Elena nunca había imaginado que su vida cambiaría de manera tan drástica al cumplir diecisiete años. Criada en una tranquila ciudad costera, sus días transcurrían entre las aulas del instituto y las tardes en la biblioteca local, donde su amor por la historia y el arte florecía. Sin embargo, todo dio un giro inesperado cuando su padre, un renombrado historiador, recibió una oferta de trabajo que no podía rechazar.La oferta provenía de Adrian, el misterioso dueño de una galería de arte en la lejana ciudad de Ravenwood.
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Capítulo 14: La Llegada de Víctor
La luna llena brillaba intensamente sobre Ravenwood, proyectando sombras largas y ominosas sobre las calles empedradas. La ciudad dormía, pero en un rincón oscuro de la plaza central, una figura se movía con una gracia depredadora, sus ojos centelleando con una mezcla de ira y determinación. Víctor había llegado a la ciudad.
Víctor, un vampiro antiguo, había sido el enemigo de Adrian desde tiempos inmemoriales. Su rivalidad no solo se debía a diferencias personales, sino también a un amor compartido por la misma mujer. Y ahora, siglos después, esa mujer, o al menos su reencarnación, estaba en Ravenwood. Elena.
Mientras tanto, Elena estaba en su casa, tratando de concentrarse en sus estudios. A pesar de su intento por mantener una rutina normal, la presencia de Adrian y la profundidad de sus sentimientos hacia él la mantenían distraída. Sabía que algo oscuro y profundo se movía en las sombras, pero no podía identificarlo.
Esa noche, decidió salir a caminar para despejar su mente. Se puso un abrigo y se dirigió hacia el bosque cercano, donde solía encontrar paz. No sabía que esa misma noche, su vida cambiaría para siempre.
En el claro del bosque, Adrian estaba esperando. Había sentido la presencia de Víctor desde su llegada y sabía que pronto habría un enfrentamiento. No podía permitir que Víctor se acercara a Elena. Cuando vio a Elena acercarse, su corazón dio un vuelco. Sabía que debía mantenerla a salvo.
"Adrian," llamó Elena al verlo, una sonrisa iluminando su rostro. Pero su sonrisa se desvaneció cuando vio la preocupación en los ojos de Adrian. "¿Qué pasa?"
"Elena, necesitas volver a casa," dijo Adrian con urgencia. "No es seguro aquí."
Antes de que Elena pudiera protestar, una risa fría y siniestra resonó en el claro. "Vaya, vaya, Adrian. ¿Protegiendo a tu preciada Elena otra vez?"
Elena se giró y vio a Víctor por primera vez. Su apariencia era elegante, con un aire de peligro palpable. Sus ojos oscuros brillaban con una malicia que la hizo estremecer.
"¿Quién eres?" preguntó Elena, su voz apenas un susurro.
"Soy Víctor," dijo él, haciendo una reverencia exagerada. "Un viejo... conocido de Adrian. Y parece que también de ti, querida."
Adrian dio un paso adelante, colocándose entre Víctor y Elena. "Déjala en paz, Víctor. Esto no tiene nada que ver con ella."
"¿No tiene nada que ver?" Víctor rió. "Ella es la reencarnación de Elisa, nuestra Elisa. ¿Y crees que voy a permitir que te la lleves otra vez?"
Elena miró a Adrian, buscando respuestas. "¿De qué está hablando? ¿Qué está pasando?"
"Elena, hay mucho que no entiendes," dijo Adrian suavemente. "Víctor y yo tenemos una historia larga y complicada. Y sí, tú... eres la reencarnación de alguien que ambos amamos hace mucho tiempo."
"¡Exactamente!" exclamó Víctor. "Y esta vez, no voy a dejar que te la lleves."
Adrian frunció el ceño. "Elena no es un objeto para ser poseído. Ella tiene derecho a decidir por sí misma."
Víctor ignoró la declaración de Adrian y dio un paso más cerca, sus ojos clavados en Elena. "Elena, ¿quieres saber la verdad sobre tu pasado? ¿Sobre quién eras realmente?"
Elena asintió, sus ojos grandes y llenos de confusión. "Sí, quiero saberlo."
"Éramos parte de la nobleza en el Renacimiento," comenzó Víctor. "Tú eras Elisa, una joven con una belleza y espíritu que capturaron a todos a tu alrededor. Adrian y yo éramos amigos cercanos, hasta que ambos nos enamoramos de ti."
Adrian cerró los ojos, recordando el doloroso pasado. "Elisa eligió estar conmigo," dijo en voz baja. "Y Víctor nunca me lo perdonó."
"¡Porque no debiste haberla tenido!" gritó Víctor, la rabia evidente en su rostro. "Ella debía ser mía."
Elena retrocedió un paso, tratando de asimilar toda la información. "Esto es... demasiado. No puedo..."
Adrian se giró hacia ella, sus ojos llenos de preocupación. "Lo sé, Elena. Pero ahora no es el momento de revivir el pasado. Tenemos que mantenerte a salvo."
"Exactamente," dijo Víctor, avanzando nuevamente. "Y estarás más segura conmigo, Elena. Puedo protegerte de cualquier cosa, incluso de Adrian."
"¡No!" exclamó Adrian, levantando una mano. "No voy a permitir que te acerques a ella."
Elena se interpuso entre los dos vampiros, su voz temblando pero firme. "¡Basta! No soy un trofeo para que peleen. Soy una persona con mis propios pensamientos y sentimientos. Y no sé qué está pasando exactamente, pero no quiero que ninguno de ustedes se lastime por mí."
La tensión en el claro era palpable. Los tres se miraron fijamente, las emociones fluctuando en el aire.
Finalmente, Adrian habló, su voz calmada pero decidida. "Elena tiene razón. No somos bestias. Víctor, si realmente la amas, respeta su decisión."
Víctor frunció el ceño, pero la intensidad de su mirada se suavizó ligeramente. "Muy bien, Adrian. Le daré la opción a Elena. Pero te advierto, no renunciaré a ella tan fácilmente."
Adrian asintió. "Que así sea."
Elena respiró hondo, sintiendo el peso de la decisión que tenía ante ella. "Necesito tiempo para pensar," dijo, mirando a ambos hombres. "Esto es demasiado para procesar de una vez."
Víctor asintió. "Te daré tiempo, Elena. Pero no olvides lo que te he dicho. Siempre estaré aquí para ti."
Adrian se acercó a Elena y la tomó de la mano. "Vamos a casa," dijo suavemente. "Hablaremos más cuando estés lista."
Mientras caminaban de regreso a la ciudad, Elena sintió una mezcla de emociones. La revelación de su pasado, la tensión entre Adrian y Víctor, y su propio lugar en todo esto la abrumaban. Pero una cosa era clara: su vida nunca volvería a ser la misma.
Al llegar a su casa, Adrian se detuvo en la puerta. "Estaré cerca," prometió. "Si necesitas algo, solo llámame."
Elena asintió, agradecida. "Gracias, Adrian. Por todo."
Mientras entraba en su casa, sintió una oleada de determinación. Necesitaba tiempo para procesar todo, pero sabía que tenía amigos y familia que la apoyarían. Y aunque el futuro era incierto, estaba dispuesta a enfrentarlo con valentía.
Cerró la puerta detrás de ella, sintiéndose más fuerte y más decidida que nunca. Sabía que la batalla entre Adrian y Víctor no había terminado, pero también sabía que no estaba sola. Y con esa certeza, se preparó para enfrentar lo que viniera.