elijah no era suficiente y exigieron que fuera ejecutada, sin embargo… la Bruja Suprema dijo:

—¿Acaso dudan de mi espejo?—Les preguntó a los padres de Elijah con severidad. Ambos pasaron saliva nerviosos.

—N-No, no es eso—Trataron de explicarse pero no fue muy convincente que digamos.—, esa bruja maldita es una manipuladora y pudo haber manipulado el espejo y eso es un grave delito que debe ser pagado con la muerte—. Dijo la Madre de Elijah que era idéntica a Elsa pero en una versión madura y vestía completamente de negro.

—¿Ah así? Entonces díganme cómo lo hizo sí está esposada y no puede usar su magia, ni siquiera puede defenderse estando atada a las esposas—. Eso era cierto, era ridículo.

Entonces la Madre de Elijah soltó un grito desgarrador haciendo aparecer un arco y flecha mágicos apuntado hacia a mí, la mujer estaba loca. Todos en la sala gritaron asombrados exigiendo y rogándole a la mujer que bajara la flecha pero no hizo caso. Los presentes estaban impactados y yo también, y antes de poder hacer algo la señora disparó la flecha y me dio directamente en el pecho… era una flecha de plata mágica que era capaz de matar a cualquier bruja sobre todo a una como yo. Miré a Damon y él tenía una expresión de horror y de rabia en el rostro, mientras que yo le sonreí y dije:

—Te amo Damon… nos volveremos a ver, lo prometo—Apenas dije eso y luego de eso ya no oía nada más que voces a lo lejos y a Damon siendo sujetado por Adler en un intento de calmarlo pero sabía que eso era imposible de conseguir. La flecha ardía y dolía tanto pero lo que más me dolía era que no vería a Damon tan pronto como yo deseaba pero debía ser paciente. Ser paciente y perseverante.

Cerré los ojos y ya no oí nada más, sólo el hermoso sonido del silencio y pronto oí la voz de mi Madre y supe que había llegado mi hora de partir.