Mis Tres Vidas

No tardaron mucho en llegar, yo estaba un poco agotada del viaje y necesitaba descansar, así que ver que llegaban rápidamente me hizo relajarme un poco. Yo estaba tomada de la mano de Arón cuando llegó el rey y sus hijos. Nada más verlos me dio un ligero escalofrío como si algo malo fuese a ocurrir. Uno de ellos se me quedó mirando fijo, observaba mi cuerpo de manera vulgar, me hizo sentir nerviosa.

Noté que se le acercó al rey que se encontraba mirando la mercancía, le dijo algo al oído sobre mí, lo sé. El rey volteó a verme enseguida. Arón se contrajo automáticamente, al parecer había notado que algo malo ocurriría al igual que yo. No dijeron nada, solo siguió revisando, luego de dar el visto bueno nos invitó a pasar dentro para realizar el pago.

Los tres marcharon y un empleado nos indicó el camino hacia su despacho. El lugar era majestuoso, lleno de lujos, retratos de otros reyes al parecer y muchos sirvientes por doquier. Llegamos a su despacho, yo aún estaba un poco nerviosa por lo ocurrido anteriormente, no soltaba la mano de Arón, a pesar de que ellas sudaban sin parar, el me sustuvo firmemente.

El rey llegó unos segundos después de nosotros, saco una bolsa de dinero considerable de su caja fuerte y se la entregó Arón, este tomó el dinero y se dispuso a salir rápidamente de allí, pero nos negaron el paso al instante. Resulta que el hijo menor del rey se había encaprichado conmigo y quería que pasara la noche con él.

Arón montó en cólera, pero me fue imposible defenderme, un grupo de soldados nos rodearon, me separaron de él. Fui llevada a una habitación donde me esperaban varias sirvientas, allí fui desinfectada y vestida con ropas limpias para luego ser entregada al príncipe Felipe como trofeo. No pude resistirme, ya que había varios guardias a mi alrededor dispuestos a entrar en acción de ser preciso e inmovilizarme y hacer que entrara en razón.

Mi esposo lo llevaron a fuera, lo tiraron al lado de la carreta que ya estaba allí. Los guardias de la entrada tenían órdenes de matarlo si intentaba entrar al lugar. Debía marchar y esperarme a tres metros de allí. Al amanecer sería devuelta. Yo sin mucho por hacer utilicé mis dones de elfa. Envié a un búho para localizar a mi esposo y saber dónde se encontraba, al ver que estaba fuera de peligro me sentí aliviada.

No me resistí, fingí aceptar mi destino. Luego de estar bien desinfectada y lista me llevaron a su habitación. El príncipe me esperaba dentro. Al llegar pidió que nos dejaran solos, pidió que me desvistiera, sus manos recorrieron mi cuerpo de manera inapropiada… Sentí asco. Cuándo me desinfectaron omitieron un detalle, quitarme la peineta.

Este fue un gran error, ya que con ella le corté el cuello antes de que me ultrajara, dentro mi peinado había una pequeña daga . Salte por la ventana antes de que los guardias notaran el hecho. Corrí hacia el muro, ya por ese entonces la alarma sonaba por todo el lugar. Salté el muro un poco torpe con el apuro, los guardias notaron que alguien huía y fueron tras de mí.

Yo invoque a un lobo alfa, era de los más veloces para qué nos ayudará a marchar. Divisé a mi esposo y le hice señas para que corriera. Corrió hacia mi encuentro en cuanto notó que era yo. Justo cuando iba a abrazarlo me tiró al suelo y en su pecho pude ver cómo se enclavaba una enorme fecha.

El lobo ya estaba allí, me ayudó a subirlo a su espalda con su boca, mientras yo hacía lo mismo, subirme a su enorme lomo. Una vez sobre el lobo este hecho a correr. Tomé la flecha del pecho de mi amado y comprobé la herida, era mortal. Él me miró y dijo perdón por lo de antes, te amo. Yo mordí mi muñeca y le dí a beber mi sangre, bebió con sus últimas fuerzas.