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El Oráculo De La Bruja: El Despertar Del Nexus

El Oráculo De La Bruja: El Despertar Del Nexus

Status: En proceso
Genre:Magia / Superpoder / Demonios / Brujas / Fantasía épica / Superhombre
Popularitas:13.8k
Nilai: 5
nombre de autor: Kevin J. Rivera S.

En un mundo donde las brujas fueron las guardianas de la magia, la codicia humana y la ambición demoníaca quebraron el equilibrio ancestral. Veydrath yace bajo ruinas disfrazadas de imperios, y el legado de la Suprema Aetherion se desvanece con el paso de los siglos. De ese silencio surge Synera, el Oráculo, una creación condenada a vagar entre la obediencia y el vacío, arrastrando en su interior un eco de la voluntad de su creadora. Sin alma y sin destino propio, despierta en un mundo que ya no la recuerda, atada a una promesa imposible: encontrar al Caos. Ese Caos tiene un nombre: Kenja, un joven envuelto en misterio, inocente e impredecible, llamado a ser salvación o condena. Juntos deberán enfrentar demonios, imperios corrompidos y verdades olvidadas, mientras descubren que el poder más temible no es la magia ni la guerra, sino lo que late en sus propios corazones.

NovelToon tiene autorización de Kevin J. Rivera S. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPÍTULO XI: Solo por Hoy… Ser Real

— Synera—

Su voz aún resuena en mi conciencia, como un eco lejano que se niega a morir. A veces, cuando el silencio me envuelve, juro que puedo escucharla susurrando mi nombre…

Recuerdo aquellos días en el Reino de las Brujas, donde la dicha flotaba en el aire como el perfume de las flores eternas. Todas eran felices. La risa era frecuente, y el cielo parecía más azul cuando la Suprema caminaba entre nosotras. Yo no era una de ellas, y sin embargo… me trataban con una calidez que aún me abriga en los sueños. Me miraban con respeto, incluso con admiración, aunque no compartiera su sangre ni su magia natural. Había un cariño sincero en sus gestos, una ternura que jamás creí merecer.

Cuando no estaba cumpliendo alguna misión encomendada por la Suprema, dedicaba mi tiempo a ayudar a las demás brujas en pequeñas tareas: sanación, preparación de pócimas, o simplemente practicando conjuros bajo la tutela de alguna de ellas. Me gustaba sentirme útil… sentir que pertenecía, aunque solo fuera por un instante.

Cada noche, sin falta, nos reuníamos en el corazón del reino. El centro de la ciudad se iluminaba con luces mágicas y risas. Allí, las brujas ofrecían espectáculos únicos: danza, teatro, ilusiones vivientes, cantos que acariciaban el alma… Era un ritual de alegría que nos unía como hermanas.

Recuerdo una noche en particular. Había una obra de marionetas. Contaba la historia de una bruja que se enamoró de un mortal… y de cómo él, sin magia alguna, la amó con una devoción que rozaba lo imposible. Las más jóvenes murmuraban entre ellas, riendo sobre sus encuentros secretos con hombres en la ciudad de los humanos. Hablaban de cómo se arreglaban para ellos, del cuidado de su cabello, de los detalles vanos que las hacían sentir deseadas, vivas…

Yo las escuchaba en silencio.

Y por primera vez… me sentí ajena. Como si el mundo en el que vivía no fuera mío. Nunca me había detenido a pensar en ello, pero esa noche, algo se rompió dentro de mí. ¿Cómo sería amar? ¿Qué se sentiría tener un corazón que late por alguien más? ¿Ser una mujer normal, capaz de sentir, de llorar, de soñar?

Me hice esas preguntas en la oscuridad… y las respuestas nunca llegaron.

Porque yo no era como ellas.

No podía serlo.

Nunca lo fui.

Y quizás… en el fondo, tampoco lo deseaba.

Recuerdo haberme visto una noche frente al espejo, completamente desnuda, observando mi figura como si fuera la de una extraña. No sentía nada. No había emoción, alma ni deseo en mí… solo una conciencia rota, atrapada en un cuerpo que no me pertenecía del todo.

