La Chica Insolente del Casanova

El coche rojo que conducía Arga hendía las calles de la ciudad, que parecían desiertas ya que aún era hora de trabajo y la gente estaba muy ocupada.

El ambiente dentro del coche era silencioso, Rasya fingía dormir, pero en realidad se había quedado dormida, mientras que Pandu solo suspiraba largamente una y otra vez al escuchar los suaves ronquidos de la chica a su lado.

"¿A dónde vamos, señor?", preguntó Arga, rompiendo el silencio allí dentro.

"Directo a casa, Ga", respondió Pandu con calma. El hombre se arremangó la camisa hasta el codo, luego apoyó la cabeza y cerró los ojos.

Apenas el ambiente volvió a quedar en silencio, se escuchó el sonido del teléfono de Pandu resonando allí. Pandu sacó el teléfono del bolsillo del pantalón. Sin abrir los ojos, el hombre respondió directamente a la llamada.

"Hola", saludó Pandu. Su voz sonaba perezosa.

"¡Pandu! ¿Dónde estás?", el grito del otro lado del teléfono hizo que Pandu obligara a sus párpados a abrirse de inmediato. Incluso, el hombre se sentó erguido y miró la pantalla del teléfono para asegurarse de quién lo estaba llamando.

"Mamá—"

"Mamá te espera en casa. ¡Treinta minutos! ¡Si tardas más, mamá te casará con Mónica!"

"¡Mamá, por favor! ¡Pandu no quiere a Mónica Matalata!", rechazó Pandu con firmeza.

"¡Entonces no tardes tanto! Ya sabes que las amenazas de mamá nunca son en broma!"

"Está bien. Que Arga acelere". La voz de Pandu sonaba tan resignada. El hombre bajó de inmediato el teléfono después de que el sonido de la llamada finalizada llegara a su tímpano.

Si la primera dama ya tenía la voluntad, debía cumplirse, de lo contrario, podría terminar casándose con Mónica de verdad. En realidad, Mónica era una chica hermosa, alta y esbelta, de piel blanca, cabello negro azabache y un cuerpo parecido a una guitarra española, pero lo que hacía que Pandu se negara era que a la chica le gustaba hurgarse la nariz sin cuidado y a Pandu no le gustaba nada eso.

"Ga, vamos a la casa principal ahora", ordenó Pandu. El hombre estaba ocupado volviendo a guardar el teléfono en el bolsillo del pantalón.

"¿Qué pasa con la señorita Rasya, señor?", Arga miró desde el pequeño espejo delantero, viendo a Pandu que ahora estaba mirando fijamente el rostro de Rasya, que aún dormía.

"¡Déjala que venga!", dijo Pandu.

"¿La señora mayor no se enojará?", preguntó Arga preocupado. Sabía cómo era Lisa, la mamá de Pandu, esa mujer de mediana edad no aceptaba fácilmente a gente nueva, por lo que muchos decían que Lisa era una mujer arrogante, pero si la conocías más de cerca, créeme, era una mujer de buen corazón.

"¡Que se enoje!", respondió Pandu con firmeza. El hombre volvió a sentarse y cerró los ojos porque el viaje a la casa principal tomaría al menos casi veinte minutos.

Justo cuando Pandu estaba a punto de quedarse dormido, los ojos de Rasya parecieron parpadear. La chica estiró ambos brazos hasta golpear la cara del hombre a su lado, lo que hizo que el hombre se sintiera muy molesto.

"¿Puedes no comportarte sin cuidado?", se quejó Pandu, sus ojos se abrieron de nuevo y miraron a Rasya que estaba bostezando con tranquilidad.

"Me duele todo el cuerpo, señor. Pensé que subir a un coche de lujo no dolería", respondió Rasya. La chica presionó con calma sus dedos hasta que sus huesos sonaron.

Pandu sintió escalofríos al escuchar el sonido 'tekluk-tekluk' de lo que estaba haciendo Rasya. "¿No tienes miedo de que se te rompan los huesos de los dedos?", preguntó Pandu. El rostro del hombre parecía asombrado.

"Tu cara es normal, señor". Rasya volvió a bostezar, luego observó las calles de los alrededores que no le resultaban desconocidas. Casualmente, la casa principal de la familia Andaksa pasaba por la zona donde Rasya alquilaba.

"Señor, dígale al conductor que se detenga frente al árbol de guayaba", Rasya señaló hacia adelante.

"¡Díselo tú misma!", dijo Pandu con sequedad.

"¡Vamos, jefe! Eres el jefe de él, señor". Rasya puso los ojos en blanco con pereza, mientras que Pandu exhaló con brusquedad.

"Ya basta, señor y señorita. No es necesario discutir porque ya lo he escuchado", interrumpió Arga a dos personas que siempre discutían cuando se encontraban.

Arga giró un poco su coche y se detuvo justo en frente de una casa que no era demasiado lujosa, a una distancia considerable del árbol de guayaba de antes.

Al escuchar el sonido del coche deteniéndose, la puerta de la casa se abrió. Zety salió apresuradamente con una expresión de confusión en todo su rostro.

"¿De quién es este coche?", murmuró Zety. Sin embargo, la chica no se atrevió a acercarse al coche de lujo.

Los ojos de Zety se abrieron por completo al ver a un hombre guapo salir por la puerta de adelante, con un traje elegante. Incluso, Zety se quedó boquiabierta. El hombre era muchas veces más guapo que Igun, su novio al que había dejado hacía unas horas.

El hombre del traje abrió la puerta trasera y cuando una chica salió de allí, Zety se quedó aún más asombrada al ver a su amiga salir con un estilo pretencioso y elegante. Seguido de un hombre que era más guapo que el hombre del traje.

La chica que todavía tenía los ojos y la boca bien abiertos, ni siquiera se dio cuenta de que las tres personas que acababan de salir del coche, ya estaban casi cerca de ella.

"Tu asombro es normal, ¿verdad? Aquí, hasta se te cae la baba".