Su nombre es Erik, un joven de 21 años que trabaja como Office Boy en la empresa más famosa de su país. Sin embargo, su condición de nuevo empleado lo convierte en blanco de malos tratos por parte de sus compañeros.
Su vida amorosa es igual de mala. Muchas veces fue herido y traicionado por personas que solo veían su trabajo y su condición económica.
Pero, ¿qué pasará cuando los que odian a Erik descubran quién es realmente?
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Capítulo 6
En un edificio, que tenía la palabra Paragon en uno de sus lados, se veía a una mujer caminando apresuradamente por un pasillo hacia una habitación.
Su rostro mostraba claramente el pánico por algo, hasta que la mujer se atrevió a acercarse a la habitación que nunca había visitado.
Al llegar a la habitación a la que se dirigía, la mujer entró directamente, dejando a varios empleados que se encontraban en su interior sorprendidos por su llegada.
"Señora Victoria", dijo uno de los hombres que la reconoció, dándole la bienvenida. "¿En qué puedo ayudarla?"
"Quiero preguntar, ¿quién es el conserje que se fue con el Señor?", preguntó Victoria directamente, yendo al grano de su visita.
"¿El conserje que se fue con el Señor? ¿Hubo alguno, Señora?", como el hombre no sabía lo que había sucedido fuera de la habitación, parecía confundido.
"No bromee, ¿cómo se llama?", Victoria parecía molesta.
"Lo juro, Señora, no lo sé", respondió el hombre. "Esta mañana había un conserje trabajando en la oficina del Señor. Pero no sé qué error cometió, el Señor lo despidió en ese mismo instante".
"¿El Señor despidió al conserje?".
"Sí, Señora. De hecho, su hijo ya debe haberse ido a casa, porque aún no ha venido a verme".
Victoria se quedó callada un momento, como si estuviera pensando en algo. "¿Cómo se llamaba el conserje?".
"Se llamaba Erico Castilo, Señora".
"¿Qué?", exclamó Victoria sorprendida. "¿Erico Castilo?".
"Sí, Señora", el gerente parecía confundido.
"En ese caso, muéstreme la información de ese chico".
"De acuerdo, Señora, un momento".
El gerente buscó inmediatamente el archivo en su ordenador portátil. Después de encontrarlo, se lo mostró a la mujer que lo esperaba.
Victoria leyó la información cuidadosamente. Al leer un nombre, la mujer se quedó atónita.
"Estoy acabada si esto es cierto", murmuró.
Sin despedirse, la mujer se fue, dejando varias preguntas en la mente de las personas que estaban allí.
No solo la mujer estaba atónita al enterarse de la verdad. En un barrio pobre, concretamente en el patio de su propia casa, Erik también estaba atónito por la verdad que acababa de escuchar.
"¿Mi padre?", Erik miró a las tres personas que tenía delante. "Mamá, ¿es cierto que él...?".
"¡No! ¡Tu padre está muerto!", la madre tiró la escoba que tenía en la mano y se alejó de los tres hombres.
"¡Namira! ¡Nam!", esta vez, el Señor habló directamente, lo que sorprendió aún más a Erik.
"¡Espere!", Erik se interpuso en el camino del Señor. "¿Conoce el nombre de mi madre?".
El Señor suspiró un momento. "Deja que tu padre hable primero con tu madre. Hay algo que tengo que explicarle. Después de eso, te lo explicaré todo".
"¿Padre? Entonces, usted es...".
"Deje que yo se lo explique, jovencito. Venga conmigo", dijo Alex, tomando a Erik de la mano. Mientras tanto, el Señor se apresuró a seguir a la mujer a la que había estado buscando durante tanto tiempo.
"Nam, abre la puerta, Namira", Castilo llamó a la puerta varias veces. Sin embargo, cuando su mano alcanzó el pomo, descubrió que la puerta no estaba cerrada con llave. El Señor entró y buscó a Namira por toda la habitación.
Cuando la fuerte mano de Castilo corrió la cortina de una de las habitaciones, sus ojos captaron la figura que buscaba, acurrucada en la cama. Con pasos vacilantes, Castilo se acercó lentamente.
"Nam", dijo en voz baja. Sus oídos percibieron un sollozo, lo que provocó una conmoción en la mente del hombre de rasgos europeos.