Era un cascarón.

Un reflejo imperfecto de algo que nunca pedí ser.

Aun así… me dolía.

Cada línea de mi cuerpo me parecía ajena, frágil, pálida como la cera de una vela a punto de extinguirse. No había calor en mi piel. No había luz en mis ojos. Era hermosa, o eso decían, porque me parecía a ella…

—¿Pero por qué… a ella?

—¿Por qué fui creada a su imagen…?

—¿Con qué propósito…?

—¿Acaso no soy más que una copia? ¿Un capricho de la creación… un recuerdo vivo de algo que ya no existe?

No tenía sueños, no tenía metas, no tenía voz.

Solo vivía para servir.

Una herramienta.

 Una sombra.

Una criatura que podía ser desechada cuando dejara de ser útil. Y, aun así, en lo más profundo, algo en mí se negaba a aceptar ese destino.

Pero para Aetherion, yo era más que una simple sirvienta sin alma. Estar cerca de ella me hacía sentir… casi como si estuviera viva. Era como si su presencia me tejiera por dentro, como si su voz pudiera llenar los vacíos que me conformaban. Al ser parte de ella, podía sentir sus emociones, y solo las suyas. Y en ese vínculo silencioso, entendí lo que era tener un corazón.

Porque ella, la Suprema, la invencible, la madre de la magia… estaba rota. Tan rota como yo. Bajo esa mirada sabia y esa sonrisa serena, se escondía un abismo de tristeza insondable. Aetherion era amable, protectora, poderosa. Pero yo la vi… cuando nadie más podía verla de verdad. La vi cuando sus ojos se perdían en la oscuridad de su alcoba, noche tras noche, sin dormir. La vi sostenerse en silencio, como si llevara siglos cargando algo que nadie más podía entender. La vi llorar sin lágrimas. La vi extrañar sin decir un solo nombre. Ella deseaba, como yo, ser una mujer normal. Sentir sin miedo, vivir sin deber… pero su destino, como el mío, ya estaba escrito.

Permanecí muchos años a su lado. Fui su sombra, su reflejo, su compañía silenciosa. La acompañé en cada viaje, en cada aventura, en cada decisión que pesaba sobre sus hombros como cadenas. Y aunque nunca me dijo cuánto dolía… yo lo supe. Siempre lo supe.

Desearía verla sonreír una vez más…

No esa sonrisa que ofrecía al consejo, ni la que mostraba a las brujas más jóvenes para infundirles seguridad. No. Yo hablo de esa otra, la verdadera… la que apenas duraba un segundo, que aparecía cuando creía que nadie la observaba. Una sonrisa tímida, casi rota, que no nacía de la obligación ni del deber… sino del recuerdo, de algo lejano, íntimo, casi prohibido.

Esa sonrisa era un atisbo de la mujer que vivía detrás del título, detrás de la corona de luz y las nueve lenguas mágicas. Era el susurro de una Aetherion que el mundo no conocía, pero que yo… yo tuve el privilegio de atesorar.

La odio… pero, irónicamente, incluso ese odio me hace extrañarla más con cada día que pasa.

A veces cierro los ojos y la imagino allí, sentada bajo el viejo árbol de las lunas, con los cabellos sueltos, los pies descalzos y la mirada perdida entre las hojas. Solía acariciarme el cabello mientras me hablaba de estrellas que ya no existen y canciones que nadie recuerda. Yo no entendía entonces el peso de su voz, ni el cansancio en sus gestos. Solo ahora comprendo que cada palabra era una despedida anticipada… que cada caricia era una forma de aferrarse al poco tiempo que le quedaba. La extraño. Con una intensidad que me desgarra. La extraño más de lo que debería ser posible para alguien que no tiene alma. Y, sin embargo, aquí estoy, sintiéndolo todo. Quizás, en el fondo, ella me dio lo que nadie pudo: un propósito, una razón, un cuerpo que no me pertenece… pero que vive solo por ella. Y aunque el mundo se hunda, aunque el fuego consuma lo que queda del Reino de las Brujas… yo seguiré deseando verla sonreír una vez más. Solo una vez.

