Ambos creían haber encontrado su final feliz, pero les rompieron el corazón de la forma más cruel.
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Capítulo 5
...Helios....
Aún recuerdo aquél día, había llegado antes de un viaje de trabajo. Quería ver a mí esposa, estar con ella, abrazarla, amarla. Compré flores y chocolates ya que sabía que eso le fascinaba.
Pero, al cruzar la puerta de mí hogar, ví ropa femenina y masculina exparsidas por el suelo.
Mí ritmo cardíaco aumentó al instante y comencé a sentir demasiadas ganas de vomitar.
—Ésto no puede estar pasando... –Murmuré, mientras comenzaba a correr a la habitación–.
Abrí la puerta de golpe y mí mundo se desmoronó en cuestión de segundos, ahí estaba ella, mí esposa; completamente desnuda, teniendo relaciones sexuales con mí supuesto mejor amigo.
Fue tanto el asco que sentí que no pude soportarlo, comencé a vomitar.
—¡H-HELIOS! –La escuché gritar, mientras trataba de ocultar su desnudez–.
Mí supuesto mejor amigo, huyó del lugar tan pronto como me vió, como un puto cobarde. Ella rápidamente comenzó a vestirse, trató de acercarse a mí, adoptando el papel de víctima.
—Helios... N-no es lo que crees, mí amor, yo te amo... –Comenzó y la detuve–.
—¿Hace cuánto? –La frialdad en mí voz la hizo estremecer, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas–. –Helios, no hagas ésto...
—¡¿HACE CUÁNTO TIEMPO TE COGES A MI AMIGO?! –Grité, perdiendo la calma, ella retrocedió asustada–. DÍMELO, ¡AHORA! –Exigí y sus lágrimas comenzaron a caer, pero no me dejé embaucar–.
—U-Un año... –Confesó temblorosa, mientras yo sentía que un rayo caía sobre mí ante aquélla revelación, mis lágrimas comenzaron a caer, no pude contenerlas–.
—¿Por qué...? –Mi voz se cortó–. ¡¡¡Te lo dí todo! Mí dinero, mí imperio, mí amor, mí vida!!! –Grité–. ¡¿Por qué me traicionaste así? –Dije, mientras las lágrimas caían sin parar, en quince años de matrimonio, era la primera vez que lloraba ante ella–.
Ella se sorprendió al verme tan destruido pero, incluso así, no dió marcha atrás.
—¡FUE TU CULPA! –Espetó–. ¡YO QUERÍA TENER HIJOS Y TÚ NO, POR ESO LO HICE! –No sabía qué me dolía más, si el hecho de mí esposa me había engañado con mí mejor amigo, o si era la idea de que ella me estaba culpando por sus propias acciones–.
Tomé las llaves de mí auto, abandonando mí casa, tenía que salir de ahí antes de hacer algo de lo que pudiera arrepentirme para siempre.
Me detuve en medio de la ciudad, comencé a caminar mientras que mí celular sonaba sin parar. Todos eran mensajes y llamadas de mí ex-esposa.
«¡Vuelve a casa, tenemos que hablar de ésto!»
«Perdóname, no quise hacerlo»
Luego, mensajes de odio.
«¡Fue tu maldita culpa que hiciera ésto, te lo merecías, porque no eres un jodido hombre de verdad!»
«¡El único hombre que realmente me merece es Connor, al menos el me hace el amor y me llena, ¡No como tú, que ni para eso sirves!»
Arrojé mí celular a la basura, sentándome en una banca de una parada de autobús. Estuve ahí por quién sabe cuánto tiempo, simplemente llorando, hasta que ella se me acercó.
Levanté la vista, encontrándome con una mujer que, al igual que yo, estaba sufriendo. Aún así, trató de hacerme compañía y no, no hablo de forma sexual, ella se dió cuenta que estaba pasando por un momento de mierda y decidió hacerme sentir menos miserable.
Cuándo noté sus lágrimas, supe que ella tampoco estaba bien, así que le invité un trago. Si decía que no, simplemente me iría a beber solo, pero accedió.
Ella me contó que iba a casarse, pero su prometido la abandonó dos días antes de la boda, para así volver con su primer amor, la prima de su propia novia. ¿Qué tan hijo de puta hay que ser para destruir así a una persona?
Yo le conté cómo encontré a mí esposa, la mujer de mí vida, teniendo sexo con mí mejor amigo.
