Novio Por Catálogo

Aidan abrió los ojos con pesadez por el constante rebote del colchón. Dio un respingo al notar que la fuente de aquellas vibraciones era el cuerpecito de Carrie montándose encima de él, dando brincos de alegría sobre una zona de su cuerpo que no debía tocar. Se retorció un poco fingiendo una sonrisa inocente, negándose a demostrar su tortura personal con tal de no despreciar las demostraciones de cariño que Carrie le daba.

«La poción me convirtió en un pervertido,» Aidan pensó reprimiendo un jadeo de puro placer, arrugando las sábanas satinadas con sus manos. Una frotadita de esas por las mañanas siguientes, no le caería mal.

—Mi hermano acaba de irse, ya puedes salir —Carrie ronroneó depositándole un suave beso en la mejilla—. Estaremos solos en casa está noche, afortunadamente papá tuvo que asistir a un seminario en las afueras de la ciudad y mi hermano casi siempre regresa de madrugada desde que le dije que está pasado de moda.

Aidan parpadeó. Los efectos de la poción continuaban vigentes en su sistema, con menos intensidad, pero ahí estaban.

—¿Por qué le dijiste eso? —atinó a preguntar, gimiendo frustrado porque Carrie frenó sus movimientos.

—Porque quería ser mi acompañante en la fiesta de graduación —contestó no muy segura—. A papá le dije que está viejo y ha estado un poco deprimido después de eso. ¿Tú crees que le vendría bien una novia? Puedo buscarle una. Papá no es feo, sólo está un poco viejito y arrugado…

Aidan escondió una mueca de preocupación, asintiendo con la cabeza ante los razonamientos de la chica. Si ella le encontraba defectos a sus seres más queridos, ¿qué impresión tendría de él? Maldijo porque por primera vez le interesaba la opinión de una de sus novias.

Carrie rió percatándose de la expresión de él.

—Pero eres tú perfecto —murmuró acariciando su rostro con el dorso de la mano—, de lo contrario no estarías conmigo.

—Tú tampoco estas mal —dijo sentándose sobre la cama.

Un leve sonrojo apareció en el rostro de la chica, quien se incorporó en un ágil movimiento escapándose de su regazo. Aidan la siguió con la mirada hasta la puerta de la habitación, ella tenía el cabello húmedo y enredado, lo que le indicaba que acababa de ducharse. A diferencia de la noche pasada, vestía un conjunto de vaqueros azules y un suéter de lana en diferentes tonalidades de verde.

Carrie apoyó la cabeza en la puerta mirando juguetonamente al hombre que descansaba en su cama, ni siquiera Paul había estado ahí alguna vez. Su corazón palpitaba con emoción, expectante a cualquier movimiento o petición de Aidan. Tenía suerte de no ser una chica tímida en su totalidad, sino no habría reunido el valor suficiente para dormir en su regazo.

—¿Quieres que te prepare algo en especial para el desayuno?

Él negó con la cabeza poniéndose de pie.

—Oh, cierto —murmuró apenada Carrie—. Olvidaba que nunca has comido, así que, me esforzaré —comenzó a alejarse de la habitación sin darle la espalda—. Puedes asearte mientras cocino, sabes cómo hacerlo, ¿verdad?

Una sonrisa pícara se dibujó en el rostro de Aidan.

—¿Y si digo que no, lo harás tú?

Carrie negó enérgicamente con sus manos, retrocediendo con más velocidad.

—Sabes, te daré tu espacio para que descubras algunas cosas por ti mismo —gritó bajando las escaleras—. En el baño coloqué algunas prendas de mi hermano que seguro te quedarán. ¡Apresúrate porque saldremos dentro de una hora!

Aidan dejó de escuchar las pisadas torpes y apresuradas de Carrie. Hechizado o no, ella le caía bien.