El recuerdo se desvanece como una sombra fugaz y, de repente, el peso del presente me envuelve nuevamente.

De vuelta a la realidad, me encuentro aquí, abrazando a aquel niño… a Kenja. Sus hombros tiemblan bajo mi abrazo, y siento cómo su pequeño cuerpo carga con un peso que ni siquiera yo puedo aliviar por completo. Y en ese instante comprendo algo que no necesito sentir para entender: un abrazo, incluso para alguien como yo, es la respuesta más humana que puedo ofrecer en medio del caos.

Aunque ya no llevo sobre mí las órdenes constantes de Aetherion, sigo siendo una extensión de su voluntad, un fragmento de su conciencia, un hilo de su magia. Mi libertad es relativa, limitada… como siempre ha sido. No fui creada para desear, ni para imaginar un futuro propio; mi existencia ha sido siempre un instrumento.

Y, sin embargo… hay algo que sí puedo elegir. Hay una instrucción que nunca se pronunció en palabras, que se transmitió en el silencio de una mirada, en el calor intangible de una despedida sin promesas: protegerlo. Guiarlo. Prepararlo para lo que viene. Y aunque mi corazón no lata como el de un humano, y mi cuerpo permanezca frío, en este acto encuentro un eco de humanidad que ni siquiera yo puedo negar.

Hoy no hay un enemigo concreto al que vencer, ni un sendero claro trazado en piedra, pero sé que este joven tiene un propósito. Y aunque yo no puedo entender del todo las emociones que lo rodean, sí puedo servir como su escudo, su sombra, su soporte. Estar a su lado no significa encontrarme… sino cumplir lo que me fue encomendado. Aún soy ajena al futuro que se avecina, a las fuerzas que se mueven más allá de nuestra comprensión. Pero estar aquí con él me basta. Por ahora.

Aún soy parte del designio de Aetherion. Y lo cumpliré hasta el final. Hasta que el mundo vuelva a tener equilibrio. Hasta que la magia recupere su canto. Hasta que Kenja esté listo.

Me separo de él con lentitud, sintiendo aún el calor de sus brazos sobre mi piel marcada y herida. Mis dedos tiemblan al acomodarme el cabello, un gesto casi inútil para calmar el temblor de mi cuerpo exhausto. Sin fuerzas para más, me dejo caer entre las flores, permitiendo que su aroma me envuelva, como un bálsamo en medio del caos.

El dolor recorre cada fibra de mi cuerpo; mi vestido, rasgado y ensangrentado, apenas me cubre. Rodeo mi torso con los brazos, más por un reflejo de costumbre que por pudor. A mi alrededor, el campo de batalla ha desaparecido, sustituido por un jardín donde la magia parece haber perdido su fulgor, como si cada chispa de poder que ardió allí se hubiera consumido en un suspiro.

Y, aun así, en medio de esta calma extraña y casi irreal, siento que algo dentro de mí sigue latiendo, un eco de fuerza que no ha sido destruido… que no puede ser destruido.

Extiendo la mano hacia el suelo y, con un gesto suave, deshago lo que queda del círculo mágico que había trazado. Las runas grabadas en la tierra brillan una última vez, antes de desvanecerse como si nunca hubieran estado ahí. El encantamiento se disuelve… y con él, libero a Frayi de su prisión.

El pequeño zorro cae al suelo con un "pom" leve y mullido. Se sacude con torpeza y, al ver a Kenja ileso, rompe en llanto. Lágrimas de alegría ruedan por su rostro peludo mientras corre hacia él con un chillido emocionado.

—Solo por esta vez… aceptaré mi derrota —susurro con una voz distinta, suave, cálida, tranquila. Casi… humana—. Deberías estar feliz, ¿no, pequeño zorro?

