En un futuro distopico, la humanidad vive bajo el yugo de un gobierno totalitario que controla cada aspecto de la vida. La protagonista, Elena, es una joven habil en el combate y la tecnología. Tras la captura de su hermano menor por las fuerzas del régimen, decide unirse a un grupo de rebeldes conocido como "los sombra"
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La primera Misión
Elena apenas había tenido tiempo para adaptarse a su nueva vida en “Los Sombra”. Cada día era un desafío, cada entrenamiento era una prueba de resistencia. Se había ganado el respeto de sus compañeros, pero la presión de la misión que se avecinaba comenzaba a pesar sobre sus hombros. Era su primera misión real, y el nerviosismo la invadía.
La sala de operaciones estaba llena de mapas y pantallas que mostraban datos sobre la ciudad. Axel había convocado a todo el grupo para discutir los detalles de la misión. “Esta noche, nos infiltraremos en el centro de comunicaciones del régimen,” comenzó, su voz firme. “Necesitamos desactivar su sistema de vigilancia. Si lo logramos, podremos ganar tiempo para mover a nuestros aliados y reabastecernos.”
Elena se ajustó la chaqueta y escuchó atentamente. Sabía que el éxito de la misión dependía de su capacidad para actuar con rapidez y precisión. Axel continuó, “Elena, tú serás parte del equipo de infiltración. Conocerás los sistemas desde adentro. Debes ser rápida y discreta.”
La adrenalina comenzó a fluir en sus venas. Era su oportunidad de mostrar lo que había aprendido. “Estoy lista,” respondió con determinación.
La noche llegó y el grupo se reunió en el punto de encuentro. El aire estaba cargado de tensión, pero también de camaradería. Cada miembro del equipo se preparaba, revisando sus equipos y asegurándose de que estaban listos para el desafío. Elena sintió una mezcla de miedo y emoción; nunca había estado tan cerca de una acción real.
Con un plan en mente, se movieron en silencio por las calles oscuras, utilizando los callejones para evitar ser vistos. Las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos, y el sonido de patrullas resonaba en la distancia. Cada esquina parecía un posible peligro, pero el equipo avanzó con cautela.
Al llegar al centro de comunicaciones, se ocultaron detrás de un contenedor de metal. Axel hizo una señal, y todos se prepararon para entrar. “Recuerda, tu objetivo es la sala de servidores. Necesitamos que desactives el sistema de seguridad. Lo demás es trabajo de los demás,” le susurró Axel.
Elena asintió y se acercó a la entrada. Con un pequeño dispositivo que había aprendido a usar, logró desbloquear la puerta principal. La adrenalina corría por sus venas mientras cruzaban el umbral. El interior estaba oscuro y silencioso, solo interrumpido por el zumbido de las máquinas.
“Dividámonos,” ordenó Axel en voz baja. “Elena, tú y Marco irán a la sala de servidores. El resto, asegúrate de cubrirnos.”
El corazón de Elena se detuvo un momento al escuchar el nombre de Marco. Había sido su amigo de la infancia, y su desaparición había sido uno de los factores que la había impulsado a unirse a la resistencia. “Vamos,” dijo él, guiándola por un pasillo estrecho.
Mientras avanzaban, la tensión aumentaba. Elena pudo escuchar el sonido de pasos. “Rápido, aquí,” dijo Marco, arrastrándola a un rincón oscuro. El sudor le corría por la frente, y su mente se centró en la tarea que tenían por delante.
Finalmente, llegaron a la sala de servidores. Las luces parpadeaban y las pantallas mostraban información en tiempo real. “Esto es,” murmuró Marco mientras Elena se acercaba a la consola. Con manos temblorosas, comenzó a trabajar en el sistema.
“¿Puedes hacerlo?” preguntó Marco, mirando por la puerta.
“Sí, solo necesito un momento,” respondió, concentrando toda su energía en el código. Sabía que si fallaba, todo estaría perdido. Las líneas de código comenzaron a fluir ante sus ojos, y su mente se enfocó en desactivar las alarmas.
De repente, un sonido de alerta resonó en el edificio. “¡Elena!” gritó Marco, su voz llena de pánico. “¡Se acercan!”
Elena sintió que el tiempo se detenía mientras sus dedos se movían rápidamente. “¡Casi lo tengo!” exclamó, sintiendo la presión aumentar. La pantalla mostró un mensaje de confirmación; había logrado desactivar el sistema de seguridad.
“¡Vamos!” gritó Marco, y ambos se lanzaron hacia la salida justo cuando la puerta se abrió de golpe. Un grupo de soldados entró, y el caos se desató. Con un impulso, Elena y Marco corrieron por el pasillo, esquivando a los soldados que intentaban atraparlos.
“¡Por aquí!” gritó Marco, llevando a Elena hacia una salida de emergencia. Corrían a toda velocidad, el sonido de sus corazones resonando en sus oídos, mientras las alarmas sonaban a su alrededor.
Finalmente, lograron salir del edificio y se unieron al resto del equipo en un callejón cercano. Exhaustos, pero aliviados, se dieron cuenta de que habían sobrevivido. Habían conseguido lo que se proponían.
“Lo hicimos,” respiró Elena, aún temblando. “Lo hicimos.”
Pero en el fondo, sabía que esta era solo la primera de muchas batallas en su camino hacia la libertad.