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Renacida Para Ser Tuya

Renacida Para Ser Tuya

Status: En proceso
Genre:Diferencia de edad / Amor prohibido / Posesivo / CEO / Venganza / Reencarnación
Popularitas:3.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Daemin

Morir a los 23 años no estaba en sus planes.
Renacer… mucho menos.

Traicionada por el hombre que decía amarla y por la amiga que juró protegerla, Lin Yuwei perdió todo lo que era suyo.
Pero cuando abrió los ojos otra vez, descubrió que el destino le había dado una segunda oportunidad.

Esta vez no será ingenua.
Esta vez no caerá en sus trampas.
Y esta vez, usará todo el poder del único hombre que siempre estuvo a su lado: su tío adoptivo.

Frío. Peligroso. Celoso hasta la locura.
El único que la amó en silencio… y que ahora está dispuesto a convertirse en el arma de su venganza.

Entre secretos, engaños y un deseo prohibido que late más fuerte que el odio, Yuwei aprenderá que la venganza puede ser dulce…
Y que el amor oscuro de un hombre obsesivo puede ser lo único que la salve.

NovelToon tiene autorización de Daemin para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 5: La primera traición

Había pasado una semana desde aquella mañana en la universidad. Una semana en la que Yuwei había jugado con calma su papel, fingiendo dulzura frente a Yifan y la Víbora, mientras por dentro ya empezaba a tejer su propia venganza.

Ese sábado por la tarde, la rutina en la mansión cambió.

Yuwei estaba en su habitación, sentada frente al escritorio con un lienzo a medio terminar. La pintura fresca aún brillaba bajo la luz del ventanal, el pincel deslizándose en su mano con movimientos suaves. Pintar era lo único que lograba calmar la tormenta de pensamientos que la perseguía.

Un golpe discreto en la puerta la sacó de su concentración. Una de las empleadas entró, inclinando la cabeza con respeto.

—Señorita Yuwei, el joven maestro pide que se arregle. Esta noche deben asistir a la celebración de aniversario de los abuelos.

El pincel se detuvo entre sus dedos.

—¿Los abuelos? —repitió, confundida.

En su vida pasada nunca los había visto. Sabía que habían muerto en un accidente de auto poco después de esa fecha. Nunca compartió una mesa con ellos. Jamás escuchó sus voces. Ahora tendría la oportunidad de observar de cerca a quienes habían criado al hombre que la adoptó.

La empleada asintió con una leve sonrisa.

—La señora abuela fue quien insistió en invitarlo. Y el joven maestro no suele rechazar sus peticiones.

Yuwei dejó el pincel sobre la paleta y respiró hondo. Miró su reflejo en el espejo: el cabello oscuro recogido a la ligera, una blusa sencilla manchada de pintura. Se veía frágil, demasiado casual para enfrentarse a una reunión familiar de los Zhao.

—Está bien. Me arreglaré. —dijo con calma.

La empleada se inclinó y salió de la habitación.

Yuwei se levantó despacio, caminando hacia el vestidor. Abrió la puerta y dejó que sus dedos recorrieran los vestidos alineados, telas finas en tonos oscuros y claros que Zhao Lian había mandado confeccionar para ella. Cada prenda era un recordatorio de que, incluso antes de confesarlo, él siempre la había tratado como algo sagrado.

Se detuvo frente a un vestido largo de seda color burdeos, elegante pero no excesivo, y lo tomó con cuidado.

Yuwei se miró una última vez en el espejo. El vestido burdeos de seda le quedaba ajustado en la cintura y marcaba sus curvas de una forma que no había mostrado frente a nadie. El escote era discreto, pero lo suficiente para llamar la atención de alguien que no quisiera verla como una simple jovencita.

Se puso unos tacones negros y dejó que el cabello suelto le cayera sobre los hombros. No estaba buscando elegancia inocente. Esta vez buscaba algo más. Algo que lo incomodara. Algo que lo obligara a verla como lo que realmente era: una mujer.

Respiró hondo y salió de la habitación.