"Nam", volvió a llamar Castilo. Esta vez, se atrevió a sentarse en el borde de la cama, sobresaltando a la mujer que lloraba, que apartó su cuerpo para alejarse.
"Yo...".
"No tienes que darme ninguna explicación. No necesito ninguna explicación tuya", dijo Namira con toda la rabia contenida durante tanto tiempo.
"Pero, Nam...".
"¡He dicho que no me des ninguna explicación! ¿Es que ya no oyes bien?", espetó Namira sin cambiar de postura.
El Señor, conocido como Castilo, suspiró profundamente. El hombre se quedó callado, con millones de palabras que contener. Sus ojos miraban con tristeza a la mujer a la que había estado buscando durante todo este tiempo.
Sin embargo, su mirada se vio ligeramente perturbada al ver una foto que destacaba sobre la mesa. Castilo cogió la foto y la miró con una mezcla de emociones.
"Nunca imaginé que la persona que había estado buscando durante todo este tiempo estaría tan cerca de mí", dijo Castilo mientras acariciaba la imagen de Erik con el uniforme del jardín de infancia.
"Durante años, los he buscado por todas partes. Pero el resultado...".
"¡No inventes! ¡Vete de aquí!".
"Es la realidad, cariño. Yo...".
"¡Cariño, cariño!", Namira volvió a hablar en voz alta. "No me llames cariño".
"Pero la realidad es que todavía te quiero, Namira. Yo...".
"¡Deja de decir tonterías! Cariño falso, en cuanto plantaste la semilla y se convirtió en un niño, lo abandonaste".
Castilo se quedó atónito. "¿Quién te abandonó? Yo planté la semilla cuando ya estábamos casados. Todavía conservo nuestro certificado de matrimonio".
"¡Oh, vamos! ¿Qué cocodrilo es sincero? En cuanto la semilla se convirtió en un bebé, te fuiste a disfrutar con otra mujer".
"Dios mío, Nam. ¿Acaso no me despedí de ti cuando me fui? Yo...".
"Sí, te despediste, diciendo que te ibas un rato, ¡pero en realidad te casaste con otra! Y encima enviaste a alguien para que nos quemara a mí y a Erik. ¡Imperdonable!".
"¿Qué? ¿Quemaros a ti y a Erik?", Castilo parecía sorprendido.
Por otro lado, Alex también estaba experimentando la misma sorpresa al escuchar a Erik hablar de su casa, que había sido pasto de las llamas.
"¿Vuestra casa se quemó? ¿Cómo es posible?", dijo Alex.
"No lo sé con seguridad, señor. Solo escuché la historia de mi abuelo cuando aún vivía. Yo solo tenía tres años. Dijo que fue un incendio provocado. Tuvimos que mudarnos de un lugar a otro".
"¡Dios mío!", el corazón de Alex se encogió al escuchar la historia. "Pero esa gente dijo que vuestra casa se quemó accidentalmente mientras dormíais".
"No. Según mi abuelo, alguien prendió fuego a nuestra casa a propósito. Porque mi abuelo vio muchas cosas sospechosas. Dio la casualidad de que mi abuelo, mi madre y yo habíamos salido a ver la feria. Puede que la persona que prendió el fuego pensara que estábamos muertos. Porque en el momento del incidente, se encontraron tres cadáveres que coincidían con nuestra descripción".
"¡Dios mío! Con razón el Señor nunca creyó la noticia".
Erik se sorprendió un poco.
"Esto no se puede permitir. Tu padre tiene que investigar este caso inmediatamente", dijo Alex, enfadado.
"¿Está seguro de que el señor Castilo es mi verdadero padre, señor?". No se sabía cuántas veces había preguntado Erik lo mismo a Alex.
Alex frunció el ceño. "¿Necesitas una prueba de ADN para saber si realmente es tu padre?".
Erik negó inmediatamente con la cabeza y sonrió. "Si realmente es mi padre, ¿por qué nos abandonó? ¿Por qué no nos llevó con él?".
Alex se quedó callado, mirando al joven que necesitaba una explicación. En ese momento, los dos hombres se sobresaltaron por una voz atronadora que provenía del patio de su casa.
Los rostros de Erik y Namira se llenaron de pánico al instante.
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