Entre Su Amor Y Mi Amiga.

Unos jeans azul y una blusa de tirantes blanca con una chaqueta y unos botines es lo que se coloca Sofía para irse al hangar familiar y subirse al jet privado, Katrina la llamo temprano y le pidió no contarle a nadie de su viaje así que en este momento que va en su auto en camino al hangar y su teléfono suena ella contesta al ver el nombre de Katy en la pantalla.

—Buenos días, amiga donde estás, hoy vine temprano al set, ya que decidieron que fuera yo la que hiciera la campaña de estos días según no tienes lo necesario para hacerla, pero no te sientas mal sí. —Comenta Katy emocionada por hacer la campaña que Sofía rechazo a última hora para ir a ayudar a su madre en las Bahamas.

—Por supuesto que no Katy, tú lo harás muy bien, te deseo mucha suerte.

—Y dónde estás aún duermes —Pregunta Katy.

—No, hoy me tomaré el día para ir de compras y al cine un día solo para mí.

—Si amiga es lo mejor para las depresiones, adiós cuídate —Katy cuelga feliz de saber que le ha ganado una a Sofía.

Sofía vio un poco imprudente la actitud de Katy, pero la justifica porque desde que regresó de suiza se ha quedado con cada campaña y a Katy le dejan cosas menores.

La pelirroja llega al estacionamiento y se baja de su auto, luego camina sonriente hacia el jet y saluda al personal que le da la bienvenida, la joven se sube al jet privado y se sienta en asiento colocándose cómoda, el lugar es un sueño, todo por dentro es lujoso y sus cojines de cuero dan ese aspecto elegante, hay varias habitaciones una sala de estar y hasta una cabina de juegos es un verdadero espectáculo.

—Bienvenida a bordo, señorita Rizzo coloques el cinturón que estamos a punto de despegar. —Anuncia una hermosa azafata de piel morena muy amable, la joven se retira y momentos más tarde el avión ya está en el aire, la pelirroja se coloca sus auriculares inalámbricos y procede a escuchar música y Ella Taubert resuena en sus oídos con su tema ¿Cómo pasó?

Por su cabeza una diapositiva de momentos lindos con Franco pasan por su cabeza los días de adolescencia, las miradas cómplices, su primer beso y cuando le pidió por medio de una tarjeta con un osito que fuera su novia, la noche de pasión en suiza, el beso el día de su regreso, los otros besos que le ha robado y las mil y una mentiras que le ha dicho.

Al parecer se está comenzando a volver loca o eso es lo que pasa en este momento por su mente, ya que el aroma a maderado y varonil de su eterno amor y tormento llega a sus fosas nasales no puede ser más que una completa locura una alucinación de su mente loca y revoltosa que no termina de aceptar que es ajeno y prohibido y un mentiroso sin remedio.

Ella está reclinada en el asiento, tiene su cabeza ligeramente hacia atrás como si usará una almohada en su cama, sus pies también están estirados por qué una extensión del asiento se lo permite, entonces termina de perder la razón y entra en una alucinación aún más profunda, siente los labios de ese hombre en los de ella, su respiración y su aliento mentolado, su aroma y hasta el olor de su piel, el sabor de sus besos.

Ella no abre los ojos porque se quiere permitir este momento, porque es claramente que se quedó dormida escuchando aquella melodía y al pensar en el amor de su vida lo atrajo a sus sueños, los labios de él se separan para que ambos puedan respirar y ella se queja sin querer abrir los ojos porque no quiere terminar el beso.

Los labios suaves y deliciosos que tanto anhela vuelven a unirse con los de ella y ella siente sus mejillas con sus manos y se aferra más a él, abre los ojos lentamente al darse cuenta de que no está soñando porque teme que ella confundido a otro hombre por su fijación por Franco y lo esté besando ahora, pero no, no es otro hombre, es Franco quien está con sus hermosos ojos azules y su sonrisa divina.

—Franco… Tú estás… Estás aquí — tartamudea en susurros por la impresión.

— Por supuesto que si diosa mía, aquí estoy yo, tu Franco —escucharlo, decir tal mentira, la enoja y se sienta bien.

—Qué demonios haces aquí, como te enteraste de mi trabajo en Bahamas, habla Franco — le grita molesta.

—Tranquila mi diosa, te lo diré, vine para poder hablar contigo y no regresaremos hasta haberlo hecho. — Dice y ella se cruza de brazos.

—No tenemos nada de que hablar, yo vine a trabajar — Él niega riendo.

—No lo es amor, mi hermosa cuñada me ayudó, estás son vacaciones para dos mi diosa.

—Qué, Katrina se prestó para semejante trampa, pero si ella sabe que eres un vil mentiroso — Franco se acerca y con bas manos la acorrala

—Se puede saber por qué carajos me llamas así Sofía, no te entiendo, solo quiero que estemos juntos y tú también quieres, por eso es que no te entiendo —grito exasperado.

—Por qué si te pongo nerviosa, tu cuerpo tiemblan y hago que tartamudees, no quieres estar conmigo y queriendo — dice y ella suspira profundo.

—No veo que ganas con este circo, con tus mentiras, Franco que pasó contigo, tú cambiaste mucho —Dijo con melancolía al recordar como era él antes, tan dulce y para nada mentiroso.

—Ese es el problema que no cambié, bueno, si lo hice un poco, en lo de tener muchas aventuras, pero fue gracias a ti Sofía — gritó frustrado.

—Me culpas a mí de quien eres ahora —Dice irónica.

—Si lo hago, pero no soy mentiroso, soy sincero, a todas les explico el término sexo casual, algo de una noche y tú eres la responsable — suspira y se pasa las manos por el cabello, ella se levanta y se sienta en un sofá lejos de él.

—Si Sofía, yo me enamore de ti desde los quince y que hiciste tú, me correspondes el beso, me sonríes, me das más besos y luego… Te fuiste —Aprieta los ojos.

—Tú solo te fuiste sin importarte mis sentimientos, en la tarjeta decía podemos esperar a tener más edad, pero serás mi novia igual.— se aprieta los ojos con una mano.

—No respondiste, te marchaste, entonces pensé, ¿para qué dar y entregar todo, si igual nadie lo va a valorar, se marchará y ya? —Sofía sintió culpa por eso, ella no hizo las cosas bien en su defensa era una adolescente.

—Cambié cerrando mi corazón, pero no en ser sincero, cuando te descubrí que era la misma chica que me robó el corazón en una sola noche… — hizo una pausa.

—Me juré que haría todo para que esta vez si fuera suficiente para ti y no, escúchalo bien, no me voy a dar por vencido.