Él ya la esperaba abajo, en la sala principal. Zhao Lian estaba sentado en el sofá, revisando unos documentos con la misma seriedad de siempre. Llevaba un traje negro a medida, camisa blanca y corbata oscura. Impecable. La imagen perfecta del magnate que nunca baja la guardia.

Cuando escuchó sus tacones en las escaleras, levantó la vista.

Sus ojos la recorrieron de arriba abajo en silencio. Ni un comentario, ni un gesto exagerado. Solo esa mirada fija que parecía atravesarla. Cerró la carpeta que tenía en las manos y la dejó a un lado.

—Vas muy arreglada. —Su tono fue seco, pero en el fondo había algo más, como si le incomodara admitir lo que veía.

Yuwei sonrió leve, sin bajar la mirada.

—Es una celebración importante, ¿no? No puedo ir como una niña.

Él apretó la mandíbula, guardando silencio. Tomó las llaves del coche de la mesa y se levantó. Su altura imponía como siempre, y esa expresión seria, casi fría, era un muro contra el que cualquiera se rendiría.

Pero ella no.

Cuando estuvo lo bastante cerca, Yuwei dio un paso hacia adelante, reduciendo la distancia entre ellos. El perfume de él, fuerte y masculino, la envolvió. Levantó la mano y ajustó con calma el nudo de su corbata, como si ese gesto fuera lo más natural del mundo.

—No me mires como si otra vez fuera a mentirte —murmuró sin apartar los ojos de los suyos—. No pienso escapar, Tío.

Él la sujetó de la muñeca de inmediato. Su agarre fue firme, casi brusco, como si necesitara recordarle que aún desconfiaba de cada palabra.

—Siempre dices lo mismo —respondió con voz baja, casi un gruñido.

Yuwei sostuvo la mirada. Su pulso iba rápido, pero no lo mostró. Sonrió apenas, tranquila.

—Entonces tendrás que darme la oportunidad de demostrarlo.

Zhao Lian la soltó despacio, pero no retrocedió. Sus ojos se oscurecieron con esa mezcla peligrosa de rabia y deseo contenido. Yuwei supo que había tocado el punto exacto.

Él giró hacia la puerta y habló sin mirarla.

—El coche espera afuera.

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La mansión de los abuelos Zhao se alzaba con la imponencia de otra época. Era más antigua que la residencia donde vivía Lian, con muros altos, puertas de madera tallada y faroles que iluminaban la entrada como si se tratara de un templo.

Al llegar, Yuwei bajó del coche detrás de Zhao Lian. El aire olía a incienso mezclado con flores frescas; decenas de autos de lujo estaban estacionados alrededor. Era evidente que no se trataba de una simple cena familiar: los Zhao eran una de las familias más respetadas de la ciudad, y la celebración de los abuelos era un evento al que asistían políticos, empresarios y socios cercanos.

Yuwei respiró hondo. Sabía que en su otra vida jamás tuvo la oportunidad de conocer a esas dos personas. Habían muerto antes de que ella pudiera acercarse. Ahora, frente a las puertas abiertas de la mansión, sentía que el destino le ofrecía un nuevo tablero para jugar.

Un mayordomo los recibió con una reverencia.

—El señor abuelo y la señora abuela los esperan en el salón principal.

Algunos invitados los miraron con curiosidad. Ante los ojos del mundo, ella era su sobrina adoptiva, nada más.

Al fondo del gran salón, en la mesa principal, estaban los abuelos.

La abuela era una mujer de rostro amable, cabello blanco perfectamente recogido en un moño bajo y ojos brillantes que transmitían calidez. Vestía un qipao de seda azul con bordados de flores, y en cuanto la mirada se posó en Yuwei, una sonrisa maternal le iluminó el rostro.

El abuelo, en cambio, tenía el porte severo de un hombre acostumbrado a dar órdenes. Sus cejas gruesas y su postura recta lo hacían ver intimidante, pero no había maldad en su mirada. Era estricto, sí, pero también justo.

—Lian… —la voz de la abuela se quebró apenas al ver a su nieto—. Pensé que no vendrías.

