Sinopsis: Camila es una apasionada estudiante de arte que decide participar en un programa de voluntariado en un hospital, buscando dar un sentido más profundo a su vida y su arte. Allí conoce a Gabriel, un joven carismático que enfrenta una dura batalla contra el cáncer. A pesar de la gravedad de su situación, Gabriel irradia una energía contagiosa que transforma el entorno del hospital.
A medida que Camila y Gabriel pasan tiempo juntos, su amistad florece. Camila descubre que el arte puede ser una poderosa herramienta de sanación, mientras que Gabriel encuentra en ella una fuente de inspiración y alegría. Juntos, crean un mundo de colores y risas en medio de la adversidad, compartiendo sueños, miedos y momentos de vulnerabilidad.
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Un miedo desbloqueado
Camila vio entrar a su amiga a la cafeteria, notó de inmediato que Amanda no estaba tan animada como de costumbre. Amanda se sentó frente a ella, y Camila no pudo ocultar su preocupación.
—¿Qué te pasa, Amanda? —preguntó Camila, inclinándose hacia adelante.
Amanda suspiró, jugando con su taza de café.
—Es Santiago… Creo que nuestra relación se está distanciando.
—¿Por qué? —preguntó Camila, preocupada.
—La familia de él… No sé, sabes que no les agrado. A veces, tengo la sensación de que él se siente atrapado entre lo que quiere y lo que ellos esperan de él. Es complicado.
Camila asintió, no podía imaginarse sentirse de esa manera, pero debía ser difícil manejar una situación asi. Santiago y Amanda se conocieron allí en la universidad, por un amigo en común, se gustaron desde el primer momento en que fueron presentados pero ninguno dió el primer paso, hasta que un día, Santi le ofreció llevarla a casa y alli fue su oportunidad para conversar como se sentia, obviamente Amanda correspondió, y su relación ha sacado lo mejor del otro desde entonces, pero cuando el decidio presentarla a su familia, se sintió disgustado al ver la reaccion de estos hacia Amanda y ha intentado hacerlos ver la maravillosa persona que es ella, pero siempre en las reuniones familiares se siente una incomodidad latente o eso es lo que cuenta Amanda. Por otra parte se que él es un buen chico. Estudia economía y aunque proviene de una familia muy bien posicionada, es muy humilde al respecto. Las relaciones familiares podían ser difíciles de manejar muchas veces y yo solo espero que ellos puedan sobrellevar esta situación.
—¿Has hablado con él? —preguntó Camila.
—Lo he intentado, pero cada vez que lo hago, le surge algo y nunca podemos iniciar la conversación. No quiero que termine sintiéndose presionado, pero también quiero que sepa que estoy aquí para él.
—Creo que lo mejor sería darle su tiempo, el encontrará el momento para hablar contigo, sabes bien cómo es. Siempre intenta incluirte en todo.
—Tambien pensé eso, creo que darle espacio será lo mejor.
Camila decidió cambiar de tema, queriendo animar un poco a su amiga.
—¿Qué te parece si vamos al hospital a visitar a Gabriel? —sugirió.
Amanda levantó las cejas, intrigada.
—¿Gabriel? ¿El chico del que hablas siempre?
—Sí, él está un poco mejor y me gustaría que lo conocieras.
Amanda sonrió, su interés despertado.
—Claro, me encantaría conocerlo. Además, podría ser una buena distracción.
Poco después, al terminar sus clases, ambas se dirigieron al hospital. Al llegar, el ambiente era tranquilo, Camila guió a Amanda hacia la habitación de Gabriel, donde él estaba descansando. Al abrir la puerta, un rayo de sol iluminó la habitación, y ahí estaba Gabriel, recostado en la cama, formándose una sonrisa en su rostro al ver a Camila.
—¡Hola, Lindura! —saludó con entusiasmo a Camila, haciendo un esfuerzo por sentarse.
—¡Hola, Gabriel! —respondió Camila dándole una caja con pequeños postres.
Amanda se sorprendió al ver a Gabriel. A pesar de su situación, él emanaba una energía positiva. Tenía un carisma que parecía llenar la habitación y, en ese instante, Amanda comprendió por qué Camila siempre tenía un tema interesante sobre el.
—Te presento a mi amiga Amanda —dijo Camila, sonriendo.
—Un placer conocerte, Amanda. Camila me ha hablado mucho de ti.
—Igualmente, Gabriel. Es genial conocerte en persona. Debes ser increíblemente interesante tener tu amistad, has logrado que Cami no deje de hablar de ti y todos los planes que han hecho.
Gabriel sonrió, un poco sonrojado. Esto le sorprendió un poco a Camila, lo veía siempre coqueteando con las enfermeras, riendo o haciendo reír a los demás o alguna otra cosa, pero hasta ahora sonrojándose de la vergüenza, no.
