está es la historia de Betty una jovencita luchadora , positiva y humilde; que sin querer atrae la atención de un hombre que es lo opuesto a Betty.
Antoni Santino un hombre con cicatrices del pasado ,desconfiado y cerrado al amor.
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Capítulo 6: El Renacer de Betty
Betty se había pasado la noche en vela, repasando una y otra vez el doloroso incidente con Samira. Sabía que no podía permitir que una mujer como ella la hiciera sentir inferior, pero las palabras de Samira resonaban en su mente como un eco incesante. Mientras se miraba al espejo aquella mañana, con la luz del sol apenas filtrándose por las cortinas, Betty tomó una decisión. No podía seguir viviendo a la sombra de su inseguridad. Había llegado la hora de tomar las riendas de su vida y de su apariencia.
Ese mismo día, durante el almuerzo, decidió compartir sus pensamientos con los únicos amigos que tenía en la empresa: Marquitos, Amanda y Angélica. Se sentaron juntos en la cafetería, y aunque Betty se sentía un poco nerviosa, sabía que podía confiar en ellos.
—Tengo que decirles algo —comenzó, su voz suave, pero decidida—. No puedo seguir siendo la misma Betty de siempre. Después de lo que pasó con Samira... me di cuenta de que tengo que cambiar. Quiero... quiero sentirme bien conmigo misma.
Amanda, la contadora, fue la primera en reaccionar. Su rostro se iluminó con una sonrisa de apoyo.
—¡Eso es maravilloso, Betty! —exclamó con entusiasmo—. Eres una mujer increíble, y si quieres hacer un cambio, estaremos aquí para ayudarte en lo que necesites.
Angélica, la encargada de la cafetería, asintió enérgicamente.
—¡Claro que sí! No tienes por qué seguir escondiéndote. Eres hermosa tal y como eres, pero si quieres hacer algo más atrevido, nos aseguraremos de que sea espectacular.
Marquitos, el creativo del departamento de publicidad, intervino con su habitual sentido del humor.
—¡Oh, nena! Si de algo sé yo, es de estilo. Vamos a hacer que todos se queden boquiabiertos cuando te vean. ¡Prepárate para ser el centro de atención!
Betty se sintió abrumada por la calidez y el apoyo de sus amigos. Juntos, comenzaron a planear un cambio de imagen que sería gradual, pero impactante. Marquitos se encargó de darle lecciones de estilo, sugiriendo prendas que acentuaran sus mejores atributos, mientras Amanda y Angélica la ayudaban a elegir colores y cortes que resaltaran su figura. Además, Marquitos, siempre el más atrevido del grupo, insistió en que Betty debía aprender a caminar con confianza.
—Nada de encorvarse —dijo con autoridad—. Tienes que caminar como si el mundo entero te perteneciera. ¡Derecha, mirada al frente y una sonrisa que deslumbre!
Durante las semanas siguientes, Betty siguió al pie de la letra los consejos de sus amigos. Poco a poco, fue introduciendo cambios en su vestuario, reemplazando sus habituales conjuntos discretos por ropa más moderna y ajustada, pero sin perder su esencia. Se permitió experimentar con colores más vivos y con cortes que realzaran su figura sin ser demasiado reveladores. También empezó a usar maquillaje, algo que antes evitaba, pero que ahora usaba para resaltar sus rasgos.
Los cambios no pasaron desapercibidos. El día que Betty entró en la oficina con su nueva apariencia, hubo un silencio generalizado. Sus compañeros de trabajo no podían creer el cambio que había experimentado. Ya no era la misma Betty tímida y reservada de antes; había algo en su postura, en la manera en que sostenía su cabeza y en su nueva confianza que la hacía destacar.
James fue uno de los primeros en notar el cambio. Se encontró con ella en el ascensor esa mañana y, por un momento, se quedó sin palabras.
—Betty, te ves... increíble —dijo finalmente, con una sonrisa genuina.
Betty, que ahora caminaba con la cabeza en alto y sin encorvarse, sonrió con gratitud.
—Gracias, James. Me siento diferente... en el buen sentido.
—Eso es lo importante —respondió James mientras el ascensor llegaba a su piso—. Te lo mereces.
Ambos salieron del ascensor y se dirigieron a sus respectivos puestos de trabajo, pero Betty no pudo evitar notar las miradas de sus compañeros. Algunos la observaban con admiración, otros con envidia. Sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, no le importaba lo que pensaran los demás. Se sentía bien consigo misma, y eso era lo único que importaba.