Él inclinó apenas la cabeza en señal de respeto.

—Abuela. Abuelo.

La mujer sonrió, satisfecha, y luego posó los ojos en Yuwei.

—¿Y esta jovencita?

—Es Lin Yuwei —respondió Zhao Lian de inmediato, con un tono neutro—. La adopté hace años.

Yuwei sintió la presión inmediata de tantas miradas sobre ella. Se inclinó con respeto, como había visto hacer en incontables dramas, manteniendo la voz suave.

—Buenas noches, señora abuela, señor abuelo. Soy Lin Yuwei.

La sonrisa de la mujer se amplió.

—Qué educada. —Tomó la mano de Yuwei entre las suyas con calidez—. Ven, siéntate a mi lado.

Zhao Lian la miró de reojo, claramente incómodo por la cercanía repentina. Pero Yuwei obedeció, sentándose junto a la abuela. La calidez de la anciana la desarmó un poco: era tan diferente a todo lo que había conocido en esa familia.

—Eres muy bonita, Yuwei. —La voz de la abuela sonaba sincera—. ¿Estudias en la universidad?

—Sí —respondió Yuwei con un leve asentimiento—. Pediatría.

Los ojos de la abuela se iluminaron.

—¡Oh! Qué maravilla. Siempre he pensado que quienes trabajan con niños tienen un corazón noble.

El nudo en la garganta de Yuwei casi la traiciona, pero sonrió con gratitud.

—Gracias, abuela. Es un honor conocerla por fin.

El abuelo, serio, la observó unos segundos antes de asentir.

—Mientras seas parte de esta familia, nuestro techo también es tuyo. Solo recuerda honrar ese apellido con dignidad.

Sus palabras fueron duras, pero no crueles. Yuwei inclinó la cabeza en señal de respeto.

—Lo haré, abuelo.

La abuela sonrió más, apretándole la mano.

—No seas tan estricto con ella, cariño —le reprendió con dulzura—. Mira qué buena presencia tiene. Estoy segura de que será una gran mujer.

Zhao Lian permanecía en silencio a su lado, con los brazos cruzados. No sonrió, no intervino, pero sus ojos se suavizaron apenas al ver cómo su abuela trataba a Yuwei.

...----------------...

Los padres de Zhao Lian entraron al salón un poco después de ellos. La abuela, que estaba conversando con unos invitados, apenas disimuló el gesto de disgusto. El abuelo ni siquiera se levantó; se limitó a fruncir el ceño y a girar el rostro hacia otro lado.

Era evidente que no querían a esa mujer en la familia.

El ambiente se tensó al instante. El abuelo nunca había ocultado que no confiaba en su hijo ni en su nuera, y mucho menos pensaba que aquel hombre mereciera las riendas de la empresa. Para él, Zhao Lian era el único que tenía la fuerza para mantener a los Zhao en pie, aunque rara vez lo decía abiertamente.

Zhao Lian, como siempre, no se metía en esas disputas. Permanecía en silencio, con el vaso de vino en la mano, observando todo con calma desde su sitio.

Yuwei trató de no llamar la atención, pero después de un rato decidió levantarse para ir al baño. Caminó por el pasillo lateral, alejándose del bullicio del salón. Fue entonces cuando, al pasar frente a una de las habitaciones privadas, escuchó voces.

Se detuvo.

Reconoció enseguida la voz grave y enfurecida del padre de Zhao Lian.

—¡Ya basta! —exclamó con rabia contenida—. ¡No puedes seguir metiéndote en todo, vas a arruinarlo todo!

El estómago de Yuwei se encogió. Se acercó un poco más, manteniéndose pegada a la pared.

La respuesta llegó con un tono venenoso que le heló la sangre.

Era la aquella mujer.

—Si tú no tienes el valor de hacer lo que corresponde, entonces lo haré yo. No pienso quedarme viendo cómo esos viejos siguen interfiriendo.

El padre de Zhao Lian gruñó, bajando la voz.

—¿De qué demonios hablas?