Bebimos, lloramos, nos enojamos pero, al final, eso era algo que necesitábamos. Ciertamente esa noche, éramos dos extraños con corazones rotos.
Tal vez haya sido el alcohol, no lo sé, no tengo excusas, pero terminamos teniendo intimidad.
Al día siguiente, me sentí incómodo, porque había hecho exactamente lo mismo que mí esposa. Traté de decirle que no significó nada pero, sorprendentemente, Oriana supo entender que fue algo del momento.
Muy amablemente me hizo saber que no debía sentirme culpable por haber actuado de la forma en que lo hice, me dió su número en caso de emergencias y se fue.
No volví a verla, y así pasaron ocho meses.
No les voy a mentir, regresé con mí esposa, no me da vergüenza admitir que quería arreglar las cosas, porque la amaba y no quería perderla.
Ella se mostró arrepentida de sus acciones y decidimos cortar contacto con Connor. Comenzamos a ir a terapia y, aparentemente todo estaba bien, hasta ésta mañana.
Estaba bebiendo mí café matutino cuándo mí esposa, Luna, vino corriendo hacia mí con emoción.
—Wow... Tranquila, cariño, ¿Por qué tanta emoción? –Pregunté con curiosidad y ella comenzó a saltar de alegría–.
—¡Por ésto! –Exclamó, extendiendo hacia mí un test de embarazo, el cual daba positivo, dejé caer mí taza de café, causando que rompiera al hacer contacto con el suelo–.
Lo cierto es que no he tenido sexo con ella desde que regresé de mí viaje y de eso hace ya ocho meses. No podía tocarla porque cada vez que lo hacía, la recordaba con Connor, así que mantuve la distancia en el tema sexual.
Su vientre aún está plano, lo que significa que el embarazo es reciente, conclusión; me fue infiel una vez más.
—¡Estoy tan feliz! –Declaró ella–. ¡Tengo que llamar a Connor y contarle que vamos a tener un bebé! –Chilló y se detuvo cuando vió mí expresión sombría–.
—Lo hiciste de nuevo, ¿No es así?
Ella percibió la tensión en la habitación y se calmó.
—Cariño... No es para tanto, ¡Tendremos un bebé! –Se acercó a mí, tomando mí mano para posarla sobre su vientre–. Nuestro bebé...
No podía soportarlo más, aparté mí mano con brusquedad.
—¡Pensé que estábamos bien! –Dije, alzando la voz–. ¡¿Cuándo comenzaste a engañarme de nuevo?! –Grité y ella apartó la mirada–. ¡¡¡DIME!!!
—Nunca... Nunca dejé de hacerlo... –Admitió en un murmullo–. P-Pero mira el lado bueno, ¡Tendremos un bebé! E-Es nuestro, llevará tu apellido... –Tomó mí rostro en sus manos, mientras sentía mis lágrimas caer–. Por favor, Heli... Me amas, ¿Verdad? –Ella sonrió, buscando una respuesta–.
La observé a los ojos, me sentía tan traicionado, me dolía tanto el corazón que la aparté.
—Es posible amar a alguien y aún así sentirte harto de esa persona. –Me quité mí anillo de casado, poniéndolo sobre la mesa–. Quiero el divorcio, Luna.
Sin más que decir, me fuí de la casa.
Me senté en el rincón de un bar, pero no quería beber, no quería nada. Revise mí billetera y vi un papel allí, lo saqué, encontrándome con el número de contacto de Oriana.
No pude evitar recordar sus palabras.
«Llámame cuando sientas que todo se desmorona».
No tenía teléfono, ya que lo había arrojado a la basura, salí del lugar y fui a la tienda más cercana, comprando uno completamente nuevo, sólo para poder llamarla.
Marqué y luego del tercer tono, ella contestó.
—¿Hola?
Por alguna razón, escuchar su voz me hacía sentir que no estaba completamente solo.
—Ey... Soy... Soy Helios. –Logré decir, creí que me cortaría, pero no lo hizo, así que continué–. Dijiste que te llamara cuando todo se desmoronara... Ese momento es ahora, ¿Puedo verte?
—Estoy en el bar que está al lado del restautante llamado "Aspen's" de la calle 42.
Sin decir nada más, comencé a conducir a su encuentro.
cómo estas
cuentame