EL CUSTODIO DE MI CORAZÓN

Malcon Vega era aquel hombre que maldecia y rompía todo lo que estaba a su alrededor, en su mano tenía una foto de Jeysi...

Tan cerca que estuve de tenerte por fin mi cachorrito, pero por culpa de la ineptitud de esos imbéciles te me escapaste de las manos - decía mientras pasaba sus dedos por el rostro del chico en la foto -

Hace un par de años lo había visto en una reunión de altos mandos de la ciudad donde los padres de Jeysi asistieron con él, desde ese día no dejó de pensar en el menor, empezó a mandarle regalos a su casa e incluso a su colegio pues en ese entonces el chico apenas tenía 15 años, siempre los enviaba anónimos, le hacía invitaciones para salir a comer, cenar, ir al cine y otros lugares con la excusa de conocerlo en persona, pero al ver que el chico siempre rechazaba cualquier regalo que le enviara y siempre se negaba a alguna salida lo estaba enloqueciendo, cada rechazo o negación del jovencito hacia que el hombre enfureciera y se obsesionarse más con él.... y quien pagaba todo eso era su esposa a la cual golpeaba y fue peor cuando se enteró que en una fiesta Jeysi se estaba besando con un chico que acababa de conocer, ese día Malcon golpeó tanto a su esposa que fue a parar al hospital, siendo esa la última golpiza pues el hijo de ambos convenció a su madre de dejar a ese maldito hombre, pues su no quería denunciarlo por lo menos que se alejara de él. Malcon siempre veía a Jeysi desde lejos.

Algún día serás mío cachorrito, voy a quitarte toda esa prepotencia que tienes - decía observándolo desde lejos -

Volviendo a la actualidad, Malcon pensó que, si quería que las cosas les salgan bien, pues tendría que hacerla el mismo.... Solo tendría que esperar a que las cosas se enfriaran para volver a actuar, así le tome años, ese lindo cachorrito sería suyo...

En casa de Jeysi....

Al día siguiente ya había un hombre esperando al joven, el chico lo mira de pies a cabeza y sonrió maliciosamente.

A ver cuanto duras - pensó -

¿Su nombre es? - preguntó -

Bastian joven - habló el hombre con la mirada fija al frente -

Mucho gusto .... Hum .... azul, ya que estarás conmigo tooodooo el día, te pediré amablemente que no le lances miradas amenazantes a todo aquel que se me acerque ¿ok? - dijo el joven con una hermosa sonrisa -

¿Azul? Bastian joven - corrigió el hombre -

Una de las ayudantes de casa, miró al custodio y le dijo que no perdiera su tiempo, que el jovencito siempre cambiaba los nombres por colores, es solo cuestión de acostumbrarse.

El hombre sólo asintió y salió detrás del chico.

Y así como Azul, pasaron en el transcurso de 3 años un sin fin de custodios, pues nadie aguantaba al jovencito y sus caprichos, todos decían que era más cansado y riesgoso que enlistarse en el servicio militar, hasta les recomendaban a sus padres que le pongan un militar para custodiarlo, que solo uno de ellos podría seguir su ritmo.