—De deshacerme de ellos —replicó ella con calma perturbadora—. De una vez por todas.

Yuwei sintió que el aire se le atascaba en los pulmones.

Un recuerdo golpeó su mente: en su otra vida, los abuelos habían muerto en un accidente de auto. Siempre creyó que fue casualidad, una tragedia inevitable. Pero ahora, escuchando esas palabras, entendía lo que realmente había pasado.

La madrastra soltó una risa seca.

—No me subestimes. Ya me encargué de cosas más complicadas en el pasado… y lo volveré a hacer.

Yuwei retrocedió despacio, con el corazón desbocado. Tuvo que cubrirse la boca con una mano para no dejar escapar el sonido de su respiración.

En su otra vida, jamás se descubrió la verdad.

Ahora lo sabía: la muerte de los abuelos no fue un accidente.

Yuwei bajaba las escaleras con pasos lentos, todavía con el corazón desbocado por lo que acababa de escuchar. Se acomodó el vestido y respiró hondo, intentando borrar de su rostro cualquier gesto que la delatara. No podía permitir que nadie supiera que había descubierto la verdad sobre la madrastra.

Estaba a punto de volver al salón cuando una silueta bloqueó su camino.

Era uno de los medios hermanos de Zhao Lian.

Apoyado con despreocupación en la baranda, la observaba de arriba abajo con una sonrisa torcida. Sus ojos brillaban con una mezcla de burla y deseo mal disimulado.

—Valla no esperaba ver a la sobrina de mi hermano … —dijo con voz baja, casi un murmullo venenoso—. No me extraña que Lian te esconda tanto. Con razón.

Yuwei se tensó, dando un paso atrás.

—Permiso —dijo con calma, intentando rodearlo.

Él se adelantó, bloqueándole el paso con el cuerpo.

—Siempre me pareciste interesante, ¿sabes? —continuó, inclinándose apenas hacia ella—. No te imaginas las veces que pensé en cómo sería tenerte de cerca…

La sonrisa maliciosa en sus labios le revolvió el estómago. Yuwei retrocedió otro paso, sintiendo cómo la espalda chocaba contra la pared. El hombre alzó la mano, extendiendo los dedos hacia su mejilla.

—No te asustes, solo quiero comprobar si eres tan suave como pareces…

Antes de que pudiera tocarla, una sombra se interpuso con violencia.

Un brazo fuerte atrapó la muñeca del hombre en el aire, doblándola con un giro brusco que lo hizo soltar un gruñido ahogado.

—¿Qué demonios haces? —la voz de Zhao Lian resonó grave, cargada de furia contenida.

Yuwei sintió el aire volver a sus pulmones. Lo miró: estaba ahí, imponente, con los ojos oscuros como un depredador a punto de destrozar a su presa.

El medio hermano intentó sonreír, aunque la tensión en su rostro lo traicionaba.

—Solo hablaba con ella…

—¿“Hablar”? —repitió Lian con una sonrisa fría. Apretó la muñeca hasta hacerlo gemir de dolor—. Si vuelves a mirarla de esa forma, te rompo los dedos.

El hombre se removió, incómodo, tratando de zafarse.

—E-eres demasiado posesivo, Lian. Ni que fuera tu…

No terminó la frase. Zhao Lian lo empujó con fuerza contra la baranda, dejándolo jadeando.

—Lárgate.

El medio hermano no esperó otra advertencia. Retrocedió rápido, sujetándose la muñeca, y desapareció por el pasillo con la rabia contenida en la mirada.

Yuwei se quedó inmóvil, aún con la espalda contra la pared.

Lian giró hacia ella. Todavía respiraba fuerte, la mandíbula apretada. La miró unos segundos, con esos ojos oscuros que parecían atravesarla.

—¿Qué mierdas hacías aquí sola? ¿Quieres que te pase algo? —le soltó, con la voz cargada de rabia contenida.

Zhao Lian chasqueó la lengua, molesto, y le apretó la muñeca con más fuerza.

—Vamos.

Ella se resistió un poco, sin llegar a soltarlo.

