Cumpliendo Mi Deseo De Navidad.

Miguel es un pequeño niño de siete años. Su mamá murió al darlo a luz, y nunca supo quien era su padre. Así que en el hospital donde nació, contactaron a la familia de su madre, y quedaron de acuerdo en entregárselo a su abuela, que era la única pariente conocida de su mamá. Sin embargo, solo pudo estar con su abuela tres años, ya que ella murió por causas naturales pasado ese tiempo.Y como ya no habían parientes de su madre, y nadie nunca supo quien era su padre, quedó a cargo del estado. Y se le dió un lugar en una casa hogar, mejor conocido como orfanato.

El pequeño Miguel paso el siguiente año, tratando de entender que había sucedido. Porque estaba en esa gran casa con otros niños de diferentes edades. Y principalmente donde estaba su abuelita. Entonces las cuidadoras planificaron consultas con la psicóloga para él, y con la Dra entendió que se había quedado solo en el mundo. Que estaba en un lugar donde los niños esperaban que otras personas fueran sus padres postizos, por decirlo así. Y que esa era su oportunidad de tener una nueva familia.

Ese primer año fue de adaptación para él. De conocer su situación. Y madurar más rápido de lo normal.

Al tener cuatro años, comenzó a entender que mientras más rápido lo adoptarán mejor sería para él. ¿Por qué? Porque estaba creciendo, y veía niños más grandes que él, que lamentablemente no serían adoptados nunca, y solo quedarían a cargo del estado hasta su mayoría de edad. Mientras tanto recibían clases y se les enseñaba un oficio, para que cuando salieran al mundo, pudieran defenderse y tener alguna estabilidad económica.

Miguel quería tener una mamá que lo quisiera como su madre que se fue al cielo. A ella la extrañaba mucho. Así que se empeño en ser muy amable con las parejas que iban a adoptar un niño. Pero siempre era el mismo resultado, adoptaban a los niños más pequeños que él. Y cuando había un bebé, era mucho peor para los que ya estaban en el orfanato. Ya que para las parejas, su primera opción era adoptar un bebé. Luego se enfocaban en las niñas. Y así iban subiendo su rango de edad pero no tanto. Era realmente un milagro cuando sucedía que alguna pareja adoptaba a un niño más grande o a un adolescente.

Muchas veces se había ilusionado con alguna pareja que había ido al orfanato, y al hablar con él se había entusiasmado e inclusive le habían preguntado si quería ser su hijo, y él le respondía que sí que quería tenerlos como mamá y papá, porque eran muy amables, y luego de una pequeña charla con los posibles padres, regresaba a su cuarto con la promesa de que la pareja lo visitaría al día siguiente. Pero luego cuando esperaba al día siguiente que volvieran a visitarlo, quién lo visitaba era la psicóloga o alguna de las trabajadoras sociales, para decirle, que ya la pareja había adoptado a otro niño.

Recuerdo.

- Pero, cómo? Si ayer hablaron conmigo...Me dijeron que vendrían hoy a visitarme? - dijo el pequeño Miguel desilusionado.

- Debes entender pequeño, que a veces las parejas dicen así, pero aún no estaban seguros. - trató de explicar la mujer.

El pequeño Miguel se quedó pensando en lo que decía la mujer, y entonces recordó que el día anterior, en horas de la tarde, sus compañeros dijeron que había ingresado un bebé, muy pequeño.

- ¿Cómo sabes, Carlos? -

- Es que vi a las trabajadoras sociales pasar con un bultito en brazo hasta la oficina de la directora. Y no paraba de llorar. - expresó el niño con un gesto de desesperación, tapándose las orejas, ante el recuerdo del llanto incesante del bebé que había llegado ese día.

Fin del recuerdo.

- Oh, entiendo. Adoptaron al bebé que llegó ayer en la tarde, cierto? - dijo el niño con expresión de sorpresa y tristeza a la vez, entendiendo lo que había sucedido.

La señora solo se quedó viendo al niño, que era muy inteligente para su edad.

- Ellos vinieron a visitarte Miguel. Pero escucharon el llanto del pequeño bebé y preguntaron. La trabajadora social que los atendía, les explicó lo que sucedió con el bebé, y cuando lo habían traído. Ellos insistieron en conocer al pequeño. Y luego de eso, se retractaron de adoptarte e insistieron en adoptar al bebé. Y aunque intentamos explicarles que ya habían dado su palabra contigo, dijeron que ya tú eras grande y entenderías que ellos querían un bebé. Así que la directora ordenó procesar su solicitud. Y tú seguirás esperando con nosotros y tus compañeros. - le explicó la mujer con una sonrisa a Miguel, tratando de darle ánimos.

Miguel la miró triste y asintió en señal de comprensión de lo que había sucedido. Así que, lo más probable era que pasara otro año en el orfanato al lado de sus compañeros. Esa fue la primera vez que entendió, que las parejas solo buscaban bebés o niños muy pequeños para adoptar.

