Historia de Carolina Rosales, alias La Caro, una peligrosa narcotraficante de Sinaloa, México. Una mujer de carácter violento y capaz de cualquier cosa, con tal de resguardar su territorio y ampliarlo a costa de lo que sea. Hasta que..... Mejor te invito a que leas mi cuarta novela. Muchas gracias lectoras, lectores.
Espero que la disfruten.
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16- DUDAS.
El retorno a casa, se hizo eterno, Yolanda no quería llegar, como iba a enfrentar a su hija, se sentía sucia, manchada. Ahora que iba hacer para educar a su hija, pidió a Roberto que detuviera la camioneta y le dijo que la dejara sola unos momentos. Roberto, antes de salir del auto, le dijo: Señora, si desea hablar, aquí voy a estar.
Gracias Roberto, solo déjame unos momentos sola.
Bien, dijo el guardia y se alejó unos pocos metros, hasta quedar debajo de la copa de un árbol para protegerse del Sol.
Yolanda se puso las manos en el rostro y comenzó a llorar. Ahora como voy a educar a mi niña. Como.
Pero entendía que lo hecho ya no tiene remedio, y que ella ya había elegido, la única forma de salir de ahí es muerta, no solo ella, lo mismo le pasará a Carolina y a Susana, así como a Nana Rosita.
De pronto, sonó su teléfono, era uno de los guardias: Señora, tenemos al Solovino, fue contratado por una mujer que vive en México en una Unidad Habitacional, no sabe su nombre.
No importa, yo si sé quien es. Y también ya sé adónde va a parar esa información. Gracias por llamarme. Cortó la llamada y le habló a Roberto.
Vamos a casa.
Señora, si me permite.
Claro.
La primera vez es muy duro. Se le llena a uno la cabeza de muchos demonios y se piensa en el arrepentimiento, pero ahí mismo te das cuenta de que ya no hay vuelta atrás, no puedes huir de la realidad. Es algo que siempre te va a perseguir, el primero, y el último. Son los que siempre recordaras, los demás se perderán entre el conjunto que te has llevado. Esos se olvidan, pero el primero nunca, el último lo recordarás mientras sea el último. El primero, no tienes donde guardarlo, solo en tus recuerdos lacerantes.
Gracias Roberto, creo que vamos a tener más charlas tú y yo.
Cuando guste señora, ya sabe dónde buscarme.
Después la marcha fue en silencio, luego, pon música, por favor Roberto, que quiere oír, Música Clásica.
Bueno, contestó el guardia.
Comenzó a escuchar la Obertura 1812 de Tchaikovsky. La obra que narra la derrota de Napoleón en la Batalla de Moscú. La perdición del Francés y el comienzo del fin de su imperio.
Así llegaron a casa. Dónde está el solovino. Preguntó a los guardias. En la oficina del Jardín, con su Mamá y Pancho.
Yolanda entró y saludó. Madre, Pancho. Dónde está el solovino.
Ahí en el cuarto. Pasó al cuarto donde está el soplon. Quiero el número de teléfono a donde llamas, ahora mismo cabrón.
Está ahí en mi cartera, en una tarjeta.
Maldita, hasta tarjetas tiene la muy miserable.
Hija, quien es.
Mi Madre biológica.
Y salió hecha una furia.
Hija, espera. Ya está ahí Caro.
¿Como dices? Aún no es hora de la salida.
Me llamó la Directora, toda la semana va a ser horario recortado.
Me lo debió haber dicho esta mañana que estuve con ella.
Ven aquí hijita. Tranquilízate, la niña no debe verte así.
Lo sé Madre, tienes aquí agua?.
Si cariño, ven. Toma toda la que quieras.
En la noche hablamos Madre, ahora toda la tarde es de Caro.
Está bien hijita. Que vas a hacer?.
Me voy a llevar a comer a mi hija por ahí y luego iremos al Cine.
De acuerdo, pero que vaya Roberto.
Claro Madre, nos vemos en la noche.
Ah. Y a ese, quiero que me lo guarden. Todavía no he terminado de hablar con él.
Está bien hijita. Con cuidado.
Despideme de Pancho.
Conociendo a éste país, por mi experiencia, quizá lo secuestro un narco.