Cristian de la Fuente y Mía Ferrer se conocieron desde niños gracias a la relación cercana de sus familias. Mía es la ahijada de Victoria, la madre de Cristian, lo que los hacía pasar mucho tiempo juntos. Desde el primer día, Cristian se convirtió en el niño más popular de la clase: atlético, carismático y siempre rodeado de amigos. Mía, en cambio, era una niña tímida y reservada, con una gran pasión por la lectura y el arte, pero con sobrepeso, lo que la convirtió en el blanco fácil de las burlas de los demás niños, incluido Cristian.A pesar de su conexión familiar, Cristian se unió a los demás en hacer comentarios hirientes y bromas pesadas sobre el peso de Mía, sin darse cuenta del profundo impacto que sus palabras tenían en ella. Mía siempre se sintió dolida, especialmente porque esos comentarios venían de Cristian, a quien admiraba secretamente.
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Capítulo 13: La Llegada de Lucas
La primavera trajo consigo un aire fresco y renovado, impregnando todo con una sensación de nuevos comienzos. Para Mía, esto significaba dejar atrás los recientes conflictos y concentrarse en su amor por Cristian. Sin embargo, el destino tenía otros planes, y un nuevo personaje estaba a punto de entrar en sus vidas, complicando las cosas de manera inesperada.Era un martes soleado cuando Mía decidió salir a dar un paseo por el parque cercano a su casa. Le encantaba sentir el sol en su piel y escuchar el canto de los pájaros mientras caminaba. Esa tarde, se detuvo en su banco favorito, cerca de un pequeño lago, y abrió su libro para sumergirse en la lectura.No pasó mucho tiempo antes de que alguien se acercara a ella. "Disculpa, ¿puedo sentarme aquí?" Mía levantó la vista y se encontró con un hombre alto y apuesto, con cabello castaño y ojos verdes brillantes. Su sonrisa era cálida y su presencia, inmediatamente acogedora."Claro, adelante", respondió Mía, haciendo un gesto hacia el espacio libre en el banco."Gracias. Me llamo Lucas, por cierto", dijo el hombre, extendiendo la mano."Mía", respondió ella, estrechando su mano con una sonrisa.Comenzaron a hablar casualmente, primero sobre el clima y luego sobre sus libros favoritos. Lucas resultó ser un ávido lector, y pronto estaban debatiendo apasionadamente sobre sus autores preferidos. La conversación fluyó con facilidad, y Mía se sorprendió de lo rápido que se sentía cómoda con él.A medida que la tarde avanzaba, Lucas mencionó que se había mudado recientemente a la ciudad por un nuevo trabajo. "Estoy trabajando en una editorial aquí. Me encanta, pero no conozco a mucha gente todavía", dijo con una sonrisa tímida."Bueno, ahora conoces a una más", dijo Mía, riendo. "Espero que disfrutes de la ciudad. Tiene mucho que ofrecer.""Gracias, Mía. Me alegra haberte conocido. Tal vez podríamos tomar un café algún día y seguir hablando de libros", sugirió Lucas, su tono casual pero lleno de interés.Mía dudó por un momento. Sabía que Cristian podía malinterpretar su amistad con Lucas, pero no vio ningún daño en tomar un café con un nuevo amigo. "Claro, me encantaría", respondió finalmente.Esa noche, Mía le mencionó a Cristian sobre su encuentro con Lucas. "Conocí a alguien nuevo hoy en el parque. Se llama Lucas y trabaja en una editorial. Es un gran amante de los libros, como yo", dijo, tratando de sonar despreocupada.Cristian levantó la vista de su computadora y la miró con curiosidad. "¿Lucas, eh? ¿Es agradable?""Sí, es muy amable. Me sugirió que tomáramos un café algún día", continuó Mía, observando la reacción de Cristian.Cristian asintió lentamente. "Bueno, me alegra que estés haciendo nuevos amigos. Solo ten cuidado, ¿de acuerdo? No quiero que nadie intente interponerse entre nosotros.""Lo sé, Cristian. No te preocupes. Solo es un amigo", dijo Mía, acercándose para darle un beso.Los días siguientes, Mía y Lucas se vieron varias veces, primero para tomar un café y luego para visitar una librería local que ambos amaban. Cada encuentro reforzaba su conexión, y Mía comenzó a disfrutar de la compañía de Lucas cada vez más. Sin embargo, empezó a notar pequeñas señales de interés romántico por parte de