Christian Moltanba es el principal sospechoso de cometer tres asesinatos, por esta causa, es llevado a la pena de muerte. El muere sin conocer a su hijo, Mathias, el cuál también es hijo de Ana Lucia, una joven abogada que luchó hasta el último momento junto a Christian, pero la muerte del joven la deja a ella en peligro, y se ve obligada a casarse con el más longevo de la familia Montalbán. El señor William. quién después de la muerte de Christian, reaparece luciendo mucho más joven.
lo cierto es que el deceso de Christian no quedará impune, pues Moltanba regresará del mismo infierno para hacer pagar a todos sus enemigos y así poder demostrar que es inocente.
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La muerte de un inocente.
De vuelta al presente…
La enorme puerta de hierro se abrió frente a las narices de Christian, y antes de entrar, volteó a mirar a su abuelo por última vez.
—¡No creíste en mí! No me ayudaste. El joven traía sus pies con grilletes y sus manos estaban atadas por unas esposas. Era tratado como uno de los criminales más peligrosos del país; la seguridad del lugar, era totalmente extrema, como si pudiera escapar de la muerte. Como si alguien pudiera manipular todo el lugar.
—Abuelo, solamente espero que cuando descubras la verdad, puedas tener paz, ruego porque sea antes de tu hora.
—Entra de una vez… el verdugo que iba a llevar a cabo la ejecución, lo empujó hacia adentro.
Y al levantar la mirada, solamente vio un cuarto blanco y el frío que sintió fue como el mismo frío de la muerte. Por primera vez, Christian enrojeció su mirada y volvió a sus recuerdos.
El día que Ana Lucía fue a hablar con su abuelo, él rechazó ayudarlo. La conferencia fue transmitida por todos los medios de comunicación. No obstante, William se abstuvo, reclinó lo que tenía en mente, en vivo y frente a las cámaras, firmó un documento, en el cual escribió el nombre de su único y legítimo heredero. ¿A quién nombró? Fue la pregunta que dejó a todos en ascuas; nadie, absolutamente nadie, vio el nombre que William escribió en su testamento.
Conforme pasaron los días, Christian se quedaba sin opción, y sin lugares para esconderse. 29 días después, el joven se levantó muy temprano. Ese día, su mirada era inexplicable.
—¡Ana Lucía! Llegas temprano… dijo al ver entrar a la joven.
—¡Les traje algo para que puedan comer tú y tu madre! Por cierto, no la veo por ningún lado. Ana echó un vistazo a su alrededor y no vio a la madre del joven.
—¡Ella duerme! Christian continuó preparando un café, ni siquiera volteó, pero sí se percató de que la chica busca la presencia de la señora Margarita.
Señor, realmente no sé qué más debo hacer. He presentado la evidencia que me proporcionaron, pero no sirvió de nada. Al parecer, alguien muy poderoso está jugando en su contra, así nunca podrás demostrar que eres inocente.
—¡No te preocupes! Teresa me lo advirtió un día antes. ¿Sabes por qué no lloré por su muerte? Al fin, Christian ha decidido hablar sobre su novia muerta. Antes de hablar, sorbió un trago de su taza y luego continuó. —Yo quería a Teresa, pero había cosas que me hacían dudar de su amor. Ella se desaparecía, lo hacía por días. Christian, iré a ver a mis padres. Mis vacaciones las pasaré con mi hermana, eran sus excusas. Un día antes del crimen no negaré que la vi, ella se notaba nerviosa. Me dijo que me cuidara, que se acercaba una catástrofe. Realmente creo que ella no sería una víctima, pero ella me advirtió. Ese día logré notar unos pequeños moretes en su cuello, se había revolcado con alguien. Aun así, me hice de la vista gorda, el matrimonio estaba en pie, aunque después, pensaba divorciarme.
—Entonces, ¿no la amabas? Por alguna razón, el corazón de Ana Lucia comenzó a latir con intensidad.
—¡Creo que no! Me dolió su muerte, no lo voy a negar, pero realmente pienso que ella estaba involucrada con la persona que me está llevando a la cárcel. La mirada de Christian se posó sobre los labios de la chica y un impulso se apoderó de él.
—¡Cualquier mujer me puede atraer! Puedo besar cualquier boca, pero ninguna me llena, ni me pone nervioso como tú lo haces.
Sin decir más, le pasó la mano alrededor de la cintura y la atrajo hacia él. Luego la besó con algo de locura desenfrenada.
¡Pum!… Ana Lucía lo empujó y dejó caer su mano sobre la mejilla del joven. ¡No se equivoque conmigo! Tengo a alguien en mi vida y realmente esa persona nunca me ha dado la espalda. Ella se agitó al hablar. El detective Richard es su novio y, aunque llevan poco tiempo juntos, ella no quiere traicionarlo.
—No lo sabía, su novio es muy afortunado. Christian cedió y retorció, sujetándose la mejilla.
Pero lo que Ana no sabía era que ese beso fue la despedida. Su enojo la hizo salir del lugar.
Esa tarde, Christian se entregó a las autoridades, no le dijo a nadie, ni siquiera se lo comentó a su madre. Le hizo frente al problema, pero los problemas apenas comenzaban.
¡Ha caído el prófugo más buscado! Christian Montalbán fue encontrado en una madriguera. La policía se llevará un gran reconocimiento por su esfuerzo. Eran algunas de las noticias que le daba la vuelta al país.
En las celdas, Christian, se encontró con su mejor amigo. Ramón le comentó que, desde que está allí, ha sido tratado como un criminal, y que fue sentenciado a muerte.
Un frío recorrió el cuerpo de Montalbán, y sintió que tendría el mismo destino. Los días continuaron y aquella celda era cada vez más fría. No tenía permitido las visitas, tampoco podía comunicarse con nadie. Así fue hasta el día del juicio.
El señor Christian Montalbán será castigado con la pena de muerte, el día 10 de junio a las once de la mañana. Las palabras del juez eran lo único que resonaba en la cabeza de Christian.
Lo hicieron, hasta el día en que caminaba a su muerte. Su abuelo solamente se quedó mirando.
Sin embargo, ese día sucedió algo inusual: se fue la corriente del lugar y la oscuridad se apoderó del momento. No duró mucho, y cuando se restableció, William se quedó mirando hasta que el cuerpo de Christian dejó de respirar. Una lágrima recorrió la mejilla del viejo, le dolió ver esa escena, a su sobrino dejar de respirar.
Así fue como se llevó a cabo la muerte de una persona inocente, pero eso pocas personas lo saben; ahora Samir ha ganado, como dijo; su momento de brillar, ha llegado.
Meses después. Un BMW estacionó afuera del edificio Montalbán.
—El señor William ha regresado.
Ha vuelto después de su inexplicable retiro, pero ha vuelto más fuerte, parece como si hubiera tomado agua de la fuente de la juventud. Murmuró una empleada del consorcio. —¡No me digas! Tenía entendido que estaba condenado a un cáncer o algo similar. La respuesta de otra de las secretarías no se hizo esperar. —¡Pues mira, no parece que esté muriendo! Todas voltearon a mirar al señor William Montalbán.