La Tumba En Medio De La Casa

Alika estaba muy confundida porque Elvan, que solo tenía dos meses, no dejaba de llorar desde hacía rato, ya llevaba casi una hora llorando a gritos y ella no sabía qué hacer. No tenía niñera porque en esta familia la madre tenía que encargarse de todo, si lo hacía otra persona la criticarían.

Así que Alika no sabía qué hacer, la gente de afuera seguía ocupada rezando para que el alma de Bu Sri descansara en paz, así que no sabían que en la habitación de atrás Alika estaba confundida tratando de calmar a su hijo que no paraba de llorar hasta que su cara se puso roja.

"¿Qué te pasa, Elvan? ¡Mamá no sabe qué hacer!" Alika ya estaba empezando a perder la paciencia.

Pánico, confusión y miedo se mezclaron en su mente, porque el sonido que había escuchado esta tarde seguía resonando en sus oídos y no podía olvidarlo tan fácilmente. Pensaba que esta noche podría volver a casa y dormir, pero la realidad era que seguía atrapada aquí.

"¡Ooeeeek, oeeeeek!"

Incluso Elvan se negaba cuando le daban el pecho y no quería succionar, normalmente si lloraba así se calmaba cuando le daban el pecho. Alika miró alrededor de la habitación con ansiedad, temiendo la llegada del espíritu que la había molestado esta tarde.

"Alika, ¿por qué Elvan no deja de llorar?" Bu Ageng entró en la habitación.

"¡No sé, Bu! Ya le di el pecho pero sigue rechazándolo", respondió Alika confundida.

"A ver, dámelo a mí, a ver si se calla", Bu Ageng tomó en brazos a su querido nieto.

Alika se calmó un poco después de que su suegra entrara en la habitación, ahora solo sentía un hambre terrible en el estómago. Como madre lactante, era fácil tener hambre, porque Elvan también mamaba mucho, así que Alika tenía que comer mucho.

"¿Puedo comer primero, Bu?" preguntó Alika haciendo una mueca de hambre.

"Ve a comer rápido, yo me encargo de Elvan", ordenó Bu Ageng.

Bu Ageng tampoco quería cargarlo demasiado tiempo, pero sabía que algo estaba molestando a su nieto, porque esta mujer ya había lidiado mucho con lo sobrenatural. Los objetos sagrados en su cofre eran incontables, así que sabía lo que estaba molestando a Elvan.

"¡Nunca podrás molestar a mi nieto, estás destinada a morir así!" gruñó Bu Ageng mirando la esquina de la habitación.

Poco después, Elvan se quedó dormido con la canción de cuna de su abuela, Alika seguía ocupada comiendo detrás y Bu Ageng puso a su nieto en la cama porque todavía tenía que acompañar a su marido afuera para que la gente no la mirara por encima del hombro.

"¡Es muy buena actuando!" gruñó Anjani, la hija mayor de Bu Ratmi.

"Si no fuera buena, no sería la favorita de tu padre", respondió Sanjana.

"¡Por Alá, nunca me casaría con un hombre así, prefiero quedarme solterona antes que tener un marido así!" Anjani aún no se había casado a sus más de treinta años.

"Mientras puedas soportar la insistencia de tu padre, yo me aseguraré de que mi marido no sea así porque no es de la realeza", dijo Sanjana en voz baja para que Bu Ageng no la escuchara mientras la miraba de reojo.

"¡Mujer serpiente!" Anjani estaba muy enfadada con la joven esposa de su padre.

Toda la familia de Bu Ageng era muy poderosa porque ella era la que tenía hijos varones, incluso Alika, que solo era nuera, podía contradecir las palabras de Anjani y Sanjana porque solo eran hijas que no eran consideradas.

"¡Aahhh, qué bien!" Alika dejó el plato que había terminado de devorar.

Blaaaap.

"¡Hah!" Alika entró en pánico inmediatamente porque la luz se apagó.

La parte de afuera se encendió de inmediato porque tenía luces automáticas, la parte de atrás tenía que usar lámparas de aceite como la gente de antes. Pero no eran lámparas de aceite comunes, sino lámparas de aceite lujosas que solía usar esta nación.

"Ay, ¿qué hago ahora? ¿Elvan todavía está en brazos de Bu?" Alika ya estaba tanteando a tientas porque no podía ver el camino.

Sleeeep.

Su mano, en cambio, encontró algo que se sentía cálido pero húmedo, Alika no sabía qué era. Lo retiró rápidamente por miedo a equivocarse, en ese momento un olor a sangre llegó a su nariz.

"¿Qué es esto?" Alika realmente no sabía lo que había tocado.

"Estás tocando mi cuello, ¿qué pasa con mi sangre?" preguntó una voz que no era otra que la de Bu Sri.

"¿Qu...quién eres tú?" Alika estaba asustada y retrocedió.

Tap.

Su espalda chocó con algo y se sentía como un cuerpo humano, Alika tragó saliva con dificultad porque todavía no podía asegurarse de qué era. Pero al segundo siguiente se sorprendió muchísimo, la mano de esta persona rodeó su cuello con fuerza y el olor a sangre volvió a sentirse.

"Para siempre sentirás el sufrimiento que yo he experimentado, ¡nunca volverás a ser feliz!" la voz de Bu Sri resonó en su oído.

"¡AYUDA, DÉJAME IR!" Alika se resistió y gritó fuerte.

"El hijo que te enorgullece desaparecerá en un abrir y cerrar de ojos, recuerda lo que te he dicho", amenazó Bu Sri con voz ronca y maloliente.

"¡MAS YUSUUUUF!"

Blaaaaap.

"¿Qué te pasa, Alika?" Yusuf se acercó a su esposa después de que la luz se encendiera.

"¡Hay un fantasma, huhuhuuu! Ya te dije que hay un fantasma aquí, ¡apareció frente a mí hace un momento!" gritó Alika histérica mientras lloraba.

"¿Quién la ha molestado hace un momento?" Yusuf miró a las criadas.

"Nadie, joven amo", la criada también estaba confundida sobre qué responder.

"¡Bu Sri, Mas! Ya te he dicho cuántas veces que ella es la que se ha convertido en fantasma", Alika agarró la camisa de su marido.

"¡Lleva a tu esposa a la habitación, Yusuf!" Bu Ageng miró a su hijo con dureza y no quería que la contradijera.

Yusuf llevó inmediatamente a su esposa a la habitación, afortunadamente nadie escuchó sus tonterías porque el salón estaba muy lejos al frente. Mientras que Alika gritaba desde atrás, si lo oían pensarían que solo eran los lamentos de los que se quedaban atrás.

"¿Dónde está Elvan, Bu?" Alika miró la cama vacía.

"En la cama, ¡lo acosté ahí hace un rato!" respondió Bu Ageng que todavía no lo había visto.

"¡No está! ¿Dónde está mi hijo, Bu?" Alika se puso eufórica de nuevo porque su hijo había desaparecido.

Esta vez Bu Ageng también se puso eufórica porque un bebé de dos meses había desaparecido de la cama, cuando hace un momento lo había puesto ahí. Las manos de Bu Ageng se apretaron con fuerza porque ya sospechaba de quién era la culpa, ahora tenía que pensar en una forma de encontrar a su nieto.