Dulce Venganza

Dulce Victoria Adams

Dicen que la mejor parte de morir es que ya no se siente dolor pero quizás quienes más sufren son las personas que se quedan en la tierra como por ejemplo mis padres y algunos pocos familiares que no veo jamás.

Lamentablemente sentir dolor físico solo significa una cosa .. aún sigo con vida. Mis sentidos comienzan a funcionar y siento

un inconfundible aroma a desinfectante y alcohol sumado al pitido de una máquina. Abro mis ojos poco a poco y tengo incluso una mascarilla de oxígeno puesta que quiero quitarme pero estoy atada otra vez.

Volví a fallar y seguramente mis padres sufran más por mí que de haber muerto. Creerán que la culpa es suya cuando esto solo se trata de una equivocación que lamentaré por siempre. Recuerdo esos besos que me revuelven el estómago y aquella primera vez que me condenó. Ya no me preguntaré ¿Por qué a mí? ¿Por qué yo? ¿Que hice mal?

Lo único que hice fue confiar en quién me apuñaló por la espalda y siguió haciéndolo en público. Dicen que el amor es un sentimiento hermoso pero no es así, yo entregué mí corazón y lo mejor de mí y eso acabó con mí vida. Seguramente mí intento de suicidio sea noticia y esos infelices crean que quise matarme por no tener su amor pero no es así. Por las malas aprendí que ellos no son más que una cara bonita, no tienen sentimientos.

Mis padres están a mí lado y se ven cansados. Ahora solo quiero salir de acá para poder acabar lo que empecé y por fin no fallar. Si ellos quieren lo mejor para mí tendrán que entender que éste mundo no lo es.

-Hija- mí padre se acercó al ver qué estoy despierta- ve por el médico- se dirigió a mí madre

-Papá, perdóname por fallar otra vez- mi voz salió baja y afónica

-Gracias a Dios estás aquí ¿En qué pensabas Dulce? Tu no eres así

-Papá mis nombres no me definen ahora, no puedo más, si me quieres déjame morir- supliqué y por primera vez lo ví llorar

-Nos tienes a nosotros hija, te descuidamos por el trabajo y no sabemos que está pasando pero te ayudaremos, no puedes recurrir a ésto nunca más

-Me odian papá, no lo soporto más y cuando tú lo sepas entenderás que les fallé

-Puedes cometer mil errores pero te amaremos igual. Déjanos ayudarte y saldremos de esto juntos

El médico vino y habló con mis padres. Después enviaron una psicóloga a la habitación pero ella no puede ayudarme, no puede retroceder el tiempo.

-¿Cómo prefieres que te llame Dulce o Victoria?

-Adams pero no pierda su tiempo en una causa perdida

-¿Cómo te sientes?

-Perfectamente, ¿Acaso no ve?

-El sarcasmo no ayuda

-Entonces no me pregunte lo que puede responderse sola

-Solo quiero entenderte para poder ayudarte

-¿Quiere ayudarme? Entonces retroceda el tiempo o mejor aún termine lo que yo no pude, es lo mejor para todos

-Esa es la salida más fácil, si no quieres hablar me quedaré aquí hasta cumplir el horario y vendré cada día hasta que cambies de parecer

Aquella mujer siguió viniendo día tras día, incluso cuando fui dada de alta me siguió allí hasta que comencé a hablarle un mes después.

Mi fase suicida poco a poco fue pasando pero aún sin pensamientos suicidas yo no volví a ser igual jamás. Fui medicada con antidepresivos y aveces necesité ayuda para dormir porque los recuerdos de aquel día no hacían más que atormentarme.

Odié mi reflejo y quise cambiar mi apariencia completamente, al menos para no tener que verme igual a aquel día aunque bastante más delgada.

Mi cabello castaño claro desapareció y él color negro llegó para quedarse. Mi madre creyó que irnos de compras me animaría y compré todo un guardarropas negro.

Me tomé varios meses para recuperarme en la medida posible aunque jamás volví a ser la misma. Yo era como una copa de cristal que se rompió en mil pedazos, pueden pegar las piezas pero las marcas siempre estarán ahí así como las líneas en mis muñecas.