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Cada año en el mes de diciembre, siempre va alguna representación de alguna empresa o sociedad civil a llevar juguetes y otros artículos, a los niños y niñas en la casa hogar. Ahora Miguel tiene seis años. Y este año aún cuando algunas parejas estaban interesadas en adoptarlo, ninguna lo hizo. Eso lo había dejado triste.

Ya comienzan a decorar por las fiestas decembrinas. Aún cuando no ha iniciado el mes de la natividad. En el orfanato reunieron a los niños por grupo y edad, y les dieron varias tareas para decorar el lugar. Los insumos para eso fueron donados a la casa hogar.

Los niños y niñas, alegres por la fiestas, hicieron diversos adornos con sus manos. Los adolescentes fueron los encargados de colocarlos en los lugares correspondientes. Y los más pequeños, solo llevaban y traían las decoraciones.

Todo era alegría. Los niños y niñas alegres pasaban un rato diferente, olvidando la situación en la que se encontraban. Los cuidadores y personal de la casa hogar, los ayudaban en la decoración, y hablaban y reían junto a ellos. Miguel disfrutaba mucho esos momentos. Eran los momentos en los que olvidaba que estaba solo en el mundo, y el tiempos seguía pasando para él.

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Hoy, un grupo de empleados de una prestigiosa empresa, llevarían juguetes y otros productos a la casa hogar donde vive Miguel de siete años. Ya las madres cuidadoras le informaban a sus niños que venían un grupo de personas y había que estar presentables.

Así que todos se alistaron para ese momento. Siempre había la esperanza entre los niños que en el grupo de personas que los visitaran, alguno se encariñara, y quisiera adoptarlos. Así que los niños mayores, ponían su mayor empeño en ser muy amables. A los adolescentes, ya poco les importaba si los adoptaban o no. Solo querían que llegara su mayoría de edad, para poder salir al mundo a trabajar y ser independientes del sistema.

Así que ese día en la tarde, todos estaban emocionados por el grupo de personas que pronto los visitarían. En ese momento, Miguel estaba muy emocionado de encontrar una familia que lo quisiera.

Un rato después que ya los niños estaban en el salón principal esperando, llegó el grupo de personas con grandes bolsas llenas de regalos. Con algunos payasos y con unas chicas que pintaban las caras (pintacaritas), y otros juegos tradicionales.

Lo primero que hicieron con el grupo fue presentarse. Luego los invitaron a pintarse las caritas. Posterior a eso los payasos hicieron cosas graciosas, inflaron globos que entregaron a los niños, y otros dieron un show de magia. Y como parte final, el grupo de personas, repartieron los regalos.

El grupo de personas, eran los compañeros de trabajo de Eliza, que habían logrado en unos días, completar su meta para la entrega de regalos en el orfanato. Y habían decidido ir un poco antes a llevar está alegría a los niños. Así como también llevaron algunos medicamentos que fueron donados por varias personas para la casa hogar.

Para cuándo finalizaba todo, Eliza que estaba entre las personas asistentes al grupo, miró a su alrededor y vio al tierno niño que miraba todo entre sus compañeros.

"Que tierno se ve" pensó Eliza con ternura.

En ese momento, Eliza se quedó fijamente mirando al pequeño Miguel de siete años. Y casualmente Miguel volteo y miro a los ojos a la joven mujer. Eliza llevaba un gorrito de navidad aparte de su vestimenta, blue jeans y franela rosada. Luego, ambos apartaron su mirada y siguieron con lo que hacían.

Luego, cada persona del grupo le entrego un regalo a cada uno de los niños. A Eliza le tocó entregarle el regalo a Miguel. El pequeño al tomar el regalo de manos de Eliza, sonrió con ilusión. Miro a Eliza,

- Gracias señora. - le dijo el pequeño Miguel con su carita llena de alegría.

- De nada pequeño. - le dijo Eliza. Y luego pensando, pregunto - puedo darte un abrazo? -

- Si, señora - le dijo el niño y posteriormente Eliza abrazo al pequeño. Ella sintió como el pequeño pasaba sus bracitos por su cuello, y le daba un besito en la mejilla. - Gracias señora - volvió a decir el niño quedandose en el abrazo un momento más.

Al separarse ambos se vieron con una sonrisa.

"Se sintió como una verdadera mamá" pensó el pequeño Miguel, sonriendo.

Luego de eso, el grupo se despidió de los niños. Y Eliza veía como se despedía Miguel, con una sonrisa.

- Parece que hiciste un amigo - dijo la compañera de trabajo.

- Si. Es un niño tierno. - respondió pensando muchas cosas. Entonces Eliza recordó que no pregunto el nombre del pequeño.

El grupo se retiraba de la casa hogar, en el bus que los había traído, hacia su punto de partida, la empresa.

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En la empresa acababa de llegar Eduardo a recoger a Eliza. Y vio que el bus aún no llegaba. Así que decidió esperar. Y luego de unos minutos, vio que el bus se acercaba.

"¿Cómo le habrá ido a Eliza?" pensó Eduardo.