León es un reconocido diseñador de modas, famoso por su elegancia y su estilo impecable, un hombre dandi que vive rodeado de lujo y sofisticación. Su reputación como un hombre delicado y perfeccionista lo ha llevado a ser considerado gay .
Todo cambia cuando Sophia, una joven asistente recién llegada, entra en su vida , que cautiva a León de una manera que jamás había experimentado. Aunque ella parece un "bombón " su encanto va más allá de lo físico, y su aura de frescura e ingenuidad pone a León al borde de la desesperación.
A medida que trabajan juntos, la tensión entre ambos crece, una mezcla de deseo reprimido y una conexión que desafía las expectativas de ambos.
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Capítulo 5: La Realeza Felina
El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, iluminando el estudio con una luz dorada que hacía que todo pareciera más cálido y acogedor. León estaba sentado en su silla de diseñador, observando los bocetos de su nueva colección mientras acariciaba a Emperatriz, que ahora, como si fuera una reina, lucía un conjunto a juego con su dueño. El traje, diseñado por León, era una obra de arte: un delicado chaleco de seda blanca con detalles dorados, que hacía que la gata pareciera aún más majestuosa. Emperatriz se movía con una elegancia que solo ella podía tener, sus pasos ligeros y seguros, como si estuviera desfilando en una pasarela.
—Te ves perfecta —dijo León, con una sonrisa satisfecha mientras acariciaba su pelaje blanco y suave.
Sophia, que estaba organizando algunos papeles en una mesa cercana, observaba la escena con asombro. No podía creer lo que veía. La gata, que siempre había sido tan seria y distante, ahora parecía toda una diva, completamente transformada por el atuendo que León había creado para ella. Emperatriz, al igual que su dueño, parecía ser la personificación de la perfección y el estilo.
De repente, la puerta del estudio se abrió y León se levantó, llamando a sus otros gatos.
—George, Thalos, vengan —dijo, con una voz suave pero autoritaria.
Sophia miró hacia la puerta, curiosa, y en ese momento, dos gatos majestuosos entraron al estudio. El primero, un gato siamés de pelaje claro y ojos azules intensos, caminó con una gracia inconfundible. George, como León lo llamaba, se movía con la elegancia de un bailarín, sus pasos suaves y medidos. El segundo gato, Thalos, era un egipcio de pelaje dorado y ojos verdes profundos, que caminaba con la misma dignidad que un faraón.
Sophia se quedó sin palabras al ver a los tres gatos reunidos en el estudio. Eran tan majestuosos, tan elegantes, que parecía que la realeza felina se había reunido en un solo lugar. Los tres gatos, Emperatriz, George y Thalos, se acercaron a León, quien los acarició a todos con una devoción que solo él podía mostrar.
—Estos son mis compañeros —dijo León, mirando a Sophia con una sonrisa. —George es el más tranquilo, pero siempre está alerta. Thalos es un poco más... misterioso, pero tiene una presencia única. Y, por supuesto, Emperatriz, mi reina.
Sophia, sorprendida por la majestuosidad de los gatos, no pudo evitar sonreír. Los tres gatos, a pesar de sus diferencias, compartían una elegancia innegable, al igual que su dueño. Ella se sintió un poco fuera de lugar en comparación, vestida con ropa más simple, pero al mismo tiempo, no pudo evitar sentirse cautivada por la atmósfera de lujo y estilo que rodeaba a León y sus gatos.
—Nunca había visto gatos tan... sofisticados —comentó Sophia, aún observando a los animales con fascinación.
León la miró de reojo, su sonrisa se hizo más suave.
—Ellos son como yo —dijo con tono juguetón—. Elegantes, refinados, y siempre con estilo. Pero no te preocupes, Sophia, con el tiempo aprenderás a ser tan sofisticada como ellos.
Sophia se sonrojó ligeramente, sin saber cómo responder. Había algo en las palabras de León, algo en su mirada, que la hacía sentirse especial, como si estuviera siendo parte de algo mucho más grande que ella misma. Los gatos, que ahora estaban cómodamente asentados cerca de León, observaban a Sophia con sus ojos brillantes, como si la estuvieran evaluando, pero de una manera más cálida que antes.
—Creo que Emperatriz te ha aceptado como su nueva amiga —dijo León, mirando a Sophia con una ligera sonrisa. —Y si ella te acepta, eso significa que estás en el camino correcto.
Sophia no pudo evitar sonreír, sintiendo una extraña sensación de conexión con los gatos y con León. Era como si, de alguna manera, estuviera comenzando a formar parte de su mundo, un mundo lleno de lujo, estilo y, por supuesto, de una elegancia inquebrantable.
Mientras León se acomodaba en su silla y comenzaba a revisar algunos de los diseños, Sophia se acercó lentamente a los gatos, quien, sin apartar la vista de ella, la dejaron acariciarlos. Emperatriz, con su conjunto de seda, se acomodó cerca de León, como si estuviera esperando que su dueño la reconociera como la estrella del momento. George, el siamés, se frotó contra la pierna de Sophia, buscando atención, mientras Thalos, el egipcio, observaba todo desde una esquina, su mirada penetrante y misteriosa.
Sophia no podía evitar sentirse como si estuviera en un sueño, rodeada de estos seres tan elegantes y hermosos, que, al igual que León, parecían vivir en un mundo aparte, un mundo donde el estilo y la perfección lo eran todo. Y, aunque no sabía qué le deparaba el futuro, en ese momento, Sophia sabía que su vida había dado un giro inesperado y fascinante.
León, observando a los gatos y luego a Sophia, sonrió para sí mismo. Había algo en ella que lo intrigaba, algo que la hacía destacar entre todas las personas que había conocido. Y aunque él siempre había sido un hombre de pocos sentimientos, algo en su interior le decía que Sophia, con su inocencia y su belleza, estaba comenzando a ser una parte importante de su mundo.