Más tarde, Antoni, que había estado sumido en sus propios pensamientos, se encontró necesitando ayuda con unos contratos importantes. Recordó lo eficiente que había sido Betty en el pasado y decidió pedirle a James que la prestara por un rato.
—James, ¿crees que podrías prestarme a tu secretaria un momento? —preguntó Antoni, intentando sonar despreocupado—. Necesito ayuda con unos contratos, y ella parece ser la persona indicada para el trabajo.
James, que aún estaba impresionado por el cambio de Betty, asintió con una sonrisa.
—Claro, Antoni. Estoy seguro de que Betty estará encantada de ayudarte.
Minutos después, James llamó a Betty a su oficina y le informó de la solicitud de Antoni.
—El jefe te necesita en presidencia —le dijo, guiñándole un ojo—. Parece que te has ganado su respeto.
Betty se dirigió a la oficina de Antoni con una confianza renovada. Cuando entró, Antoni levantó la vista de sus papeles y, por un momento, no pudo disimular su sorpresa. Betty no solo se veía diferente, sino que irradiaba una energía que nunca antes había notado en ella. Se quedó sin palabras, tratando de asimilar el cambio.
—Betty... —comenzó, su voz traicionando una leve vacilación—. Te ves... distinta.
—Gracias, señor Santino —respondió Betty con una sonrisa profesional—. Estoy aquí para ayudar con los contratos.
Antoni asintió, aún sin poder apartar la vista de ella. Mientras trabajaban juntos, no pudo evitar sentirse atraído por esa nueva faceta de Betty. No solo era inteligente y eficiente, sino que también era una mujer increíblemente hermosa. Su corazón se aceleró en su pecho, y por un momento, olvidó por completo el dolor de su pasado. Sin embargo, rápidamente se recordó a sí mismo que no podía permitirse enamorarse de nuevo. El pasado lo había enseñado bien.
Una vez que terminaron con los contratos, Betty regresó a su puesto de trabajo. Sabía que muchos de sus compañeros estaban hablando de ella, algunos con envidia, otros con admiración. Pero ella no prestó atención a los comentarios. Estaba segura de sí misma y sabía que había trabajado duro para estar donde estaba.
Mientras tanto, Antoni, incapaz de concentrarse en su trabajo, decidió pasar por la oficina de James para hablar sobre un asunto de negocios. Aunque, en el fondo, sabía que lo que realmente quería era encontrar una excusa para ver a Betty de nuevo.
Cuando llegó a la oficina de James, se encontró con él hablando con Amanda, Angélica, Marquitos y Betty. Todos estaban planeando salir esa noche para celebrar el cambio de Betty y su posible ascenso a un nuevo puesto.
—Entonces, ¿dónde vamos a celebrar esta noche? —preguntó Marquitos, entusiasmado—. ¡Hay que hacer algo grande!
—Estoy pensando en ese nuevo bar en el centro —sugirió Angélica—. Tiene una terraza increíble, y la música es genial.
—Suena perfecto —respondió Betty, sintiéndose más animada que nunca—. Hace tiempo que no salgo a divertirme.
Antoni escuchó la conversación desde la puerta, y una idea se formó en su mente. Se volvió hacia James con una sonrisa traviesa.
—James, deberías acompañar a Betty y a sus amigos esta noche. Sería bueno que te relajaras un poco después de tanto trabajo.
James, que conocía bien a su jefe y amigo, no pudo evitar notar la insinuación en su tono.
—Claro, Antoni. ¿Y tú? ¿No te unirás a nosotros?
—Quizás más tarde —respondió Antoni, tratando de sonar despreocupado—. De hecho, ¿puedes averiguar dónde van a celebrar y luego me avisas? Podría ser divertido hacerles una sorpresa.
James asintió, sabiendo exactamente lo que estaba pasando por la mente de Antoni. Mientras Antoni se alejaba, James no pudo evitar sonreír para sí mismo. Parecía que las cosas iban a ponerse muy interesantes.
Esa noche prometía ser diferente, no solo para Betty, sino también para Antoni, quien estaba comenzando a darse cuenta de que, quizás, era hora de enfrentar sus miedos y abrir su corazón nuevamente. Mientras tanto, Betty, ajena a los planes de Antoni, estaba lista para disfrutar de una noche inolvidable con sus amigos, celebrando no solo su cambio de imagen, sino también su nueva confianza en sí misma.