– ¡ESE NO ES MI HIJO!.
Eso fue lo último que Jake le dijo a Natasha, su esposa. Así la hecho de la mansión y de su vida, estando embarazada de su bebé, haciéndole caso a las malas lenguas que decían que lo había engañado.
Pero la vida le jugaría una doble jugada y literalmente doble.
Natasha decidió irse al campo a iniciar una vida nueva, criando sola a sus dos hijos Adler y Nicole, mellizos. Muchos años más tarde, a la mansión vecina a su granja se muda Jake con su nueva mujer e hijo de la misma edad que los suyos.
Intentará luchar por su perdón pero... ¿Que pasará cuando el corazón de Natasha se vea invadido por otro hombre?.
Oliver, un hijo ilegítimo del padre de Jake, un guapo hombre que creo su propio y exitoso negocio con el cual se hizo conocido además de ser llamado "El Vassil ilegítimo".
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Capítulo 21: *¿Corres?...*
NICOLE
Volvimos al circuito al día siguiente, todos estábamos ansiosos por las prácticas antes de las clasificatorias. Llegamos junto Adler al taller, vemos a todos riendo, incluso Ryan.
Se gira hacia nosotros.
– Buenos días a todos –dice Adler–. ¿Cómo están?.
– Bienvenido, Adler –le dice Erick–. Estábamos esperándote.
– ¿Todo listo para las prácticas? –les pregunto.
– Así es –Ryan se cruza de brazos–. Ethan y Erick tienen probar sus autos.
– Bien –Ethan aplaude–. Vamos a cambiarnos. Nos vemos afuera.
El "Nos vemos afuera", sentí que estaba dirigido a mí, pero es imposible su novia está aquí.
Me quito esos pensamientos de la cabeza y voy a las gradas dónde me siento, Barry se sienta junto a mí y Ryan parado a su lado. Me es inevitable no mirar, es tan guapo como malhumorado.
Miramos la carrera, hay buenos corredores sinceramente. Un Ferrari rojo conduce por la pista bajo la mirada de todos.
– Mmhh... –Ryan mira el auto–. Va demasiado rápido, va a derrapar.
– ¿Tu crees? –le pregunta Barry.
– En la próxima curva lo hará –dice señalando la pista.
Lo miro curiosa y luego miro la pista, pasa exactamente lo que dijo que pasaría, el auto derrapa a gran velocidad y se da contra una pared. El conductor sale enfurecido.
Miro a Ryan con una sonrisa y sorprendida.
– Adivinaste –le digo.
– Era fácil de ver, estaba demasiado entusiasmado –dice Ryan.
– No, no... –niego–. Eso no es fácil. Dime una cosa, acaso tu... ¿Corres?.
Me sonríe y niega con la cabeza.
– No, no corro –dice–. Solo veo muchas carreras.
– Claro... –digo sospechando.
...****************...
NATASHA
Mientras mirábamos las carreras Benicio me dijo que quería ir al baño y yo lo acompañe, le aviso a Oliver y me voy junto a nuestro hijo.
Llegamos a los baños y lo espero afuera de él.
– Eres muy astuta, Natasha –dice detrás mío.
Maldición, Jake.
– ¿Que quieres? –le pregunto–. ¿No te cansas de joderme la vida?.
– Solo te dije un cumplido –se encoje de hombros–. No dije nada malo.
– Tus cumplidos tragatelos –le digo cortante–. No me molestes, no provoques a Oliver ni a Adler.
– Oliver, claro... Pobre –dice–. Lo engañas, te casaste por conveniencia además te viste obligada a darle tres hijos.
– Por favor, Jake –me río–. Acepta que me enamoré de alguien más y ese alguien es quien me hace la mujer más feliz de la tierra.
– Lo mismo me decías a mí. ¿Recuerdas? –pregunta.
– Claro. ¿Cómo olvidar al hombre más cobarde de la eternidad? –me cruzo de brazos–. Me arrepiento de todo lo que viví contigo, a excepción de mis hijos.
– Les cambiaste el apellido –dice molesto–. ¿Cómo...?
– No, no, no... espera ahí y no digas nada más –lo callo–. Jamás obligue a mis hijos a cambiar su apellido, ellos quisieron porque vieron un padre en Oliver y acepte porque vi lo mismo.
– Y por la herencia, ¿no? –se cruza de brazos–. No eres tan inocente como cuando te conocí. Eres inteligente y sabes lo que haces.
– La herencia me importa poco y nada, Jake –le digo–. Pero admito que soy inteligente, fui inteligente al olvidarte, al seguir adelante y al enamorarme del mejor hombre que pude haber conocido en mí vida.
...****************...
OLIVER
Escucho las palabras que Natasha le dice, sonrío ante su valentía y determinación. Pero creo que fue suficiente decido salir a ayudarla.
– Y sigues, Jake Vassil –digo acercándome.
Me pongo enfrente de Natasha enfrentando a Jake. No permitiré que moleste ni insulte a mí mujer.
– No es asunto tuyo, Oliver... O si –dice–. Te casaste con una caza fortunas.
– ¿Tan mal perdedor eres? –lo miro sobrante y me giro hacia Natasha–. ¿Beni sigue adentro?.
– Si, amor. Aún está ahí –me responde.
– Mí hijo está aquí, Vassil –le digo–. Basta, déjanos en paz o me veré obligado a hacer cosas que me desagradan.
Benicio sale del baño y nos mira confundido, lo tomo de su manito y nos vamos los tres dejando a Jake solo con sus penas.
Volvemos a las gradas con los demás.
– ¿Paso algo, papá? –pregunta Adler–. Tardaron bastante.
– Nada, hijo. Solo un pequeño problema –le sonrío–. Nada importante.
– Avísame cualquier cosa, papá –me dice–. Si algo les molesta podemos volver a Italia.
– ¿Cómo así, hijo? –le digo sonriendo–. Claro que no.
– Pero aún así, me avisan –dice y miramos las prácticas.
– ¿Haz encontrado algún problema en el auto? –le pregunto.
– Algunas modificaciones sin importancia –me mira–. Nada importante o riesgoso.
– Claro, tengo fe en que tu auto será el ganador –lo aliento.
– Gracias, papá –me sonríe.