En un pequeño pueblo donde los ecos del pasado aún resuenan en cada rincón, la vida de sus habitantes transcurre en un delicado equilibrio entre la esperanza y la desesperanza. A través de los ojos de aquellos que cargan con cicatrices invisibles, se desvela una trama donde las decisiones equivocadas y las oportunidades perdidas son inevitables. En esta historia, cada capítulo se convierte en un espejo de la impotencia humana, reflejando la lucha interna de personajes atrapados en sus propios laberintos de tristeza y desilusión. Lo que comienza como una serie de eventos triviales se transforma en un desgarrador relato de cómo la vida puede ser cruelmente injusta y, al final, nos deja con una amarga lección que pocos querrían enfrentar.
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Capítulo 14: La Preparación del Ritual.
El sol se había escondido detrás de una cortina de nubes pesadas, y el cielo se tornó gris y sombrío, como si el propio mundo anticipara el desafío que Clara estaba a punto de enfrentar. El tiempo parecía haberse detenido en los días previos al ritual. Clara pasó cada momento libre revisando los textos antiguos y preparando los componentes necesarios, sumergiéndose en una tarea que requería tanto precisión como fortaleza emocional.
La noche antes del ritual, Clara se encontraba en la pequeña sala de su apartamento, que había transformado en un espacio dedicado a su preparación. Había colocado sobre una mesa una serie de objetos que necesitaba para el ritual: velas negras, una serie de hierbas secas, un cuenco de plata, y el libro antiguo que había encontrado en la librería. A su alrededor, esparció una serie de símbolos dibujados en tiza blanca, siguiendo las instrucciones de los textos.
El ambiente estaba cargado de una tensión palpable. Clara había pasado horas organizando los componentes y repasando las palabras del hechizo, pero la realidad de lo que estaba por hacer seguía siendo abrumadora. La perspectiva de enfrentarse a lo desconocido y la posibilidad de un precio alto la hacían sentir tanto miedo como determinación.
Mientras revisaba por última vez los materiales, el teléfono sonó. Era Gabriel, quien había prometido estar en contacto para cualquier eventualidad.
—Hola, Clara —dijo Gabriel al otro lado de la línea—. Solo quería asegurarme de que estés lista para esta noche. ¿Cómo van los preparativos?
—Hola, Gabriel —respondió Clara—. Los preparativos están casi completos. He seguido todas las instrucciones, pero aún no puedo dejar de sentirme nerviosa. La idea de lo que podría suceder es aterradora.
—Es normal sentirse así —dijo Gabriel con un tono tranquilizador—. Enfrentar lo desconocido siempre genera miedo. Lo importante es que has hecho todo lo posible para prepararte. Solo asegúrate de seguir cada paso con precisión y no te apresures. La paciencia es clave.
—Lo haré —dijo Clara—. Gracias por tus palabras. Aprecio mucho tu apoyo.
—Recuerda también que estar mentalmente preparada es tan importante como estar físicamente lista. Tómate un momento para centrarte y respirar. El ritual es tan poderoso como el estado de ánimo con el que lo enfrentes —añadió Gabriel.
—Lo tendré en cuenta. Gracias de nuevo por todo —respondió Clara.
Colgó el teléfono y se dirigió al pequeño altar que había preparado. Encendió las velas con un temblor en las manos, cada llama proyectando una luz vacilante que parecía danzar al ritmo de su nerviosismo. La atmósfera en la habitación se cargó con el aroma de las hierbas y el humo de las velas, creando un ambiente tanto místico como inquietante.
Clara se sentó frente al altar y miró los símbolos que había dibujado en el suelo. Eran figuras geométricas complejas, llenas de significados ocultos que solo ella y los textos antiguos comprendían completamente. Repasó las palabras del hechizo en voz baja, intentando familiarizarse con cada sílaba y su significado.
El tiempo pasó lentamente, y la noche se asentó completamente sobre la ciudad. Clara sabía que el ritual debía comenzar a la medianoche, cuando la energía de la oscuridad estaba en su punto más alto. Mientras esperaba, su mente corría en varias direcciones. Se preguntaba si había pasado por alto algún detalle, si había algo más que pudiera hacer para garantizar que el ritual tuviera éxito.
Finalmente, el reloj marcó la medianoche, y Clara supo que era el momento de comenzar. Tomó una respiración profunda y se preparó para iniciar el ritual. Sus manos temblaban ligeramente mientras seguía los pasos descritos en los textos antiguos, cada movimiento cuidadosamente ejecutado.
Colocó las hierbas en el cuenco de plata y las encendió con una chispa de la vela negra. El aroma a quemado y a hierbas llenó la habitación, envolviéndola en una niebla ligera. Luego, con un sentimiento de determinación, comenzó a recitar las palabras del hechizo, su voz temblando ligeramente al principio, pero ganando confianza con cada palabra pronunciada.
A medida que avanzaba en el ritual, Clara sintió una extraña mezcla de paz y ansiedad. La energía en la habitación parecía cambiar, y el aire se volvió más denso, como si algo estuviera a punto de romperse o revelarse. Los símbolos en el suelo parecían brillar débilmente, y Clara se concentró en mantener el enfoque.
Sin embargo, a medida que se adentraba en el ritual, algo comenzó a ir mal. Un viento inesperado sopló a través de la habitación, apagando las velas y esparciendo las hierbas. La atmósfera se volvió tensa y pesada, y Clara sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. La sensación de que algo oscuro y poderoso estaba despertando se intensificó, y su corazón comenzó a latir con fuerza.
Clara intentó reencender las velas y reorganizar los componentes, pero la sensación de que el ritual estaba fuera de su control se hacía más fuerte. Cada vez que parecía que estaba volviendo a la normalidad, un nuevo problema surgía, dificultando aún más la ejecución del hechizo.
Desesperada, Clara continuó intentando realizar el ritual, pero la incertidumbre y la creciente oscuridad la envolvieron. A pesar de sus esfuerzos, no podía evitar la sensación de que el pacto estaba resistiéndose a ser deshecho, como si la fuerza que lo mantenía estaba luchando contra sus intentos de liberación.
El reloj seguía marcando el paso del tiempo, y Clara sabía que debía mantener su enfoque a pesar de las dificultades. Su determinación era la única cosa que la mantenía en pie mientras enfrentaba la creciente oscuridad que parecía llenar la habitación. Sabía que el ritual era una prueba de su voluntad y de su fortaleza.