El Resurgir Del Soberano Dragón Carmesí.

El anuncio llegó al amanecer. Un grupo de estudiantes sería enviado más allá de los muros para recuperar un artefacto antiguo extraviado durante una excavación en el Valle de las Nubes Rojas.

Era una misión peligrosa, reservada normalmente para clases superiores. Pero tras los eventos recientes, el consejo académico decidió 'poner a prueba' a ciertos alumnos… entre ellos, Han Fei.

—¿Excavación? ¿Artefacto antiguo? ¿Y si está maldito? —se quejó Han Fei mientras empacaba con torpeza su mochila.

—Más te vale no quedarte dormido esta vez, o te dejo atado a un cactus —gruñó Lin Yueran.

—Lo peor es que lo dice en serio —añadió Houzi, masticando pan seco.

El equipo se componía de estudiantes de distintas clases: Han Fei, Houzi, Qin Bu, Lin Yueran, Duan Ming (sí, él otra vez), y una chica misteriosa de la Clase 2 llamada Mei Shuang, con voz suave y mirada extraña.

—Es solo un encargo, ir, tomar el artefacto y volver —decía Qin Bu, revisando su mapa.

—¿Entonces por qué nos están siguiendo tres halcones espectrales desde hace media hora? —susurró Houzi.

—No es paranoia si es real —agregó Han Fei.

Al llegar al valle, encontraron ruinas parcialmente enterradas y una sensación pesada en el aire.

El artefacto era una esfera de cristal rota con símbolos draconianos. Al tocarla, Han Fei vio breves imágenes de otra vida: un guerrero solitario con su rostro.

—Otra vez eso… —murmuró.

—¿Qué viste? —preguntó Lin Yueran. Él mintió: —Nada importante.

De pronto, Duan Ming propuso separarse para explorar más rápido. Lo que no sabían es que él tenía órdenes secretas: eliminar a Han Fei y recuperar el artefacto solo.

Esa noche, mientras el grupo descansaba, Mei Shuang se acercó sigilosamente a Han Fei.

—No confíes en Duan Ming. Él fue enviado por alguien del consejo. Alguien que teme lo que puedas recordar.

—¿Por qué me ayudas?

—Digamos que no me gustan los abusos de poder.

Pero antes de que pudiera decir más, una explosión sacudió el campamento.

—¡¡Nos atacan!! —gritó Houzi, saliendo con la cara cubierta de crema facial.

Criaturas mitad sombra mitad escamas emergieron del suelo.

—¡Son los Drakors! ¡Guardianes de las ruinas! —dijo Qin Bu.

Duan Ming aprovechó el caos. Enfrentó a Han Fei con su espada al rojo vivo.

—¡Eres un error que no debió despertar!

—¡Y tú eres un idiota con complejo de grandeza! —respondió Han Fei, esquivando por instinto.

La lucha fue brutal. Lin Yueran llegó justo a tiempo para bloquear el golpe final de Duan Ming.

—¡¿Intentabas matarlo en medio de una misión oficial?! —gritó.

—¡Él es una amenaza! ¡No sabes lo que es! —bramó Duan Ming.

—No. Pero sí sé lo que tú eres —respondió ella, y lo derrotó con una lluvia de cortes.

Han Fei cayó de rodillas, agotado.

—¿Qué está pasando conmigo? ¿Por qué sigo viendo recuerdos que no son míos?

Yueran se arrodilló a su lado. Por primera vez, su voz tembló: —Porque puede que no seas solo tú.

El grupo regresó con heridas, sospechas y muchas más preguntas.

Mei Shuang desapareció sin dejar rastro.

Duan Ming fue arrestado por el consejo. Pero su maestro, uno de los Ancianos, juró venganza.

En la enfermería, Han Fei fue visitado por el director Gao, quien le entregó una carta anónima con una sola línea:

—“Cuando el dragón despierte por completo, ni los cielos lo detendrán.”

Mientras Han Fei intenta comprender su conexión con el Dragón Sin Nombre, una conspiración se teje entre los altos mandos. Alguien quiere usar su poder. Otro, destruirlo antes de que despierte.

Y mientras tanto… un nuevo estudiante llega a la Clase 9, con una sonrisa inquietante y un secreto mortal.

Tras el ataque nocturno, el equipo se vio obligado a reubicarse en una caverna que parecía parte de las ruinas antiguas.

—Esto parece un templo —murmuró Qin Bu, acariciando una pared cubierta de relieves de dragones.

—¿Y por qué hay una estatua mía ahí? —bromeó Han Fei. Pero la figura en piedra, de verdad, se le parecía.

En el centro, encontraron un mural oculto: un joven con una corona rota, montando un dragón sin alas. Sus ojos eran como los de Han Fei.

—Cada vez esto se parece menos a una misión escolar —dijo Houzi, que se tropezó con un esqueleto vestido como profesor.

Durante la noche, Lin Yueran se acercó a Han Fei mientras él tallaba en una piedra.

—¿Qué haces? —preguntó.

—No lo sé. Solo… mis manos se mueven solas.

El resultado fue un símbolo antiguo. Yueran lo reconoció: era el sello imperial del linaje perdido de los Dragones Carmesí.

