Teresa sentía la necesidad de castigarse por todo lo que había hecho, pues no se sentía con derecho a vivir. Cada día, cada noche se lamentaba por la vida que había tenido, por haber tomado malas decisiones que la llevaron a terminar en un agujero en donde se sentía asfixiaba cada día. El desespero y la culpa fueron tan grande que Teresa decidió terminar con la angustia. Siendo las once y cincuenta y cinco de la noche, mientras sus compañeras de celdas dormían, Teresa tomo la sabana que cubría el colchón duro en el que se acostaba cada noche, y camino hasta los barrotes que la separan de la libertad. La sabana hacían presión en su cuello, dejándola sin aire, dolía mucho, pero no se detuvo, su blanco rostro se enrojece, luego se fue poniendo morado, poco a poco iba abandonando ese mundo que había sido cruel con ella, mientras eso pasaba en su cabeza se repetía a sí misma “En la otra vida, debo hacerlo bien”. Así Teresa dejo ese mundo, en el que no encontró la felicidad.
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ANTIDEPRESIVOS.
Tanto para Javier, como para Margaret, les era difícil entender lo que pasaba, pues hace solo unas horas todo era perfecto, su amada hija era una chica sana y feliz, o eso era lo que ellos pensaban.
Que había cambiado, en que le habían fallado como padres, como para que su amada hija tomara tal decisión.
No la habían protegido, era lo que pasaba por la mente de estos padres destrozados.
_ Le hemos hecho un lavado, pero lo extraño es que aparentemente el medicamento, lleva dentro de su cuerpo más de veinticuatro horas.- les informo Santiago.
_, Pero, porque le hizo efecto hasta ahora.- pregunto Javier.
Aún no lo sabemos, lo cierto es que la cantidad que ingerido, la hubiese matado, eso es lo que más nos sorprende- dijo Santiago. ella sigue sedaba, así que despertara en un par de horas, cuando ya esté en una habitación, le haré saber.- dijo el hombre.
Javier abrazó a Margaret, quien lloraba desconsolada, su hija, su princesa había querido abandonarlos, el miedo los abrumaba, pues sabían que si lo intento una vez, lo podía volver hacer.
…
MANUEL.
Estaba desayunando con mi padre cuando le entro la llamada del tío Javier, pude ver en el rostro de mi padre que era algo grabe.
No sabía si acompañarlo, pero a la final, cuando reaccione ya estaba con él en su coche, al llegar mis tíos le dijeron que Violeta había sido ingresaba, para ser atendida.
Mis tíos estaban angustiados, así que me acerqué a la tía Margaret, para darle mi apoyo, y preguntarle que era lo que había ocurridos, pero lo que no espera era escuchar, qué Violeta había intentado suicidarse.
Tenía muchas preguntas, pero sabía que no era el momento ni el lugar, así que me contuve y me dedique a platicar con la tía, sobre diferentes temas, hasta que papá salió, se veía preocupado y sé que los tíos también lo notaron, ya que no fueron capaz de preguntar sobre el estado de su hija.
_ Papá, como está.- pregunte.
Él se quitó los guantes, sabía que estaba tratando de calmarse para no poner peor a mis tíos.
_ Encontramos una gran cantidad de antidepresivo en su organismo.- dijo.
Vi como el rostro de mi tía cambio de color, sus piernas fallaron y el tío Javier la sostuvo, ya me podía imaginar el miedo y la angustia que estaban sintiendo, si era yo y estaba con el corazón a mil.
_ Le hicimos un lavado, pero lo extraño es que aparentemente el medicamento, llevan dentro de su cuerpo más de veinticuatro horas.- dijo.
_, Pero, porque le hizo efecto hasta ahora.- pregunto el tío Javier.
Aún no lo sabemos, lo cierto es que la cantidad que ha ingerido, la hubiese matado, eso es lo que más nos sorprende- dijo mi padre. Ella sigue sedaba, así que despertara en un par de horas, cuando ya esté en una habitación, les haré saber.- les informo mi padre.
Después de eso mi padre volvió a ingresar, y yo ayudé a mi tío a sentar a la tía, ya que estaba en estado de shock.
Una hora después mi padre nos informó que ya la tenían en una habitación, así que los subimos hasta la zona vip.
Ella seguía dormida, su rostro estaba pálido, pero no dejaba de verse hermosa, se veía tranquila, que era casi imposible creer lo que había intentado hacer. Yo decido volver a casa, mi padre se quedaría para estar al pendiente de ella.
Al llegar a casa, vi a las afuera el coche de Catalina parqueado, suspire, pues sabia que tendría una discusión con ella, pues desde el día de ayer que la deje, hablando sola al teléfono, no habíamos vuelto a hablar.
_ Donde estabas. - su tono de voz me molesto.
Sabía que estaba molesta, pero eso le daba derecho de hablarme de esa forma.
_ Cuida tu tono de voz.- le dije.
Ella me miro con los ojos bien abiertos, al parecer pensaba que tendría otra clase de actitud.
_ Lo siento, es que no contesta ninguna de mis llamadas y aparte de eso ayer me dejaste hablando solo.- me dijo en un tomo más tranquilo.
_ Algo surgió.- me le dije caminado a las escaleras.
Ella me siguió, haciendo una pregunta tras otra y la verdad no tenía ganas de responder a ninguna, pero tampoco quería ser grosero.
_ Soy tu novia, porque no me cuentas nada, sabes que puedes contar conmigo.- me dijo.
_ Lo sé, pero en esto no requiero de la ayuda de nadie.- le dije, ingresando a mi habitación.
_, pero si puedes contarme de que se trata, no me gusta que me ocultes cosas, eso nos distancia.- agrego.
Yo me detuve, al pie de la ventana, suspire al pensar lo que hubiese pasado, su Violeta no hubiese sido atendida a tiempo.
_ Catalina, agradezco tu preocupación, pero esto es un asunto que no estoy autorizado a contar, así que por favor ya no preguntes más.- le respondí.
Ella se quedó en silencio, la conocía y sabía que no se quedaría quieta hasta saber que era lo que pasaba, pero decidí no pensar en eso.
_ Bien.- dijo después de unos segundos.
Yo me tiré en la cama, pues me sentía realmente agotado, pues la noche anterior, no pude dormir, cerré los ojos, pero el rostro de Violeta se hizo presente.
Qué demonios, me pasaba, había solo un día la había visto y la se había adueñado de mi mente, era realmente frustrante, el no poder dejar de pensar en ella.
Cuando abrí los ojos, Catalina me miraba de manera curiosa, sé que notaba que algo me pasaba.
_ Tomaré una ducha.- dije rompiendo el silencio.
Ingrese al cuarto de baño, y me despoje de mi ropa, debía calmar mis pensamientos y relajarme, Violeta debía salir de mis pensamientos sea como sea. Pero entre más me obligaba a no pensar en ella, más imágenes de ella llegaban a mí.
_ Estás muy tenso.- me dijo Catalina al tiempo que masajeaba mis hombros.
Ella había ingresado a la ducha, si les soy sincero me molesto, pero quizás estar con ella me podría ayudar a no pensar en Violeta.
Cerré mis ojos, mientras el agua caía en mí, Catalina siguió haciendo presión en mis hombros, pero no funcionaba, pues empecé a desear que fuera Violeta la que estuviera justo ahí conmigo.