—¿A dónde vamos? —preguntó, casi sin aire.

Él no se detuvo. La arrastraba con pasos largos por el pasillo, lejos del murmullo del salón.

—Ya me aburrí —respondió con fastidio, como si no tuviera ganas de dar explicaciones.

El corazón de Yuwei se aceleró. Los tacones resonaban contra el mármol mientras él la jalaba sin mirar atrás. Cada vez más lejos de las miradas, cada vez más cerca de algo que no sabía si debía temer o desear.

Pasaron frente a varias puertas cerradas hasta que Zhao Lian se detuvo en seco. La empujó suavemente contra la pared, su cuerpo bloqueando cualquier escape.

La respiración de él le rozaba la cara. El olor a su perfume, mezclado con tabaco y vino, la envolvía. Sus ojos estaban fijos en los suyos, oscuros, intensos, como si quisiera devorarla.

El silencio se volvió insoportable.

Yuwei tragó saliva, con el pecho subiendo y bajando rápido. Sintió que sus labios temblaban, que estaban demasiado cerca, que en cualquier momento…

Él inclinó la cabeza apenas unos centímetros, lo suficiente para que la distancia desapareciera.

El corazón de ella estalló en su pecho.

—Va a besarme… —susurró apenas, sin pensarlo.

Los labios de Zhao Lian rozaron el aire sobre los suyos, tan cerca que podía sentir su calor. Pero entonces él se detuvo. Se apartó apenas, con una sonrisa fría, cruel, como si disfrutara del juego.

—No siempre vas a tener lo que quieres, Yuwei.

El nudo en su garganta la dejó sin respuesta. Él retrocedió un paso y giró hacia la salida.

—Vámonos.

Y la dejó ahí, temblando contra la pared, con la certeza de que acababa de rozar un límite del que ya no había vuelta atrás.

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Cardona salazar yolanda
lo que he leido hasta ahora me ha gustado
Flor R
me encanta a ver si aprende su papá y su otro disque hermano si siguen buscando también van a querer un tratamiento especial también 👌👌👌👌🤭🤭🤭🤭
Flor R
siiii lo va hacer picadillo me cae que si todo por Yuwei siiiiiiii me cae súper bien Lian
Martha Mena Wong
wowwwww buenísima por favor más capítulos quiero ver a esa horrible familia caer desgraciados
Martha Mena Wong
no se vale yo aquí mordiendo ya no las uñas la mano completa
Martha Mena Wong
siiiiiiiiii que los haga sufrir a los malditos
Martha Mena Wong
que babosa sin querer queriendo jodió al papacito tio
Martha Mena Wong
muaaaaaaaaaaaaa que bien me encanta estupenda historia
Martha Mena Wong
Felicidades autora está muy buena la novela.
Martha Mena Wong
excelente ahora le tocará convencerlo de que cambio
Flor R
esto solo es el inicio de la venganza de lian no se va quedar con las ganas de darle en su mandarina a ese bruto que no se fueron con quién se metió lo va hacer picadillo seguro .....🤭🤭🤭🤭👌👌
Flor R
Lian es el mejor hombre del mundo 🌎
Flor R
Lian siempre mantiene la calma aunque por dentro está como un volcán ellos se lo buscaron que después no se quejen 👌👌👌
FairyTessa
han despertado al demonio 😱😱
FairyTessa
sabrán lo que es vivir en el infierno en la tierra 😱😱😱😱
Esther Grace: ahora es donde todo se pondrá bueno😏🔥
total 1 replies
FairyTessa
😱😱😱😱 le gusta jugar con la muerte nk le teme al peligro
FairyTessa
ufff 🔥 🔥 🔥 🔥 🔥
Flor R
a la próxima noche nomás pasa tío Lindo tío Hermoso 🤭🤭🤭☺️☺️☺️
Flor R
yo quierooo un tío así siiii
FairyTessa
la venganza es dulce pero es un platillo que hay que disfrutar lentamente jajajaja 😈😈😈😈
Esther Grace: sin duda alguna 🤣🤣
total 1 replies
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