—Han Fei… tú no eres un accidente. Alguien borró tu historia a propósito.

Él la miró. Por primera vez, sin bromas ni máscaras.

—Tengo miedo de quién pueda ser.

—Yo también —susurró ella —. Pero no te dejaré solo.

A la mañana siguiente, Houzi se puso una armadura ceremonial que encontró entre los escombros.

—¡Soy el gran general mono! ¡Temed, villanos!

—Parece más una tetera ambulante —rió Qin Bu.

Se pasaron toda la mañana intentando sacarlo de ahí, hasta que Houzi quedó atascado entre dos columnas.

—Moriré aquí. Que inscriban en mi tumba: “vivió como payaso, murió como mueble” —gimió.

Al salir de las ruinas, un joven vestido con uniforme de élite los esperaba. Su rostro era suave, pero su mirada, afilada.

—¿Quién eres tú? —preguntó Han Fei.

—Jiang Yue. Nuevo delegado enviado por el consejo. Vine a recoger el artefacto… y a evaluar si tú representas una amenaza para la academia.

—¿“Evaluar” como en charla amistosa o pelea a muerte?

—Eso dependerá de ti.

La pelea entre Han Fei y Jiang Yue fue intensa. Ambos parecían conocerse sin haber cruzado palabra antes.

Han Fei esquivaba instintivamente técnicas que nunca había visto. Jiang Yue sonreía como si recordara algo que él no.

—Te estás despertando. El fuego en tu sangre no miente —dijo antes de retirarse, sin intentar ganar.

Cuando regresaron a la academia, Han Fei encontró una carta en su cama, sin firma. Decía:

—“Las alas volverán cuando el corazón arda. El trono roto te espera, Soberano Carmesí.”

Qin Bu empezó a investigar en los archivos secretos. Yueran se sentaba junto a Han Fei cada noche, sin decir nada, pero compartiendo su silencio.

Y Han Fei, por primera vez, sintió que algo dentro de él no solo despertaba… sino que tenía hambre.

*De regreso a la academia, los instructores, alegando 'falta de preparación', impusieron sesiones de entrenamiento físico extremo.

—¿Por qué tenemos que correr diez vueltas alrededor del muro externo si sobrevivimos a una misión suicida? —protestó Houzi.

—Porque no murieron. Y eso fue un error de cálculo —respondió el instructor con una sonrisa sádica.

Durante el entrenamiento, Han Fei comenzó a notar que sus reflejos eran más agudos, sus sentidos más precisos. Podía oír conversaciones a metros de distancia y anticipar ataques sin verlos.

Mientras tanto, el ambiente en la academia se volvía más extraño. Aparecían símbolos grabados en los pupitres de madrugada, y los estudiantes reportaban sueños compartidos.

Una mañana, Houzi encontró su uniforme lleno de pétalos rojos.

—¿Tengo una admiradora secreta? —dijo sonriendo.

—No, es una maldición floral. Dice que florecerás... y luego explotarás —dijo Qin Bu con un libro abierto.

—¡¿Voy a explotar con estilo?!

Han Fei y Lin Yueran fueron convocados ante tres miembros del consejo. Las preguntas eran sutiles, pero punzantes.

—¿Qué sintieron en el valle? ¿Han tenido visiones desde entonces? —preguntó la Maestra Xun, con una pluma suspendida en el aire.

—Nada fuera de lo normal —mintió Han Fei. Pero su pulso lo delataba.

Uno de los miembros lo miró fijamente, murmurando en un dialecto antiguo. La sala tembló.

—¿Lo vieron? Él reaccionó. El sello no es suficiente —dijo en voz baja.

Una noche, Mei Shuang reapareció en la biblioteca prohibida. Vestía una túnica negra y parecía diferente: más segura, más sombría.

—No tengo mucho tiempo. Van a intentar convertirte o destruirte, Han Fei.

—¿Convertirme en qué?

—En un recipiente. No buscan que despiertes. Quieren contener al dragón dentro de ti y usarlo.

—¿Quién eres realmente?

—La hija del enemigo que mató a tu familia... pero también la única que puede salvarte.

Con ayuda de Qin Bu, descubren un acceso oculto bajo la Torre Norte: una red de túneles secretos que conectan zonas olvidadas de la academia.

Allí encuentran una cámara con murales pintados con sangre seca. Uno mostraba a un joven clavando una lanza en el corazón de un dragón sin cabeza.

—Esto ocurrió aquí. No hace tanto tiempo —murmuró Qin.

En el centro de la cámara, una inscripción decía: 'Si vuelve a despertar, el mundo arderá de nuevo.'

Esa noche, Han Fei no pudo dormir. Lin Yueran se sentó en el borde de su cama.

—¿Tienes miedo? —preguntó ella.

—Tengo miedo de recordar demasiado. ¿Y si no me gusta quién fui?

—Yo también tengo miedo... de perderte cuando lo recuerdes.

Por primera vez, Han Fei tomó su mano. —No dejaré que eso pase.

Pero en la sombra de la torre más alta, alguien observaba todo con ojos rojos como brasas apagadas