Después de que sus padres se divorciaron, Talita y sus dos hermanos pequeños se quedaron a vivir con su madre. Sin embargo, esta situación no duró mucho. Talita y sus hermanos fueron echados nuevamente de la casa de su madre, quien prefería a su nuevo esposo y a su hijastra. Ni siquiera su padre biológico los aceptó. ¿A dónde deben ir Talita y sus hermanos? ¿Quién los cuidará, siendo tan pequeños? La respuesta está aquí. ¡Disfruta de la lectura!
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Capítulo 3
Después de comprar una olla arrocera y una estufa de gas, Talita compró un delgado colchón para que pudieran dormir esa noche. Talita limpió primero el dormitorio para que sus hermanos pudieran descansar.
"Hermana, hace calor".
"Ten paciencia, cariño. Te compraré un ventilador si Tasya me hace caso. Ah, claro, hay un mini ventilador en mi bolso".
"Sí, hermana".
Tasya, que siempre había tenido una vida cómoda y consentida, lo estaba pasando mal para adaptarse a vivir en aquella casa alquilada.
Su bonita y fresca habitación hacía que durmiera muy a gusto. Pero ahora tenía que dormir en una casa alquilada pequeña, calurosa y a veces llena de mosquitos.
"Ya está, deja de llorar. Ten compasión de la hermana Talita. Lleva todo el día yendo y viniendo", dijo Tania.
Tania, que ya estaba en quinto de primaria, entendía más o menos los problemas de sus padres.
Tania era callada, pero no era de las que perdonan fácilmente. Le costaba llorar cada vez que su hermanastro la golpeaba.
El dolor que sentía cada vez que la culpaban y la trataban de forma diferente a su hermanastro, Andi, porque iban al mismo colegio.
Andi envidiaba a Tania, que era inteligente y siempre sacaba las mejores notas. Por eso le dijo a su padre que los echara.
"¿Qué te pasa, Tasya?"
"No sé, hermana. Lleva un rato diciendo el nombre de mamá".
Talita estaba muy confundida. ¿Cómo iba a ir su madre? Su padre y la que una vez fue su madre, que esperaba su llegada, los habían abandonado.
"Ven aquí con tu hermana, cariño. ¿Qué quieres?".
"Tasya quiere estar con mamá. Mamá no está aquí. Tasya no quiere estar contigo, hermana".
"Tal vez mamá esté dormida y se le haya olvidado que nos lo prometió".
"¿Por qué se olvida mamá todos los días? ¿Y si ya no quiere a Tasya?".
"Eso no es cierto, cariño".
Tasya siguió lloriqueando y llorando a ratos. Talita ya no podía soportar más la opresión en su pecho.
Tragándose su orgullo, intentó llamar a su madre. Pasara lo que pasara, ella lo asumiría.
Tut....
Una llamada perdida.
Tut....
Dos llamadas perdidas.
Tut....
Con la respiración entrecortada, Naina respondió a la llamada de su hija.
"¿Qué pasa? ¿Por qué me llamas a estas horas, Talita?".
"Tasya lleva un rato preguntando por ti".
"Pues cálmate. ¿Es que no sabes hacer nada?".
"No soy su madre".
De repente, la respiración de Naina se convirtió en un jadeo ahogado.
"Cariño, ¿quién llama? Date prisa, que ya no puedo más".
La voz del padrastro de Talita se oyó mientras hablaba con su madre. Talita comprendió perfectamente por qué su madre estaba haciendo aquellos sonidos de jadeo.
"¡Mierda!".
Consiguió soltar una maldición antes de colgar.
Se apretó el pelo con fuerza. No se encontraba bien en ese momento. Su padrastro seguro que se había dado cuenta de que era ella quien llamaba.
Las lágrimas le brotaron de los ojos. Ni siquiera fue capaz de contenerlas. ¿Qué iba a decirles a sus hermanas?
"¿Dónde está Tasya?".
"Ya se ha dormido de tanto llorar".
"Bueno, tú también deberías dormir. Mañana te acompañaré a tu nuevo colegio".
"¿Y tú no vas a clase?".
"Eso es asunto mío. Ahora duerme".
Su casa alquilada estaba en la última manzana. La casa tampoco estaba muy cerca de las demás. Por eso muchos vecinos no sabían que la casa que llevaba tanto tiempo vacía tenía nuevos inquilinos.
"Abuelo, ¿qué hago ahora? No tengo a nadie más que a Tasya y a Tania", murmuró.