En el lujoso mundo de los negocios, donde el poder y la codicia son la regla, surge una historia de amor llena de traiciones, celos y secretos ocultos. "Sombras de Pasión" narra la vida de Sofía Valente, una joven mujer independiente y decidida, que lucha por cumplir sus sueños en un mundo controlado por hombres de hierro. A lo largo de la novela, su vida se entrelazará con la de Gabriel Ríos, un empresario frío, calculador y exitoso, cuya única pasión parece ser el dinero y el control.
NovelToon tiene autorización de Artemys para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 6: El Juego Comienza
El silencio en la oficina de Gabriel era casi asfixiante. El brillo frío de las ventanas reflejaba el cielo nublado, pero el ambiente dentro de la habitación era cálido, casi opresivo. Sofía se sentó en una de las sillas frente al escritorio, su mirada fija en Gabriel, quien permanecía inmóvil detrás de su mesa. Él parecía esperar, pero no lo decía en voz alta. El poder que emanaba de él era palpable, como una niebla invisible que rodeaba cada rincón.
—¿Qué es lo que realmente quieres, Gabriel? —preguntó Sofía, su voz resonando con un tono de desafío. Sabía que en este momento, más que nunca, debía mantener la calma, pero la urgencia de la situación la tenía al borde.
Gabriel la observó en silencio por unos segundos. Sus ojos, fríos y calculadores, no dejaban de examinarla, como si tratara de medir el peso de sus palabras antes de responder. A Sofía no le gustaba esa sensación, no quería ser un peón más en su juego. Quería controlarlo, jugar en igualdad de condiciones. Pero las cartas que Gabriel tenía en sus manos parecían ser mucho más poderosas.
—Lo que quiero —dijo él, con una voz profunda y controlada—, es lo que siempre he querido: tener el control. No solo de la empresa, Sofía. También de ti.
Su declaración la sorprendió. Sus palabras eran directas, despojadas de cualquier suavidad. No había rodeos, no había juegos de palabras. Era como si Gabriel hubiera decidido poner todas sus cartas sobre la mesa, pero lo hacía de una forma tan fría que a Sofía le resultaba difícil comprender si era una amenaza o una promesa.
—¿Control sobre mí? —dijo, alzando una ceja, incapaz de ocultar el toque de incredulidad en su voz—. ¿Crees que vas a manipularme como a uno de tus empleados?
Gabriel sonrió de manera calculada, pero no era una sonrisa amigable. Su mirada, como un lobo acechando a su presa, seguía fija en ella.
—No te confundas, Sofía. No te estoy manipulando. Lo que te ofrezco es poder, en el verdadero sentido de la palabra. Y, si eres lo suficientemente astuta, lo sabrás aprovechar.
Sofía sentía la ira burbujeando en su interior. Había algo en las palabras de Gabriel que la enfurecía, una sensación de que él la estaba subestimando, de que pensaba que ella no era capaz de manejar el poder de la misma forma que él. Pero no podía permitir que su enojo la nublara. En este punto, no podía permitirse cometer errores. No cuando su futuro estaba en juego.
—¿Y cuál es el precio de ese poder? —preguntó, casi en un susurro, mientras se levantaba y caminaba lentamente alrededor de la oficina. Su voz estaba cargada de una mezcla de desdén y preocupación.
Gabriel se levantó también, sus pasos suaves pero firmes. Se acercó a la ventana y miró hacia el horizonte, como si buscara algo más allá de la vista. Luego, volvió su mirada hacia ella.
—El precio, Sofía, es simple: tu independencia. El control total de *Valente* ya no será solo tuyo. Pero te daré algo más a cambio: te convertiré en una empresaria con la capacidad de influir en el mercado de la moda de una manera que jamás habrías soñado.
Sofía apretó los dientes. Gabriel quería controlar su empresa, sí, pero también su vida. Esa era la parte que más la inquietaba. No era solo la oferta económica o las conexiones empresariales. Gabriel quería estar presente en cada decisión, en cada paso de su camino. Y, de alguna manera, eso también significaba que controlaría sus emociones, sus sueños y sus aspiraciones.
