Patricia Silva una abogada intachable, decide llevar un caso que le puede traer problema en su vida, ¿qué pasará con esta abogada? les invito a leer la historia.
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Capitulo 6
Me llevan hacia adentro a empujones, ahí está parado un hombre. ¡No puede ser! Es el mismo imbécil del bar. Víctor Torres es un hombre guapo, intimidante en persona como por teléfono, y elegante, pero un maldito traficante.
— ¡Qué suerte tengo! No pensé volver a verte. — Me mira de arriba a abajo, con los brazos cruzados.
— Víctor Torres, el traficante, y por lo que veo también secuestrador.— digo con voz firme.
— Si esa noche hubiese imaginado que tú era Lic. Silva, te había matado allí mismo, pero Dios me dio otra oportunidad, y aquí estás, frente a mí.
— ¿Qué me vas a hacer? ¿Quieres que te pida perdón de rodillas?
— No, quiero que me supliqué, que me ruegues, que no te mate.
— Pobre imbécil. Definitivamente, reflexionar no es lo tuyo.
— Tendrás tiempo para saber eso. Recuerdo cada una de las palabras que me dijiste esa noche.
— No te tengo miedo, cobarde, porque eso es lo que eres, un maldito cobarde.
Víctor
Nunca imaginé que esa mujer tan arrogante era la abogada. Tenerla otra vez en frente me causa aún más rabia. Su rostro no muestra ninguna emoción, es como si no sintiera miedo a morir.
— Abogada, me cansé de tanta charla, y sí, tal vez soy un cobarde, pero tú, eres mujer muerta.
La sujeto con fuerza por el brazo y la llevo arrastra a una de las habitaciones. La empujo con fuerza hacia adentro, logrando que caiga al suelo. No dijo nada, únicamente me miró con su mirada desafiante, maldita. Si antes la quería matar, ahora quiero verla pidiéndome que la mate.
— Traficante de mierda. —La escuché susurrar al ponerse de pies.
Preferí salir de la habitación, no quiero perder el control y terminar matándola de una vez. La dejé encerrada y la única persona que puede entrar a la habitación es Loli. La que cuida la cabaña. Yo me voy a mi casa, pero antes les doy órdenes a los hombres que se quedarán a cuidar de ella.
— Si la dejan escapar, los mato. Si ella logra salir de la habitación y quiere escapar, disparen. —Me retiré del lugar.
Patricia
¡Qué hombre tan bruto!, me tiró al suelo sin importarle nada. Estoy en problema, noté rabia en sus ojos. Él no me dejará salir viva de aquí, ¿qué hago? La habitación está totalmente cerrada.
Se abre la puerta, pensé que era él, pero es una señora, me dejó algo de comer y se fue.
Ahora que estoy en esta situación, recuerdo todo lo que me decían mis padres. Si simplemente hubiera dejado ese maldito caso, no estaría esperando la hora de morir. Dios, ellos se van a morir, si saben que estoy secuestrada.
Tengo que encontrar una manera para salir de aquí, por mis padres, no quiero que sufran, pero no tengo nada en mente.
Víctor
Después de salir de la cabaña, llamé a Albín para descargar unas armas. Mientras bajábamos el cargamento, mi hermano, me hizo varias preguntas, pero para ser sincero, no le estaba prestando atención. Esa mujer no salía de mis pensamientos.
— Víctor, ya terminamos, y gracias a Dios, porque tú no estabas aquí, ¿en qué pensabas?
— Son ideas tuyas, vámonos.
Al llegar a la casa, supuse que iba a encontrar a mi mamá y a Carla con su mismo teatro, y no fue así. No, algo no anda bien. Voy a la habitación de mi mamá y la encuentro llorando. Un dolor en el pecho casi me hace caer.
— Mamá, ¿qué tienes?— me arrodillo frente a ella.
— No quiero hablar con ustedes, no los críe con esas costumbres, sal de aquí. — dijo con sollozos.
No quise molestarla con mi presencia, me fui a mi habitación. Maldita abogada, ya verás lo que te espera.
Siguiente día
Patricia
Abrí los ojos con esperanza de que fuera una pesadilla, pero no lo fue. Estoy encerrada en una habitación de una cabaña lejos de la ciudad. No pude dormir, sentí miedo al estar sola. El ruido de los insectos, era clara evidencia de que no había nadie alrededor.
Ahora tengo que esperar a que llegue el señor Torres, seguramente me mata al cruzar por esa puerta.
Señor, cuida de mis padres y de mi hermano. Permite que Daisy pueda recuperar su vida, y gracias, por todos los días llenos de sexo que me permitiste disfrutar, amén.
Víctor
¡Qué noche! No pude dormir, estuve pensando en cómo desaparecer a la abogada. No tengo ni puta idea, quiero que sufra, pero ella se ve indestructible. No la voy a golpear, pero carajos, qué puedo hacer para que le duela antes de mandarla al otro mundo.
Decidí ir temprano a ver a esa mujer.
— Buen día, Loli.
— Buen día.
— ¿La abogada está despierta?
— No lo sé, ¿qué supones que vas a hacer con esa mujer? Tú no eres un asesino.
— Lo que ella se merece.
— Víctor, mírame, sé de todos sus negocios, de todas sus fechorías, pero sé que no son asesinos.
— Albín no tiene nada que ver con todo esto, y no te preocupes. —le acaricio el rostro.
Me dirijo a la habitación en dónde está Patricia Silva. Al abrir la puerta, la veo ahí como si no estuviera pasando nada. Dormida tranquilamente, en cambio, yo no pude dormir. Voy a tener que usar la violencia con esta maldita mujer.
— Despierta, pareces que estás disfrutando de tu estadía. — le grito molesto.
— No estoy dormida, imbécil. — expresó con tranquilidad.
— Estás tan tranquila que me sorprende.
— Pues sí, lo único que no me agrada de este lugar, eres tú. Odio tener que ver tu cara.
— ¿Tan repugnante te parezco que no me puedes ver?
— Sí, y mucho.
— ¡Qué lástima! Mi rostro será el último que veas.
— ¿Sabes? No le tengo miedo a los hombres como tú. Con razón, nunca diste la cara en el juicio, porque eres un cobarde. ¿Crees que un verdadero hombre haría esto? Tener una mujer secuestrada sin razón, porque gané ese caso legalmente, eso es lo que te molesta.