—Solo trato de no ser un desastre total —bromeó.
Gabriel hizo espacio en la cama a sus pies para darle lugar a Camila, mientras que Amanda decidió ocupar el asiento de visitantes. Los tres comenzaron a conversar, especialmente sobre sus experiencias en la universidad, Gabriel les confesó que tenía planes para asistir a una y estudiar cine, pero su enfermedad le complicó la situación y abandonó la idea. En el hospital conoció a alguien muy especial, su mejor amigo Tomás, era un señor mayor, que amaba la fotografía y le enseñó muchas cosas sobre esta, lamentablemente el cancer venció y él murio, Gabriel quedo devastado, pero tuvo que aceptarlo.
—Tomás era increíble, muy atento y al igual que a mí le encantaba la ciencia ficción, fue muy triste verlo descompensarse poco a poco, creo que en el fondo sabía que pasaría con el y tengo la teoría que esa fue la razón por la que me enseño sobre fotografía, fue como un segundo padre. Cuando me enteré de su muerte fueron días de mucho dolor. El fue quien me heredó su cámara, hizo las fotos más hermosas que jamás haya visto.
Gabriel no lo sabía pero, esa conversación que tenían en ese instante le produjo miedo a Camila, pensar en dejar de verlo la hizo sentir triste. Ahora conociendo a Gabriel, con todo esa personalidad y carisma no se podía imaginar la vida en ese hospital si el.
Por otro lado noto que Amanda se sentia cómoda y se terminó de unir a la conversación, eso la calmo pues buscaba hacerla olvidar el asunto de Santiago. Hablaron de otras cosas más sobre sus intereses, sus familias y compartieron algunas risas. Pero Camila no dejaba de pensar en aquella idea que se introdujo en su cabeza ¿Que sucedería si Gabriel no lo lograba?
Después de un par de horas, Camila miró el reloj y se dio cuenta de que era hora de irse. Se despidieron de Gabriel, quien les agradeció por la visita.
—Fue genial conocerte, Amanda. Espero verte pronto por aquí. —dijo, sonriendo.
—Ya veo porque Camila sale tan feliz cada que viene hacer de voluntaria, fue un placer conocerte Gabriel. Si, estoy segura que nos veremos pronto.
Al salir del hospital, a Amanda se le notaba otro semblante.
—Camila, ¡tienes que aprovechar a este chico! Es un gran partido. No lo dejes escapar.
Camila rió, tomó una goma de su cartera y decidió amarrar su cabello.
—Somos amigos Amanda, el no tiene ninguna clase de interés amoroso hacia mi
—¿Pero qué dices chica? —insistió Amanda —Esta babeando por ti. Él es perfecto. Además, parece que te hace feliz. No todos los días conoces a alguien así.
Camila reflexionó sobre lo que su amiga había dicho. Había algo en Gabriel que la hacía sentir segura y emocionada. Se dio cuenta de que, aunque no quería arruinar la amistad que estaban construyendo, no podía ignorar la conexión que sentía con él.
Cuando el sol había comenzado a ocultarse, cada una estaba de regreso en casa. Camila se sentía más ligera, y la visita a Gabriel había renovado su energía. Sin embargo, había algo en su corazón que la inquietaba y quizás no la dejara dormir.
Esa noche, mientras se preparaba para ir a la cama, Camila no podía dejar de pensar en Gabriel. Las risas que compartieron y la forma en que lo miraba la hicieron sonreír, tomó su teléfono y decidió llamarle. Gabriel respondió al segundo timbre.
—Hola de nuevo, Lindura. No quedaste satisfecha de este pelon—dijo con su voz cálida. Camila río, últimamente lo hacía mucho pero es que junto a el era inevitable no hacerlo.
—Hola, Gabriel. ¿Preparándote para descansar?
—Si, estaba en eso. ¿Y tú?
—Tambien. Llamo porque, quería invitarte a algo. Este Miercoles es el cumpleaños de mi padre y me gustaría que vinieras. Sería genial que conocieras a mi familia, así como tu me presentaste la tuya ya.
—¡Me encantaría! —respondió Gabriel, con entusiasmo en su voz—. ¿A qué hora es?
—Es a las cinco de la tarde. Pasaremos por ti al hospital, debes estar listo a las tres, Amanda irá con nosotros.
—Perfecto. Estaré listo a esa hora.
Camila sintió una oleada de felicidad al escuchar su respuesta. Se despidieron y ella no pudo evitar sonreír mientras colgaba el teléfono. Había tomado la decisión de que su familia lo conociera, así que eso es lo que haría. Luego hablaría con Gabriel sobre su nuevo miedo y el siempre sabe cómo abordar cualquier cosa. Para poder atrapar el sueño Camila tuvo que pensar en un Gabriel sano, libre de Cáncer saliendo del hospital, esa fue la única forma de poder descansar.