Lyra, una joven de origen humilde, jamás imaginó que su vida daría un vuelco tan radical. A bordo del lujoso crucero llamado Temple, un mundo de opulencia y glamour se abrió ante ella. Entre camarotes dorados y fiestas deslumbrantes, Lyra se encontró trabajando como camarera, lejos de su sencilla existencia. Allí, cruzó su mirada con la del enigmático capitán, Kael. Un hombre de belleza imponente y carácter indómito, cuya mirada helaba hasta los huesos de los más osados. Sin embargo, Lyra, con su inocencia y espíritu indomable, logró derretir poco a poco el frío hielo que rodeaba a Kael, descubriendo un alma atormentada bajo esa fachada de dureza.
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El Viaje y la Introspección
El mar, inmenso y misterioso, parecía reflejar el estado de ánimo de Kael. Cada ola que chocaba contra el casco del barco era como un latido en su corazón, un recordatorio constante de la inmensidad de la vida y de la fragilidad de la existencia. Lyra, observándolo desde un rincón del puente, sentía una punzada de dolor al ver el sufrimiento de su amigo.
Una tarde, mientras el sol se ponía tiñendo el cielo de tonos rojizos y naranjas, Kael sacó un viejo cuaderno de su bolsillo. Era el cuaderno de bocetos de su padre, lleno de diseños de barcos, notas y garabatos. Lo abrió y comenzó a hojearlo lentamente.
"Mi padre siempre soñaba con construir un barco capaz de circunnavegar el globo," dijo Kael, su voz llena de nostalgia. "Un barco que pudiera llevarnos a cualquier parte del mundo."
Lyra se acercó y miró los dibujos con asombro. Cada línea, cada trazo, parecía cobrar vida ante sus ojos. "Son increíbles," murmuró. "Tu padre era un artista."
Kael sonrió amargamente. "Sí, lo era. Pero nunca tuvo la oportunidad de terminar este proyecto."
En ese momento, una idea comenzó a tomar forma en la mente de Lyra. "¿Y si terminamos el proyecto por él?" sugirió.
Kael la miró sorprendido. "¿Qué quieres decir?"
"Quiero decir que podríamos construir el barco de sus sueños," explicó Lyra. "Sería una forma de honrar su memoria y de mantener vivo su legado."
La idea resonó en Kael como una campana. Era como si una nueva vela se hubiera encendido en su interior, iluminando la oscuridad que lo había envuelto durante tanto tiempo.
En los días siguientes, Lyra y Kael se sumergieron en los planos de su padre. Estudiaron cada detalle, cada cálculo, cada anotación. Se dieron cuenta de que la tarea era inmensa, pero estaban decididos a llevarla a cabo.
El astillero se convirtió en su segundo hogar. El olor a madera recién cortada y a metal caliente impregnó sus ropas y su cabello. Trabajaban desde el amanecer hasta el anochecer, sus manos endurecidas por el esfuerzo, pero sus corazones llenos de esperanza. Con cada pieza de madera que unían, con cada clavo que golpeaban, sentían una conexión más profunda con el padre de Kael y con ellos mismos.
Lyra descubrió un talento innato para la carpintería. Sus manos, que antes solo habían acariciado libros y teclados, ahora moldeaban la madera con una habilidad sorprendente. Kael, por su parte, se convirtió en un líder nato, inspirando a los trabajadores del astillero con su pasión y su determinación.
Un día, mientras trabajaban en la cubierta del barco, una tormenta repentina obligó a interrumpir sus labores. Se refugiaron en un pequeño cobertizo cerca del muelle, observando como la lluvia azotaba el mar.
"A veces siento que mi padre está aquí con nosotros," dijo Kael, mirando hacia el horizonte. "Como si nos estuviera guiando en este viaje."
Lyra asintió con la cabeza. "Estoy segura de que así es," respondió. "Creo que estaría muy orgulloso de nosotros."
En ese momento, una ola gigante se estrelló contra el muelle, sacudiendo el cobertizo. Lyra se aferró a Kael, sintiendo su corazón latir con fuerza contra su pecho. Cuando la tormenta finalmente amainó, salieron del cobertizo y contemplaron los daños causados por el viento y la lluvia. A pesar de todo, el barco seguía en pie, fuerte y resistente.
La tormenta había dejado su marca en el astillero. Herramientas esparcidas, maderas rotas y el olor salado del mar impregnaban el aire. Sin embargo, el mayor daño lo había sufrido el velero. Una de las velas había sido rasgada por el viento, y una parte del mástil se había quebrado.
Kael y Lyra se miraron, sus rostros reflejando una mezcla de decepción y determinación. A pesar del contratiempo, no estaban dispuestos a rendirse. Con la ayuda de los trabajadores del astillero, comenzaron a reparar los daños. Cada golpe de martillo, cada costura cosida, era una reafirmación de su compromiso con el proyecto.
"Creo que esta tormenta nos está poniendo a prueba," dijo Lyra, mientras trabajaban en la vela. "Pero también nos está haciendo más fuertes."
Kael asintió. "Tienes razón. Nada nos detendrá."
Con el paso de los días, el velero recuperó su esplendor original. La vela rasgada fue reemplazada por una nueva, más resistente, y el mástil fue reforzado con hierro. Cuando finalmente estuvo listo para zarpar, Lyra y Kael se sintieron llenos de orgullo y emoción.
La primera travesía del velero fue una experiencia inolvidable. Navegaron por las costas de Europa, explorando calas escondidas y pueblos pintorescos. Lyra aprendió a leer las estrellas y a navegar con las corrientes. Kael, por su parte, descubrió una nueva pasión por la fotografía, capturando la belleza de los paisajes marinos.
Durante su viaje, se encontraron con marineros experimentados que les compartieron sus conocimientos y sus historias. También conocieron a personas de diferentes culturas, lo que enriqueció su perspectiva del mundo.
Una noche, mientras navegaban por el Mediterráneo, Lyra y Kael se sentaron en la cubierta, observando las estrellas.
"Nunca imaginé que nuestra vida sería así," dijo Lyra.
"Ni yo," respondió Kael. "Pero estoy feliz de que sea así."
Se miraron a los ojos y se besaron, sintiendo una conexión más profunda que nunca. En ese momento, se dieron cuenta de que habían encontrado no solo un hogar en el mar, sino también un amor que duraría toda la vida.