—¿Crees que voy a aceptar ser tu marioneta, Gabriel? —dijo, finalmente, con tono desafiante—. Puedo crear mi propio camino. No necesito que alguien como tú me diga qué hacer.
Gabriel se giró lentamente y la miró con intensidad. Su expresión era un enigma, una mezcla de admiración y desdén.
—No te estoy pidiendo que seas mi marioneta. Solo te estoy pidiendo que seas honesta contigo misma. Sabes que lo que te ofrezco es lo mejor para *Valente*. Y si lo piensas bien, sabrás que aceptarlo no significa que pierdas el control... solo significa que estás eligiendo una nueva forma de obtener lo que siempre has querido.
Sofía sintió el peso de sus palabras. **"Una nueva forma de obtener lo que siempre has querido."** Eso era precisamente lo que la aterraba. ¿Lo que siempre había querido? ¿El éxito y el reconocimiento? O ¿era simplemente su independencia, la capacidad de decidir por sí misma?
Una parte de ella deseaba aceptar la oferta de Gabriel. La posibilidad de llegar más lejos, de hacer crecer su marca, de tener los recursos necesarios para competir con los grandes nombres de la industria era tentadora. Pero otra parte de ella sabía que aceptar esa oferta significaría renunciar a la libertad que tanto había valorado.
—No puedo aceptarlo, Gabriel —dijo finalmente, con una decisión que resonaba en su voz—. No puedo vender mi alma por éxito o por poder. Mi empresa es mía, y no te la voy a entregar.
Gabriel se quedó en silencio por un momento, y Sofía pudo ver en sus ojos que él estaba procesando su rechazo. No lo había esperado. O al menos, no tan pronto.
Pero, en lugar de enfurecerse o cambiar su expresión, Gabriel simplemente asintió con calma.
—Como quieras, Sofía. Pero déjame decirte algo. El mundo de los negocios es cruel. Nadie te entregará el poder en bandeja de plata. Y en algún momento, cuando te sientas agotada, sola y sin salida, recuerda que yo siempre estaré aquí, con la mano extendida. No olvides que, en este juego, yo siempre tengo la última jugada.
Las palabras de Gabriel quedaron flotando en el aire. No había sido una amenaza directa, pero el peso implícito de su mensaje era claro. Lo que Sofía no podía ignorar era que Gabriel no estaba dispuesto a rendirse. Si no aceptaba su oferta ahora, él volvería a aparecer en su vida en el momento menos esperado, con una propuesta aún más difícil de rechazar.
Sofía salió de la oficina con una mezcla de emociones en su pecho. Sentía que había dado un paso importante, pero también sabía que no había terminado. El poder de Gabriel estaba en el aire, como una sombra al acecho, y ella no podía ignorarlo.
**En los días que siguieron, Sofía se sumergió en el trabajo.**
Cada día que pasaba, sentía el peso de la decisión que había tomado. Las palabras de Gabriel seguían resonando en su mente, y la inseguridad se hacía cada vez más presente. **¿Estaba realmente tomando la decisión correcta?**
Lucas, siempre cercano, la apoyaba en cada paso, pero incluso él comenzaba a notar la tensión que la consumía.
—Sofía, no te olvides de por qué lo haces —le decía cada vez que la veía vacilante—. *Valente* es tu proyecto, tu sueño. No dejes que Gabriel te haga sentir que lo necesitas para sobrevivir.
Pero la realidad era que, mientras más lo pensaba, más sentía que las fuerzas que luchaban por su independencia eran más poderosas que cualquier éxito empresarial. ¿Estaba dispuesta a pelear por lo que creía, incluso si eso significaba enfrentarse a Gabriel y a los riesgos que venían con ello?
El futuro de *Valente* estaba en sus manos, pero a un costo que aún no sabía si estaba lista para pagar.