¿EL PECADO ES EL ÚNICO CAMINO? UN AMOR PROHIBIDO NACIDO DE UNA MALDICIÓN...
Aiden, un hombre al borde de los cuarenta, huye con su sobrina y se convierte en el "conserje" de la mafia, limpiando escenas del crimen. Ambos esconden un oscuro secreto: son Shadowborn, seres mitad vivos y mitad muertos, destinados a procrear con sus propios sobrinos-tíos y así perpetuar una ancestral maldición. Aiden lucha contra el amor prohibido que su sobrina, de manera enfermiza, le profesa. Sin embargo, una amenaza los arrastra al "otro lado," un lugar donde un macabro juego podría otorgarles la libertad, pero a un precio que desafiará todos sus límites. ¿Será capaz Aiden acabar con la maldición? ¿Podrá liberar a su sobrina de aquel amor maldito entre ambos? ¿O vagarán en la oscuridad por toda la eternidad?
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CAPÍTULO 5
Asegurándose de que aquellos matones supieran qué hacer, Anna se dispuso a salir de aquel almacén acompañada de sus guardaespaldas. Sin embargo, se detuvo antes de entrar en su auto cuando escuchó los gritos provenientes de Rosemary.
Sin nada más que hacer, sabiendo que dentro de una hora vendrían a buscar lo que quedaría de Rosemary, Anna se embarcó con elegancia en su auto rumbo a su hogar para encontrarse con el hombre de quien se había obsesionado hacía años.
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Aiden, quien ya había llegado y estaba limpiándose un poco, gracias a haber dejado una muda de ropa en el departamento de Anna, se sorprendió al ver en su teléfono celular personal la llamada de la mejor amiga de Rosemary.
—¿Elena?—preguntó el hombre rubio—Tengo una llamada perdida de tu número, ¿ocurre algo?
—¡Señor Aiden!—respondió un poco preocupada—lo que pasa es que quedé de verme hoy con Rosemary, pero lo último que ella me dijo era que se sentía mal. Quería saber sobre ella.
—¿Ella no fue a tu casa?—cuestionó nervioso.
—No, señor, nada—respondió Elena—¿Ocurre algo?
De inmediato colgó la llamada, para salir corriendo del apartamento de Anna. No le importaba que quedara mal con ella en esa ocasión, estaba nervioso del cambio que había ocurrido en la historia. Se suponía que en ese momento Rose estaría en casa de su amiga, pero aquello supondría que algo malo estaba pasando.
Acelerando todo lo que podía en su camioneta, el hombre musculoso y alto comenzó a marcar varias veces al celular de su sobrina y al teléfono fijo de la casa, pero en ninguno contestaba. El silencio por parte de Rose le preocupaba demasiado, ni siquiera había contestado sus mensajes.
Intentando asociar aquello con algún malestar producto de la postday, finalmente llegó a su apartamento. Subiendo con prisa los cinco pisos que el edificio tenía, ya que no había ascensor, llegó casi sin aire y derrumbando por poco la puerta de su apartamento.
—¡Rose!—gritó a todo lo que daba.
Corriendo llegó hasta la habitación de su sobrina, pero no había indicio alguno de este. Suspirando con pesadez, comenzó a encender las luces del apartamento y asegurarse de que estuviera allí, pero estaba por completo vacío. Ni siquiera había indicios de que alguien hubiera entrado a la fuerza.
Intentando llamarla a su celular, notó que había una nota escrita en la mesa del comedor, que de inmediato tomó, quedándose helado por lo que había escrito.
"Aiden...Tío...
Ya ni sé como llamarlo para no ganarme más su odio e ira hacia mí, de verdad, ya no sé qué más hacer. Detesto solo la idea de tener que estar a su lado mientras planea su boda con Anna, no quiero ver aquello siendo que mi corazón está destruido. He decidido que lo mejor será irme ya de su lado, poner tierra de por medio y no volver a hablarnos. Por eso he adelantado mi viaje a Irlanda. Adiós para siempre.".
El corazón de Aiden se detuvo unos segundos, mientras que, despavorido y con una frialdad terrible, corrió de regreso a la habitación de Rose, donde en efecto encontró que esta se había llevado toda su ropa y demás cosas personales.
—No...—susurró—esto no está bien.
Sentándose en la cama de esta, observando su closet vacío, tomó su celular y en efecto, a su correo electrónico, había llegado la notificación de que el vuelo que ya había comprado a Rose había sido adelantado. Sin embargo, algo en su corazón le decía que no estaba bien.
Se suponía que en dos meses sucedería que la maldita secta de los Valentine los encontrarían, luego de que se enteraran del embarazo de esta y terminaran secuestrándola. No obstante, ya que sabía lo que pasaría, se aseguró de darle la postday.
Pero aún no era tiempo de que ellos supieran de su paradero, por lo que no explicaba que estos pudieran saber antes de donde vivían. Si el único cambio fue el haberle dado el anticonceptivo de emergencia, entonces tampoco comprendía que aquello hubiera influido en la decisión de Rose de dejarlo tan pronto.
Rosemary era alguien muy obsesionada con él, y desde que le había presentado a Anna como su novia, esta no solo había aumentado sus celos hacia él, sino también había detestado muchas veces a esta. Por lo que no podía creer que ella se hubiera rendido tan fácilmente.
—Rose, contéstame...—le dijo en un mensaje de voz—¿Por qué te fuiste tan repentinamente?
Su mano temblaba mientras observaba el mensaje en el chat que compartía con su sobrina, ni siquiera aparecían las típicas palomas que mostraban que había llegado el mensaje. Era como si Rose hubiera apagado su celular, o en el peor de los casos, lo hubiera bloqueado.
Tenía miedo, no podía imaginarse que Rose en realidad hubiera caído en las redes de los Valentine. Quería evitar el futuro que se les avecinaba en cuestión de meses, quería que ella tuviera un final feliz. Y aunque sabía que rompiendo su corazón lo lograría, siempre pensó en protegerla así fuera en las sombras.
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Mientras Aiden seguía intentando comunicarse con Rose, a cuarenta minutos de distancias, unos hombres vestidos con trajes negros estaban terminando de abatir a los matones que Anna había llevado para divertirse con ella. El líder de ellos, un hombre vestido con traje blanco, sostenía el cuerpo desnudo y magullado de Rosemary.
Estaba molesto, el trato había sido claro: Anna debía sacarla de los dominios de Aiden y entregarla a salvo. Sin embargo, a duras penas, aquellos depravados la habían dejado con vida.
—No...—dijo un anciano enfrente de ellos—esto no se supondría que pasaría...
Arthur no podía entender cómo había cambiado tanto, desde que había vuelto en el tiempo junto con los demás supervivientes. Si bien contaban con que Aiden pudiera evitar lo que pasaría en un futuro, no confiaba del todo en él. Por eso, a cambio de protección hacia él y su nieta, había decidido traicionarlo y revelar su ubicación apenas había despertado.
—¿Qué procede, señor?—preguntó su mano derecha, uno de los hombres vestidos de negro.
—La llevaré al "otro lado"—dijo cargándola en sus brazos—maten al anciano.
De inmediato Arthur intentó hablar, pero este fue ignorado por el hombre que se llevaba a Rose, mientras sus sicarios se encargaban de la orden. Jamás pensó que aquel trato lo llevaría a ser traicionado también.