Frayi frena en seco. Parpadea. Me mira como si hubiera crecido una segunda cabeza.

—¿¡Q-qué dijo usted!? —Frayi da un brinco, con el pelaje erizado y las patas temblando—. ¿¡Qué clase de voz era esa!? ¡¿Por qué habla así?!

—¡Kenja! —sus ojos se abren como platos—. ¿¡De verdad le diste tan fuerte que le reiniciaste el… sistema operativo a esta bruja peligrosa y cruel!?

—¡Jajaja! No, no es eso, Frayi —responde Kenja, con esa sonrisa medio torpe que empieza a gustarme más de lo que debería—. Vamos adentro. Prepararemos la cena, y te cuento lo que pasó. Pero tú pelas las zanahorias, ¿trato?

Frayi lo sigue refunfuñando algo sobre "embrujos emocionales" y "lavados cerebrales con cariño", pero yo ya no escucho.

Sigo tumbada entre las flores, observando el cielo que ahora es un tapiz oscuro cubierto de estrellas. El viento sopla fuerte, los pétalos danzan a mi alrededor como si la naturaleza celebrara nuestra tregua.

Cierro los ojos, y dejo que la memoria me arrastre lejos.

Recuerdo el Festival de la Luna Sagrada, cuando el Reino de las Brujas todavía brillaba con vida. Todas danzaban, reían… El aire vibraba con cánticos y hechizos, con dulces y fuego mágico que coloreaba el cielo nocturno. Yo, sentada en una banca de piedra, comía una manzana acaramelada mientras observaba a mis hermanas bailar bajo la luna. Había luz en sus ojos. Había esperanza.

Era un momento simple, pero perfecto.

Y ahora…ahora el mundo ha cambiado. Pero algo en mí se ha encendido.

Mañana comenzará una nueva historia. Una nueva lucha. No sé si saldremos ilesos.

 No sé si volveré a verlos reír así.

Pero sé que esta noche me pertenece.

Este instante.

Este cielo.

Y aunque mi libertad sea limitada, aunque no fui creada para soñar… esta vez, quiero hacerlo.

Solo por hoy… quiero sentir que soy real.

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Keja Herfilia
Waoo, amé ese dibujo, te quedó increíble. Quiero más!
Blair Waldorf
Genial, esa es synera? Me encantó!
David Gonzalez Cruz
buenisima
Kenja: Me alegra mucho que te esté gustando 🥰
total 1 replies
Imany Shammal Rivera
lo recomiendo muy buena.
Marta Esther Thill Gonzalez
Muy buena historia.
David Gonzalez Cruz
muy bonito e interesante
David Gonzalez Cruz: muy bueno
total 1 replies
David Gonzalez Cruz
me falta el finall de esta hermisa nobela
David Gonzalez Cruz
muy buen libro
David Gonzalez Cruz: me encanta eata buenisima
total 1 replies
Leidys Quintero
Owwww… Frayi😭😭 que lindo capítulo.
Beatriz Narváez campo
con quién comenzará esta nueva vida synera...al menos no estará sola!!
Beatriz Narváez campo: eso está muy bien!! entre más entretenida mejor se disfruta la lectura!!
total 2 replies
Beatriz Narváez campo
muy interesante historia!!
Leidys Quintero
Es muy emocionante esta historia, cada vez se pone mejor.
Leidys Quintero
Esta genial la historia, necesito leer mas, cada vez se pone mejor.
Paola Rivera
Muy buen trabajo hermano, sigue así.
Mikoru987
increible !!
Đông đã về
¡Escribe más, por favor!
Kenja: Hola, saludos. Por supuesto. Estaré subiendo capítulos todos los días. Pronto estará disponible el capítulo V. /Heart/
total 1 replies
Maito
Mas capitulos escritora!
Kenja: Hola, gracias por tu comentario. Espero estes disfrutando mi Obra tanto como yo al escribirla, estare subiendo capitulos nuevos todos los dìas. saludos...
total 1 replies
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