Entre Las Sombras Y Poder

El aire frío de las montañas golpeaba el rostro de Luca, haciéndolo sentir más despierto que nunca. El camino serpenteante que seguían estaba cubierto por una delgada capa de nieve, y la niebla se aferraba al paisaje, ocultando lo que se encontraba más allá. Cada paso que daban hacia el norte los alejaba más de Verona y de cualquier seguridad que hubieran conocido.

El silencio entre Alessandro y Luca era cómodo, pero cargado. Habían hablado lo justo desde que dejaron la cabaña, ambos concentrados en el objetivo: encontrar respuestas, desenterrar los secretos de los Destinados y entender su papel en todo este juego mortal.

Finalmente, después de horas caminando en ascenso, Alessandro se detuvo frente a un acantilado. Allí, entre las rocas, se alzaba una puerta antigua, de madera desgastada y adornada con símbolos que Luca no reconocía.

—Este es el lugar —murmuró Alessandro, sus ojos recorriendo los símbolos mientras su mano acariciaba el pomo de la puerta—. Según las historias, este templo es uno de los pocos lugares en los que podemos obtener respuestas.

Luca lo miró, sintiendo una mezcla de ansiedad y curiosidad. Había esperado una entrada más grandiosa, algo que reflejara la importancia de la profecía que se les había revelado. En cambio, este lugar parecía abandonado, como si hubiera estado esperando por siglos a ser redescubierto.

—¿Y qué hacemos ahora? —preguntó Luca, acercándose lentamente a la puerta.

—Entramos —respondió Alessandro, con la voz grave pero firme—. Lo que sea que necesitemos saber está ahí dentro. Pero hay algo que debes entender, Luca. Este lugar pone a prueba a los que buscan su conocimiento. Las historias hablan de pruebas que revelan tus miedos más profundos, tus debilidades, y solo los que son dignos pueden salir.

Luca tragó saliva, sintiendo el peso de la advertencia. Estaba asustado, pero sabía que no podían dar marcha atrás. Todo en su vida había cambiado desde que Alessandro lo había reclamado, desde que había sido arrastrado a este mundo lleno de violencia, poder y misterios ancestrales. Ahora tenía que enfrentar lo que fuera que este templo ocultaba, no solo por él, sino por lo que Alessandro significaba para él, aunque todavía no entendiera completamente qué era.

Con una última mirada de complicidad entre ellos, Alessandro empujó la puerta, que se abrió con un chirrido antiguo, como si el mismo tiempo se resistiera a dejarles entrar. Adentro, la oscuridad los recibió con los brazos abiertos.

El aire era espeso y cargado de una energía que hacía que los pelos en la nuca de Luca se erizaran. Apenas pusieron un pie dentro, las antorchas a lo largo de las paredes de piedra se encendieron por sí solas, iluminando un largo corredor que se extendía más allá de lo que los ojos podían alcanzar.

—Ten cuidado —dijo Alessandro, sus ojos recorriendo cada rincón—. Este lugar tiene sus propios guardianes.

—¿Guardianes? —preguntó Luca, su voz apenas un susurro.

Alessandro asintió, señalando las sombras que se movían entre las antorchas. Parecían figuras humanas, pero su presencia no tenía sustancia, como si fueran ecos de algo antiguo.

—Se dice que este templo está protegido por los espíritus de aquellos que intentaron desentrañar sus secretos y fracasaron —explicó Alessandro, su tono lleno de respeto y precaución—. No podemos subestimarlos.

Avanzaron en silencio, sus pasos resonando en el corredor vacío. Cada tanto, Luca sentía que las sombras los observaban, susurrando en un idioma que no podía comprender. Era como si el templo mismo estuviera vivo, juzgándolos con cada paso.

Después de lo que parecieron horas, llegaron a una cámara circular. En el centro había un pedestal de piedra, y sobre él, un antiguo manuscrito cubierto de polvo. Alessandro se acercó lentamente, sus ojos brillando con una mezcla de fascinación y precaución.

—Este es —dijo, apenas conteniendo su emoción—. Aquí es donde encontraremos las respuestas que necesitamos.

Luca se acercó también, pero antes de que Alessandro pudiera tocar el manuscrito, una voz resonó en la cámara. No era una voz humana, sino algo más profundo, algo que provenía de las paredes mismas.

—Solo los verdaderos herederos del destino pueden tocar lo que aquí yace —dijo la voz, resonando con una autoridad que llenó la sala.

Alessandro y Luca intercambiaron miradas. Sabían lo que eso significaba: tendrían que demostrar que eran dignos de las respuestas.

—¿Qué tenemos que hacer? —preguntó Luca, su voz temblando levemente.

La cámara comenzó a oscurecerse, y de las sombras emergieron figuras imponentes, guardianes con formas humanoides pero ojos vacíos, como si fueran reflejos de un poder antiguo.

—Demuestra que puedes resistir lo que te atormenta —dijo la voz—. Solo así podrás reclamar tu destino.

De repente, las figuras se abalanzaron sobre ellos, pero no con violencia física. En lugar de atacar, se desvanecieron en humo y envolvieron a Luca y Alessandro, sumergiéndolos en visiones, en los rincones más oscuros de sus mentes.

Luca sintió que su entorno se desvanecía, y cuando abrió los ojos, ya no estaba en el templo. Estaba en un lugar que conocía demasiado bien: el club "El Paraíso". Frente a él, los hombres que siempre lo miraban con desprecio se reían, sus voces llenas de burla.

—Eres solo una herramienta para él —susurraba una voz detrás de Luca—. Nada más que un peón en su juego.

El miedo que había sentido desde que conoció a Alessandro lo envolvía de nuevo, esa sensación de ser insignificante en un mundo mucho más grande de lo que podía comprender.

Pero había una diferencia esta vez. Alessandro estaba en su vida, y con él, las cosas eran diferentes. No era solo un peón, no era solo un objeto en el juego de alguien más. Era alguien importante, alguien que tenía el poder de elegir su destino.

Con esa determinación, Luca apartó las sombras que lo envolvían, enfrentándose a ellas con una convicción que antes no sabía que tenía.

Cuando volvió a la realidad del templo, Alessandro también estaba de pie, respirando con dificultad, pero ileso. Ambos habían superado la prueba.

—Es nuestro destino —dijo Alessandro, mirando a Luca con una intensidad renovada—. Y juntos, lo enfrentaremos.