MI PEQUEÑO ERROR

DAVID:

Hace un año, era uno de los mejores abogados de Londres, y uno de los solteros más codiciados. Mi vida era perfecta, o al menos eso pensaba. Asistí a una cena benéfica y me encontré con Amaya Venturi, una rubia alta de ojos verdes que me llamó la atención. Nuestros encuentros fueron esporádicos, pero intensos. Solo pensábamos en el placer, en el momento. No había compromiso, no había futuro.

Pero todo cambió cuando Amaya desapareció sin dejar rastro. No había noticias de ella en las redes sociales, no había forma de contactarla. Me quedé con la sensación de que algo había salido mal, pero no sabía qué.

Un día, la madre de Amaya, Rosario, llamó a mi puerta con una bebé en brazos. Me dijo que esa niña era mi hija, Anneliese, y que tenía cuatro meses. Me dijo que era mi deber hacerme cargo de ella, y que no podía fallarle.

Me sentí como si hubiera recibido un golpe en el estómago. No estaba preparado para ser padre, no sabía cómo cuidar a una bebé. Pero miré a Anneliese y supe que haría cualquier cosa por ella.

 Hace 2 meses cuando Alexa llegó al buffet, me pareció muy hermosa. Era una pelinegra de ojos grises, pero no cualquier gris. Era como ver una tormenta en sus ojos, toda una diosa. Me gustó, pero no di la mejor impresión en ese momento. La madre de mi hija me había enviado una demanda por la custodia de Anneliese, y yo estaba luchando por mantenerla.

Alexa se lleva muy bien con todos nuestros colegas, pero conmigo no. Fui un poco tosco cuando nos conocimos, y no he tenido la oportunidad de remediarlo. Pero en este momento, lo más importante es mi hija y su bienestar. Tengo que usar todo lo que tengo para ganar la custodia de Anneliese.

DAVID : Alexa, ¿nos podemos ver? Tenemos que hablar. No me puedo divorciar.

Alexa no tarda mucho en responder:

Alexa: Dale, nos vemos mañana.

Solo espero que después de explicarle todo este problema, Alexa pueda ayudarme. Porque la personita que tengo en este momento dormida entre mis brazos vale cualquier sacrificio que tenga que hacer en la vida. Anneliese no tiene la culpa de los problemas de sus padres, ella solo merece recibir todo el amor del mundo.

Esta pequeñita rubia de ojos azules sin saberlo me da todas las fuerzas para seguir luchando por ella. Ella es una pequeña luz que va alumbrando todo a su paso, dejando felicidad en las personas que la conocen.

Ojalá hubiera sido informado de su existencia antes, pero estos tres meses que ha estado conmigo no los cambio por nada en la vida. Trato de darle todo el amor y felicidad que puedo. A veces trato de rendirme, pero una sonrisa de ella lo cambia todo.

Cómo podría yo vivir sin sus risitas cuando juego con ella, o como llora cuando finjo no escucharla balbucear, o cada vez que tengo que cambiarle el pañal o bañarla, o cuando se queda dormida en mis brazos mientras le canto una canción de cuna. Ella es mi felicidad, y no la cambio por nada. Ella lo vale todo en la vida.