No Te Me Acerques.

Rouse

¿Crees que estarías orgullosa de mi, mamá? Intento no pensar en ello y no arruinar todo el buen look que estoy teniendo. Abro la puerta y respiro profundo. Aquí vamos.

Bajo las escaleras, y veo que aún el Señor Hassan y Cristian están desayunando y yo dejé el mío en la bandeja Ups. El señor Hassan se da cuenta de que estoy entrando en la habitación.

-¡Querida Rosa, buenos días! ¡Pero mira qué hermosa te ves! ¿No es cierto, hijo?- y mira a Cristian, y cuando nuestros ojos se encuentran, se detiene todo por un segundo, veo a forma en la que me mira con la boca abierta.

¡Toma eso, Señor No Me Produces Nada! Y mi niña interior salta de emoción. Me siento hermosa y con fuerza, así que digo:

-Me gustaría desayunar con ustedes.

-¡Claro que sí, mi querida Rosa!- Mira a su hijo pero aún él está contemplándome. -Cristian también se emocionó, ¡Silvia, pon otro plato en la mesa, hoy es un buen día!- y con eso, Cristian reacciona.

Yo termino de bajar las escaleras y busco un asiento en la medio de la mesa, porque cada Hassan está sentado en cada extremo, espero que me sirvan y lo hacen muy rápido, y para mí sorpresa es Clara, que me sonríe cómplice y yo le guiño el ojo, Cristian se percata de mi gesto y sonríe un poco ante eso para sí mismo.

-Padre-, empieza hablando Cristian para mi sorpresa. -Le he pedido a Rouse que nos acompañe hoy a la inauguración del nuevo Restaurante-, dice mirándome de reojo.

-Claro que sí hijo, es el momento perfecto para presentarle a todos a mi yerna-, dice el señor Hassan emocionado. ¿De dónde este hombre me ha tomado tanto cariño?

Pero Cristian sonríe un poco irritado ante ese comentario, ¿Acaso no me veo lo suficientemente bonita para presentarme? Decido omitir mis pensamientos y comer, y para mi desgracia, me acaban de servir jugo de naranja.

Una de las cosas que me prohibió el médico fue tomar cítricos fuertes como mora, limón, y entre ellos la naranja. Decido omitir totalmente el jugo de naranja y comerme lo que hay en el plato que no tengo ni idea de lo que es, pero aún así intento comerlo, siento la mirada de Cristian encima de mí y cuando lo miro con frustración, sonríe.

-Son camarones-, me susurra. -Y los comes así: quitas la cabeza, le abres el cascaron y remueves la cola, y luego-, hace una pausa para meterse a la boca uno. -Lo comes-, y me mira como esperando una confirmación de que entendí. Y yo asiento. -A ver, intenta tú- Me dice, y yo lo intento, lo hago con éxito. -Muy bien-, me felicita y asiente.

Debo decir que esto es una de las cosas más ricas que he probado en mí toda mi vida. Hago muecas con la cara y no puedo evitar saborear de más en mi boca.

-¡Silvia, trae más camarón, al parecer a Rouse le encantaron!- Pide Cristian y mira a su padre que está sonriendo.

-¡Ouh! ¿Es muy evidente?- Les pregunto con mucha vergüenza. Y ellos solo se están riendo a carcajadas, y yo también lo hago.

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Después de que terminamos de comer, Cristian y su padre van cada uno a arreglarse para la inauguración del Restaurante, y yo me siento en la sala a esperar, empiezo a mirar las fotografías que hay en la sala, veo fotos de su padre y su abuelo, fotos de él cuando era niño…

Y veo muchos reconocimientos académicos de Cristian, ¡Hasta un doctorado en finanzas! Ouh, por lo visto el Señor expulsado de la escuela se enderezó, me digo a mí misma.

Bueno, supongo que enfermarse de sida le ha cambiado un poco, pero sinceramente que tenga sida no es la gran cosa para mí, al fin y al cabo tengo cáncer de ganglios terminal así que no es como que haga una diferencia, el final será el mismo.

Me doy cuenta que hay una foto de un señor que se me hace familiar… Pero no sé de donde, quizás alguna vez lo ví en el laboratorio. Pero me inclino un poco para poder mirar mejor…

-¡Pero qué niña tan chismosa!- Me dice Cristian detrás de mí mirándome fijamente.

-¡Claro que n…!- y yo estaba dispuesta decirle que no con un buen discurso, pero lo ví y ahora la derretida soy yo.

Lleva un traje blanco sin corbata, con zapatos de vestir marrones, tu cabello perfectamente cortado con un poco de gel, y con un perfume tan encantador… Señor No Me Produces Nada, me estás matando, y siento como mi niña interior lo mira con ojos sorprendidos. Y este egocéntrico sólo puedo reír al ver mi expresión.

-Bueno, y no tengo que preguntar si te gusta o no, con esa cara de niña tonta ya tengo mi respuesta-, me dice con exagerada modestia y una gran sonrisa.

-Te ves más o menos-, me digo, frunciendo el ceño y disimulando.

-Creo más en las acciones que en las palabras-, y pone su sonrisa triunfal. Pero cuando intento decir algo, llega su padre a la sala.

-Bueno, veo que todos estamos listos-, nos mira a ambos.

Así que salimos a subir en los autos y ésta vez hay dos Mercedes allí afuera, y m pregunto cuántos autos tendrán. Voy detrás de Cristian pero me doy cuenta que el señor Hassan va en un auto solo, y nosotros vamos en el de atrás.

-¿Por qué nos separamos en dos autos?-, le pregunto con curiosidad a Cristian.

-Porque voy contigo, y está mal visto que compartamos nuestra intimidad con alguien más- Termina por decir de manera serio.

-“Intimidad”, ¿Eh?- Y no puedo evitar reírme, nosotros no tenemos intimidad. -Además, ¿No es ilegal que tengas intimidad con una menor de edad?-, le pregunto preocupada.

-Esa regla es para los pobres-, me dice presumido. -Además, no pienso tocarte-, y da la conversación por terminada mirando hacia la ventanilla con su mejor cara de póquer que sólo el sabe poner.