Yaya, una chica alegre con un sinfín de secretos.
Siempre persigue a Gavin en la escuela, pero Gavin es muy frío con ella.
Todo el mundo en la escuela la conoce como la chica descarada que sigue mendigando amor de Gavin. Pero nadie sabe que, en realidad, esa es solo una máscara para ocultar todo el sufrimiento en su vida.
Cuando el doctor Laska le diagnosticó cáncer cerebral, todo empeoró.
¿Seguirá Yaya luchando por su vida con todos los problemas que enfrenta?
¿Y qué pasaría si Gavin en realidad también la quisiera, pero se le hizo demasiado tarde para decirlo?
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Capítulo 4
Sonó el timbre del recreo.
Yaya rápidamente interceptó a Bintang, que estaba a punto de salir con Gavin. Había estado pensando mucho mientras estaba castigada, de pie frente a la clase por la Sra. Via.
"¿Estás segura de que no te equivocas de persona?".
Exclamó Bintang, sintiéndose extrañado porque normalmente a esta hora, durante el recreo, la chica estaría pegada a Gavin, pero esta vez se le acercó a él.
"No, por favor, Dios mío. Espero no gustarle a una chica rara como Yaya, con Gavin es suficiente", rezó en su interior. Gavin, que estaba mirando, también se sintió extraño por el comportamiento de Yaya ese día. No era que no estuviera celoso, solo que la chica estaba realmente extraña ese día, en su opinión.
"¡Imposible que me gustes! Mi amor es solo para Gavin, ¿sabes?", dijo Yaya mirando fijamente a Bintang. Bintang suspiró de alivio, llevándose una mano al pecho. "Gracias a Dios", pensó.
"Tengo un asunto importante que discutir contigo", dijo la chica y se acercó a Gavin por un momento antes de hablar con Bintang.
"Cariño, espera fuera un momento, ¿sí? Tengo que hablar de negocios con Bintang, ¿de acuerdo?". Le preguntó. Gavin miró a la chica por un momento y luego a Bintang.
"Como quieras", respondió con indiferencia y salió del aula.
Bintang seguía mirando a Yaya con confusión. ¿Qué clase de negocios querría hacer esta chica con él? ¿En qué estaba pensando? Resultó que era pedir dinero prestado.
"¿Qué quieres hacer con doscientos mil?", preguntó con curiosidad. Para él, doscientos mil era una cantidad insignificante, pero ¿acaso Yaya no tenía dinero para gastar y tenía que pedirle dinero prestado? ¿Era su familia pobre? Negó con la cabeza, era imposible que esta chica fuera pobre. Podía permitirse ir a una escuela de élite como esta, así que no podía ser pobre. ¿O era porque tenía una beca que podía entrar en esta escuela? Bintang negó de nuevo con la cabeza, ¡imposible! El cerebro de esta chica era estúpido, solo pensaba en Gavin. Sin mencionar que todas sus notas eran rojas.
Entonces, ¿por qué pedía prestados doscientos mil? ¿Para qué? Bintang no dejaba de darle vueltas.
"¿Puedes prestármelo?", volvió a preguntar Yaya con cara de súplica.
"Dime primero qué vas a hacer con esos doscientos mil".
"Pagar una deuda", respondió Yaya sin rodeos. De todos modos, no había necesidad de ocultarlo. Estaba en deuda, pero como no tenía dinero en ese momento, solo podía pedir prestado. Y la única persona que se le ocurrió en ese momento fue Bintang. Era imposible pedirle dinero prestado a Gavin, estaría demasiado avergonzada. El chico se preguntaría qué pasaba.
Bintang la miró con asombro.
"Qué lista eres, ya sabes lo que es endeudarse a tu edad. Y encima pagas tus deudas con dinero prestado", comentó, todavía asombrado. Hablaban bastante alto, tanto que Gavin podía oírlos desde fuera. El chico se apoyó en la pared exterior del aula con los brazos cruzados sobre el pecho. Estaba esperando a que Bintang y Yaya terminaran. Por alguna razón, tenía bastante curiosidad por el "negocio" del que había hablado la chica. Se rió entre dientes al oír que Yaya quería pedirle dinero prestado a Gavin. Así que todo ese tiempo la chica había estado pensando en el dinero. Tenía curiosidad por saber de qué dinero se trataba, pero volvió a decidir que no le importaba y se alejó de allí, sin esperar más.
"Por favor, préstamelo... por favor... Bintang, guapo...", suplicó Yaya con cara de lástima. Bintang se burló. Solo le decía guapo cuando quería pedirle dinero prestado.
"Sí, sí, te lo presto. Me da miedo que vuelvas a llorar delante de mí", dijo, y sacó dos billetes de cien mil de su bolsillo y se los dio a Yaya, que saltó de alegría.
"¡Gracias, Bintang!", exclamó y se fue, queriendo pagar su deuda lo antes posible.
"¿A dónde vas?", gritó el chico.
"A pagar mi deuda", respondió Yaya. Bintang se rió. Gavin tenía suerte de que la chica no lo estuviera acosando hoy porque estaba ocupada con su deuda, pensó Bintang. Normalmente a estas horas la chica ya estaría pegada a Gavin.
"Tienes suerte, Gav", murmuró para sí mismo.
