En esta vida parece que el mundo te protege, pero... eres la única que no sabe lo que pasó en la vida anterior, podrás perdonar o será muy tarde para hacerlo.
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Cap. 21 Era una diosa furiosa.
El juez de almas, estaba sumido en su desconcierto, miedo y furia, nadie lo había desafiado tanto como Elian Drecool el Rey Dragón, era como si un Demonio le daría un golpe en la cara y él no podrían hacer nada, estaba desperado y a punto de declarar la guerra.
—Si quiero atraer al Rey Dragón a mi terreno… necesito a esa jovencita como cebo —masculló el Juez, convencido de que todo se reduciría a un simple secuestro.
Pero no sabía una cosa, detrás de esa apariencia frágil, la Princesa Fénix no era una simple doncella indefensa. Era una diosa furiosa. Y estaba embarazada. Controlarla sería más difícil que domar una tormenta de fuego.
*_*
Fuera del castillo, el ejército de las Almas está listo para atacar, ven con atención a los clanes, tienen joyas valiosas y mujeres más que hermosas, vieron llegar a las hermosas damas en barcos, sin saber que son crueles sirenas, máquinas para asesinar, las hermosas valquirias, bellas, pero letales, sin embargo, para ellos solo son un botín que van a disfrutar cuando termine la guerra.
Horas después del anuncio, los clanes se organizaron. Nigromantes levantaron barreras de sombra. Guerreros dragones que aún tenían alas patrullaban los cielos.
Valquirias custodiaban cada pasillo. Solo faltaba un mes para el nacimiento. Un mes de máxima alerta. Los niños estaban casi a término dentro de Dely quien recién nota como crece su vientre.
Las sombras del nigromante espían al ejército esperando un golpe que ponga en riesgo a la princesa Fénix, pero no lo permitirán, esta vez todos estaban atentos.
Elián, aunque sabía que Dely estaba en óptimas condiciones, redujo su entrenamiento al mínimo. Teme que ella se sobre esfuerce, pero ella parecía más tranquila de lo que pensaba. Jonier la acompaña todo el tiempo, como su gemelo parece saber todas sus necesidades, lo que lo hundía más en el remordimiento. Ahora entiende la desesperación de Jonier en su otra vida, podía sentir la pena y dolor de su hermana y no podía hacer anda ala respecto, nunca pudo hacer nada.
Elian la detuvo en su entrenamiento, ya era hora de que pare, la veía más cansada a medida que su vientre crecía, y había aumentado mucho en solo 5 días, viéndose realmente llamativo.
—No voy a arriesgar nada —le dijo, acariciando su vientre con una mezcla de ternura y ferocidad
—Ni a ti… ni a ellos —dijo susurrando más para él que para ella, sabía que esa belleza se podría cuidar, pero los niños, aún no podrían ser resistentes.
Dely, aunque molesta por la prohibición, entendía. Pero eso no significaba que fuera a quedarse quieta. Porque una Fénix, incluso embarazada, sigue siendo un huracán de llamas.
Dely y Elián se sentaron en la cama, el cansancio del día pesando sobre ellos. Él, con sus manos hábiles, trenzaba suavemente el cabello de ella, un ritual que lo mantenía en calma. Fuera de esas paredes, Elián era un rey despiadado, un estratega frío que unificó clanes bajo su mando con mano de hierro. Pero aquí, con ella, era solo un hombre.
Dely lo miró fijamente, sus ojos verdes brillando con determinación.
—Siempre siento que sabes algo que no quieres decirme —comenzó, su voz baja pero firme.
—Preparas todo con antelación, como si supieras cada paso que darán nuestros enemigos. Nunca te interesó unir a los clanes… hasta ahora. Y mi hermano… —Hizo una pausa, frunciendo el ceño.
—Cada vez que hablas, intercambian miradas y palabras en clave. Él no te quiere, Elián. Mantiene esa distancia cortés, pero lo noto. Y ahora que nuestros hijos vienen en camino… merezco saber la verdad —dijo contrariada, pero segura de que hay más historia detrás de esto, lo presiente y su Fénix dentro de ella está segura de que conoce a ese Dragón de antes.
Elián dejó de trenzar su cabello. Sus dedos se detuvieron, como si el simple contacto pudiera quemarlo.
¿Cómo explicarle?
¿Cómo decirle que en otra vida, él había sido su peor pesadilla?
¿Qué la había traicionado, humillado, roto de una manera que aún la atormentaba en sus sueños?
¿Qué Serafín, su hermano, lo toleraba solo porque era la única esperanza para salvar a su especie?
Su hermosa pichoncita… Si supiera la verdad, lo odiaría más que en aquel entonces.
—No es el momento —murmuró, acariciando su mejilla con una ternura que contrastaba con el peso de su culpa.
—Pero te lo prometo… cuando todo esto termine, cuando nuestros hijos estén a salvo, te diré todo.
Dely no pareció convencida. Sus ojos buscaron en los de él, como si pudiera arrancarle la verdad con la fuerza de su mirada.
—No me mientas, Elián —susurró.
—Porque si hay algo que no soporto… es que me mientas, me dijiste que no pasaba nada, si nos dábamos un bañito de amor de vez en cuando y mírame, estoy con un par de bebés en mi vientre y estoy segura de que tú sabías lo que pasaría.
Y en ese momento, él supo que el tiempo se acababa.
*_*
Mientras los clanes se movilizaban en un frenesí de preparativos, Raquel, la sirena más enamorada (y obstinada) del mundo, decidió que su misión personal era igual de importante que la guerra inminente.
Con una bandeja de bocadillos deliciosos —adornados con algas marinas y especias brillantes—, se dirigió con determinación hacia el cuartel de las valquirias. Su objetivo: la hermana del Nigromante.
Si quería conquistar al hombre más frío del reino, necesitaba saber si su cuñada era una aliada… o una enemiga mortal. La valquiria, alta, de armadura reluciente y mirada penetrante, la recibió con una ceja levantada.
—¿Bocadillos? —preguntó, cruzando los brazos—. No somos precisamente… sociables —Raquel sonrió, desplegando todo su encanto de sirena.
—¡Pero todos necesitan comer! —canturreó, empujando la bandeja hacia ella.
—Además, quería conocerte. Dicen que eres la única que puede burlarse de tu hermano y salir viva —Un destello de humor apareció en los ojos de la valquiria.
—Porque soy la única que lo venció en combate cuando éramos niños —confesó, tomando un bocadillo
—¿A qué viene tanta curiosidad, pequeña sirena? —Raquel no se inmutó, es la reina del descaro.
—Necesito saber… ¿apoyarías a tu hermano si… digamos… alguien intentara derretir ese corazón helado? —dijo la sirena agitando sus lindas pestañas como quien no quiere, pero sí quiere.