Eros y Lyra descubren que están unidos por el lazo más poderoso: son compañeros destinados. Sin embargo, las heridas del pasado convierten ese vínculo en una lucha constante para Lyra, quien intenta resistirse a lo inevitable. Pero el llamado del destino es más fuerte, y poco a poco, la atracción entre ambos comienza a derribar las barreras que los separan.
La cercanía se intensifica cuando Eros y Lyra emprenden un viaje en busca de respuestas sobre los inquietantes cambios que ella experimenta. En el camino, descubrirán que el mundo está tejido de secretos oscuros: brujas que juegan con el destino, vampiros que ocultan verdades prohibidas y Doppelgängers que amenazan con cambiarlo todo.
Te invito a caminar bajo la misma luna con Eros y Lyra en busca de respuestas.
NovelToon tiene autorización de Rachel M. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 21
Lyra
Aún en la casa de la manada, seguimos esperando a que Eros, mi padre y Félix regresen. Ya llevan más de una hora fuera y la ansiedad me carcome por dentro.
Las chicas tratan de distraerme, pero es inútil. No dejo de pensar en qué clase de información habrán obtenido del vampiro…
La puerta se abre y, al ver entrar a Eros, siento cómo mi cuerpo se alivia de inmediato. Está bien. Eso es lo único que importa en este instante.
Sin pensarlo, me acerco a él, ignorando a los demás.
—¿Qué pasó? —pregunto con urgencia.
Eros me mira, pero su mirada se desvía hacia mi padre y hacia Félix, como si buscara apoyo antes de hablar.
…
—¿Amara? —repito incrédula cuando Eros termina de contar lo ocurrido.
—El vampiro, al describirla, te describió a ti. Cree que eres Amara —responde con seriedad.
Siento un escalofrío recorrerme la espalda.
—Y no es el único que vendrá —agrega el padre de Eros con el ceño fruncido.
—¡¿Qué?! —exclamo, incrédula.
—El vampiro dijo que no era el único en camino. Otros vendrán a buscarte —explica Eros, su voz cargada de rabia contenida.
“No voy a dejar que nada te pase, nena” —la voz de mi compañero resuena en mi mente, firme y tranquilizadora.
“¿Qué vamos a hacer?” —le pregunto, dejando que el miedo se filtre en mis palabras.
“Seguiremos con el plan que teníamos. Luego veremos cómo marchan las cosas” —responde con calma, aunque sé que por dentro está tan tenso como yo.
—Creo que es hora de irnos, cariño —la voz de mi padre corta mi comunicación con Eros—. Tendremos cuidado y vamos a asegurar bien nuestra casa…
—Ella no se va a ningún lado, de aquí no sale —lo interrumpe Eros, su voz cargada con la autoridad de un Alfa.
—Alfa, no me malinterprete, pero Lyra es nuestra hija, nuestra responsabilidad. Nos aseguraremos de mantenerla a salvo —responde mi padre, con un tono sumiso, pero decidido.
—Ella es mi responsabilidad, es mía… por ende yo me encargo de su seguridad —suelta Eros sin pensarlo, haciendo que todos los adultos lo miren incrédulos.
—¿De qué hablas, Eros? —pregunta Luna Ana, con evidente desconcierto.
El silencio que se instala es sofocante. Siento que mi corazón late con fuerza, como si quisiera escaparse de mi pecho.
Eros me rodea con un brazo, atrayéndome hacia él sin apartar la vista de los demás.
—Lo que escucharon. Ella es mi compañera. Mi mitad. Mi destino.
Las palabras caen como un trueno. Mi madre lleva una mano a la boca sorprendida, mientras mi padre lo observa con incredulidad.
—¿Lyra… tu compañera? —repite, como si no pudiera creerlo.
Siento que las miradas se clavan en mí. Mis piernas flaquean y me aferro a Eros con más fuerza.
—Lyra, cariño… ¿por qué no lo habías dicho? —pregunta mi madre, con voz cargada de sorpresa y reproche.
Me convierto en un manojo de nervios al no saber qué responder.
—Lyra no me quería como su compañero —responde Eros por mí—. Tuvimos algunos problemas en el pasado que afectaron nuestro presente.
—Pero ya estamos bien, todo se aclaró —digo rápidamente—. Lamento no haberlo dicho antes, pero es que… las cosas se han complicado últimamente.
Los adultos siguen en shock, hasta que mi padre rompe el silencio.
—Ahora entiendo por qué tus actitudes hacia él —dice, pellizcándose el puente de la nariz—. Está bien, hija… pero nos hubiera gustado que nos hablaras de esto y no enterarnos así.
—Lo siento, papá —murmuro, bajando la mirada y retorciendo mis dedos.
“Joder, deja de hacer eso, Lyra” —la voz de Eros invade mi mente, haciéndome dar un respingo.
“Deja de colarte así en mi cabeza” —le reprocho.
—Tranquila, hija, lo entiendo —dice papá, suspirando—. Bueno, ya que tu compañero no permitirá que vuelvas a casa en estos momentos, tu madre y yo nos iremos. Aunque claro, si quieres venir puedes hacerlo… no creo que el Alfa te obligue a quedarte donde no quieres —agrega, lanzándole una mirada desafiante a Eros, quien aprieta la mandíbula con fuerza.
Me siento algo fuera de lugar quedándome en esta casa, pero al mismo tiempo… en estos momentos me siento más segura con mi compañero.
—Me quedaré —digo finalmente con un hilo de voz, pero segura de mi decisión.
—Está bien, hija —responde papá, acercándose y dejándome un beso en la frente—. Sé que te sientes segura con tu compañero y, aunque me cueste aceptarlo, reconozco que aquí estarás mejor protegida. —Me abraza con fuerza antes de apartarse.
—Cuídate, cariño —susurra mamá, dándome un beso en la mejilla—. ¿Chicas, quieren que las llevemos a casa? —pregunta, dirigiéndose a mis amigas.
No quiero que todos se vayan. Sí, estoy con mi compañero, pero jamás me he quedado a dormir en otro lugar que no fuera mi casa o la de alguna de ellas.
—Creo que Lyra se sentirá más cómoda si tiene a sus amigas aquí —interviene el padre de Eros—. Pueden quedarse, así la acompañarán.
—¿Quieres que las chicas se queden? —me pregunta Eros, y yo asiento.
—De acuerdo, les avisaré a sus padres —dice mamá—. Buenas noches. —Se despide, marchándose junto a papá.
—Bueno, jovencitos, no estoy muy contenta con ustedes —interviene Luna Ana con seriedad—, pero no haré reproches esta noche. Es muy tarde, así que dejaremos los reclamos para mañana. —Nos conduce a mis amigas y a mí hacia el piso de arriba.
—¿Quieren compartir habitación o prefieren dormir por separado? —pregunta.
—Creo que compartiremos —responde Jules—. Estoy paranoica con lo que pasó esta noche, así que ni loca duermo sola. —Luna Ana sonríe levemente ante sus palabras.
—Muy bien, entonces les dejo esta habitación. La cama es bastante grande.
—Perfecto, porque Lizzie suele acaparar toda la cama —bromea Jules, ganándose una mala mirada de su amiga.
—Estoy al inicio del pasillo por si necesitan algo —dice Luna Ana, antes de dejarnos solas.
La puerta se cierra y el silencio invade la habitación. Mis amigas comienzan a acomodarse, hablando en susurros entre risas nerviosas, como si intentaran convencerse de que todo está bien. Yo, en cambio, me siento inquieta.
—Esta noche ha sido algo loca — comenta Lizzie tumbándose a mi lado.
—Ni que lo digas — dice Jules en el otro extremo.