él, algo que la hizo sentir incómoda.Un día, mientras paseaban por el parque, Lucas se detuvo y miró a Mía con seriedad. "Mía, hay algo que necesito decirte", comenzó, su voz baja pero firme.Mía sintió un nudo en el estómago. "¿Qué pasa, Lucas?""Desde que te conocí, he sentido algo especial. Sé que eres feliz con Cristian, pero no puedo ignorar lo que siento por ti", confesó Lucas, mirándola directamente a los ojos.Mía se quedó sin palabras por un momento. "Lucas, aprecio tu sinceridad, pero Cristian y yo estamos muy enamorados. No quiero que haya malentendidos entre nosotros."Lucas asintió, su expresión seria. "Lo entiendo, Mía. No quería causarte problemas, solo necesitaba ser honesto contigo.""Gracias por tu honestidad, Lucas. Espero que podamos seguir siendo amigos, pero necesito que respetes mi relación con Cristian", respondió Mía, tratando de mantener la calma."Lo haré, Mía. No quiero perder tu amistad. Solo necesitaba sacarlo de mi pecho", dijo Lucas con una sonrisa triste.Los días pasaron y Mía trató de mantener su amistad con Lucas en un nivel puramente platónico. Sin embargo, las cosas no eran tan simples. Lucas seguía mostrando su interés de maneras sutiles, como comentarios halagadores y gestos amables que empezaban a incomodar a Mía. Ella sabía que debía hablar con Cristian al respecto, pero temía su reacción.Una tarde, mientras Mía y Cristian cenaban juntos, ella decidió contarle todo. "Cristian, hay algo de lo que necesito hablar contigo", comenzó, nerviosa."¿Qué pasa, amor?", preguntó Cristian, notando la tensión en su voz."Es sobre Lucas. Me confesó que siente algo por mí, y aunque le dije claramente que estoy contigo y solo quiero su amistad, sigue comportándose de manera que me hace sentir incómoda", explicó Mía, observando cuidadosamente la reacción de Cristian.Cristian se quedó en silencio por un momento, su expresión endureciéndose. "¿Te ha faltado el respeto de alguna manera?""No, no exactamente. Solo que a veces sus comentarios y gestos parecen más que amistosos. No quiero perder su amistad, pero no sé cómo manejar esto", dijo Mía, su voz temblando ligeramente.Cristian tomó un profundo respiro, tratando de controlar su enojo. "Mía, sé que valoras su amistad, pero si te está haciendo sentir incómoda, tal vez debas distanciarte un poco. No quiero que nadie te haga sentir así."Mía asintió, sintiendo un peso levantarse de sus hombros. "Tienes razón, Cristian. Hablaré con él y le dejaré claro que necesito espacio."Al día siguiente, Mía llamó a Lucas y le pidió que se reunieran en el parque. Cuando llegaron, Lucas notó la seriedad en la expresión de Mía. "Lucas, necesitamos hablar", comenzó ella."¿Qué pasa, Mía?", preguntó Lucas, claramente preocupado."Me siento incómoda con algunos de tus comentarios y gestos. Te he dicho que Cristian y yo estamos muy felices juntos, y necesito que respetes eso. Si no puedes, tendré que distanciarme", dijo Mía con firmeza.Lucas bajó la mirada, asintiendo lentamente. "Lo siento, Mía. No quise hacerte sentir incómoda. Solo es difícil para mí porque realmente me importas.""Lo entiendo, Lucas. Pero mi relación con Cristian es muy importante para mí. Espero que podamos seguir siendo amigos, pero necesitas respetar mis límites", dijo Mía, tratando de sonar comprensiva pero firme."Lo haré, Mía. Prometo respetar tus límites", respondió Lucas, mirando a Mía con sinceridad.Mía asintió, sintiéndose aliviada. Sabía que era lo correcto para mantener la paz en su vida y proteger su relación con Cristian. Mientras caminaban juntos, en silencio pero con una comprensión renovada, Mía supo que habían dado un paso importante para asegurar que su amistad con Lucas pudiera continuar de una manera saludable.Cristian, por su parte, agradeció la honestidad de Mía y su decisión de hablar con Lucas. Sabía que su amor era fuerte y que, a pesar de los desafíos, podían superarlos juntos. La llegada de Lucas había sido una prueba, pero también una oportunidad para fortalecer su relación y reafirmar su compromiso mutuo. Con cada desafío que enfrentaban, Mía y Cristian se volvían más unidos, preparados para cualquier obstáculo que la vida les arrojara.