Ella es Noel, una periodista apasionada y amante por su trabajo, sueña algún día llegar a ser la conductora del noticiero estelar, pero al investigar la historia que la llevaría a un ascenso posible, sin saber que esa misma historia la haría vivir en carne propia el sufrimiento, el maltrato, la venta y el tráfico...
¿Tu que tan dispuesta estarías para salvar tu propia vida?.
¿Estarías dispuesta a hacer lo impensable?.
¿Doblegarte o ser doblegada de las maneras más crueles e inimaginables?.
Dime, ¿Tú, que harías?...
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Capítulo 05.
NOEL.
Intente abrir mis ojos al escuchar unos sollozos a lo lejos, pero sentí que algo me impedía abrirlos, intente llevar mis manos hacia mi rostro y nuevamente me di cuenta de que aún las tenía atadas.
Me levanté del lugar a ciegas completamente, y al dar unos cuantos pasos algo sujetaba mi tobillo y me impidió avanzar más, no quería ni ver, ni imaginarme en que especie de sitio estaba ahora, pero sabía que estaba por descubrirlo aunque no quisiera, esa ya no era una opción para mi.
Hice recuento de mis pasos y volví a sentarme sintiendo mi pecho comprimido por el temor que sentía del solo pensar que sucederá en este momento.
Suspiré profundamente mientras seguían de fondo los sollozos de quizás mujeres, mordí mi labio para no ser contagiada con ese pesar que ya llevaba por dentro.
Volví a suspirar y mientras mi mente recordaba el nombre de mi medio hermano, a la vez que lo mal decía por haber hecho un trato muy bajo, donde yo estaba de por medio, pero por más que me enojara, me llenará de ira o quizás rencor, me dolía no poder odiarlo, porque él era mi única familia y a pesar de que me jugó chueco, me odiaba más a mí y a mis estúpidos sentimientos por no querer o no permitirme odiarlo.
Quería y lo deseaba, pero no podía, y lo único que salía de lo más profundo de mi corazón eran insultos mentales, pero no el resentimiento hacia él, hacia la única persona que amaba como un hermano y como la única familia que me quedaba después de la partida de mis padres.
Y aunque pienso que él quizás nunca me considero como una hermana, yo si lo hice y creo que desgraciadamente lo seguiré haciendo en contra de mis propias voluntades, reluciendo mis principios, principios que me inculcó mi madre desde pequeña...
Mi mente seguía divagando cuando se escuchó un disparo muy ensordecedor, que provocó que gritara con pánico, varias voces varoniles comenzaron a escucharse, era en otro idioma.
Pero mis años de estudios y experiencia en entrevistas a miles de personas locales o extranjeros, podía reconocer ese acento, eran, ¿rusos?.
Pasé saliva mientras los gritos de distintas mujeres se escuchaban y nuevamente otro disparo se escuchó.
— ¡Пора вставать! [¡es hora de levantarse!] — hice lo que pedía aquel hombre, pase nuevamente saliva, porque no podía ver nada.
Escuche pasos al rededor junto a gritos y sollozos, yo solo estaba parada por no decir petrificada, mi cuerpo temblaba como si tuviera frío, pero sabía que era por el terror que sentía en este momento.
Los pasos seguían hasta que alguien me tomo con fuerza de mi barbilla, comenzó a tocarme por todos lados como inspeccionando, mi respiración era entrecortada, lo que menos quería en este momento era hacer ruido, respirar o moverme.
Sentí su aliento junto a su nariz pegada a mi cuello y escuché su voz gruesa qué grito— Он больше!, [¡es mayor!] — alguien más estaba con él e hizo lo mismo que el anterior, tocó mi cabeza hasta acariciar mi cabello.
— Сколько Вам лет?, [¿cuantos años tienes?] — solo escuché sin responder, en este momento mi voz no salía aunque quisiera, hasta que un jalón me hizo gritar por el dolor que me producía — ¡Отвечает!, [¡responde!].
Asentí al sentir otro jalón en mi cabello — Двадцать восемь, двадцать восемь —[¡veintiocho, veintiocho!] — respondí y de fondo escuché una risa muy ronca como de un fumador compulsivo, me soltó de su agarre y me liberaron del tobillo— Они заплатят за свою экзотическую внешность, ¡Уберите его!, [pagarán por su apariencia exótica, ¡llévensela!].
Alguien más me tomo del brazo y me jalo para que caminara, en tres ocasiones tropecé hasta caer al suelo, esas caídas fueron libres golpeándome muy duro en el rostro.
Hasta que aquel hombre me levantó, paso sus manos por mis piernas y me alzó, no podía creer el temple que tenía yo en este momento, no lloraba, no gritaba, no pataleaba, ni sollozaba, porque sabía muy en el fondo de que si hacía alguna de estas cosas sería peor para mí, ya que no ganaba nada más, más que me hicieran algo.
Y mientras escucha los ecos de aquellos pasos pesados de quien me llevaba, él tarareaba una canción, canción que al escucharla me hizo recordar nuevamente a Marcel, que en varias ocasiones lo escuché a él también tararear mientras estaba su mirada y atención puesta en su teléfono.
Y las únicas palabras que salieron con dolor después de todo lo que me estaba pasando fueron— ¿por qué lo hiciste Marcel?, yo te amaba y te sigo amando hermano.
Y solo esas palabras le dieron paso a unos sollozos casi inaudibles, me dolía mi corazón más de lo que podía soportar.
El sonido de una puerta abrirse se escuchó, dio unos cuanto pasos y me dejó sobre un colchón, quito la venda qué llevaba sobre mis ojos, mi vista era pésima, hasta que poco a poco su imagen era más nítida.
Al verlo solo me sonrió, me giró con fuerza y me desató— Веди себя хорошо и с тобой ничего не случится, [pórtate bien y nada te pasará] — Asentí en medio de un suspiro.
Aquel hombre rubio de ojos azul profundo, salió y cerró con llave la puerta, mi vista observó el pequeño y feo lugar, solo eran cuatro paredes sucias, en un rincón había una cubeta, no era tan difícil de imaginar para qué era el uso de esa cubeta.
Con la escasa luz que desprendía esa vieja lámpara podía notar pequeñas gotas adheridas al piso, abrí mis ojos en total sorpresa y terror de solo pensar, de quien pertenecía esa sangre y que le abran hecho para dejar miles de gotas por todo el piso.
Baje mi vista y al ver aquel colchón en donde estaba sentada, se veía que era viejo, con varios resortes salidos, estaba sucio y su olor no era nada grato, ni agradable.
Pero era el único lugar cómodo que había en esta pocilga, me recorrí hasta el rincón, observe el lugar hasta que abrace mis piernas con mucha fuerza mientras hundida mi rostro entre ellas.
Y solo me permití llorar, todo lo que no habia llorado, mi pecho dolía al igual que mi garganta por gritar y maldecir miles de veces a Marcel, a mi hermano Marcel.
No sé cuanto había durado así, en esa misma posición, pero mis lágrimas ya sé habían agotado, estaba secarse completamente, levanté mi vista y limpie con enojo el rastro que quedaba de alguna de ellas sobre mis mejillas.
Suspiré y solo asentí ante la situación, me resignaba más nunca aceptaría lo que empezaba a vivir, todo gracias a Marcel Villanueva.