EL ALMA DEL PUEBLO

Fredy emergió de su escondite tras la roca, su rostro una máscara de incredulidad. No podía creer lo que acababa de presenciar. Geovanni, su primo, el hombre fuerte del pueblo, había mostrado un lado de sí mismo totalmente inesperado. Un lado tierno, vulnerable y apasionado.

Al día siguiente, durante el partido de fútbol, Fredy aprovechó un momento de descanso para acercarse a Geovanni. "Oye primo, ¿podemos hablar un rato después del partido? Tengo algo importante que decirte."

Geovanni, sin sospechar nada, aceptó. Esa noche, bajo la tenue luz de un farol, Fredy comenzó a relatar con lujo de detalles lo que había visto en la laguna. Geovanni se quedó helado. No podía creer que alguien lo hubiera visto. Se sentía expuesto, vulnerable.

Fredy, notando la consternación de su primo, continuó: "Mira, Geovanni, no quiero que nadie más se entere de esto. Imagina las burlas, las acusaciones. Podrías perderlo todo."

Geovanni, aterrorizado ante la posibilidad de que su secreto se hiciera público, suplicó a Fredy que guardara silencio. Pero Fredy tenía otros planes. "Puedo mantener esto en secreto... a cambio de algo."

Geovanni, sintiendo la trampa cerrarse a su alrededor, preguntó con voz temblorosa: "¿Qué quieres?"

"Quiero experimentar lo mismo que tú. Quiero sentir esa conexión, esa pasión. ¿Me entiendes?" Fredy se acercó peligrosamente, su mirada fija en los ojos de Geovanni.

Geovanni se sintió asqueado. No quería involucrar a Fredy en sus asuntos, pero tampoco podía arriesgarse a que su secreto saliera a la luz. A regañadientes, aceptó. "Está bien, pero solo una vez. Y no le digas a nadie más."

Fredy sonrió triunfante. "Mañana a las cinco de la tarde, en la vieja casa de las Licos. No faltes."

Al día siguiente, Geovanni se dirigió a la vieja casa con el corazón pesado. Se sentía sucio, manipulado. Pero también sentía miedo. Miedo de lo que Fredy podría hacer si no cumplía su promesa.

Al llegar a la casa abandonada, encontró a Fredy esperándolo. La atmósfera era opresiva, llena de una tensión palpable. Fredy, con una mirada expectante, se acercó a Geovanni.

Los siguientes momentos fueron una repetición de lo ocurrido con Orange, pero esta vez, la pasión se había transformado en una obligación. Geovanni se sentía vacío por dentro, mientras que Fredy, a pesar de su aparente satisfacción, parecía insatisfecho.

Al terminar, Fredy se levantó y se dirigió hacia la puerta. "Gracias, primo. Me divertí mucho."

Geovanni se quedó solo en la casa abandonada, sintiendo una profunda tristeza. Había dejado que el miedo lo manipulara, había traicionado a Orange y a sí mismo.

Geovanni caminaba por el polvoriento camino que llevaba a su casa, cada paso una punzada en su conciencia. La vieja casa de las Licos se perdía a sus espaldas, un oscuro recordatorio de la decisión equivocada que había tomado. Su corazón latía con fuerza en su pecho, una mezcla de arrepentimiento y miedo.

Se arrepentía amargamente de haber cedido al chantaje de Fredy. Había traicionado a Orange, a quien amaba sinceramente. La imagen de Orange, con su sonrisa inocente, se le apareció en la mente, y una ola de tristeza lo invadió. ¿Cómo había podido ser tan cobarde?

Mientras caminaba, fingía una sonrisa, intentando disimular el dolor que lo consumía por dentro. Sabía que si alguien lo veía así, sospecharían de algo. La gente del pueblo lo conocía como un hombre fuerte, capaz de superar cualquier obstáculo. Pero en ese momento, se sentía más débil que nunca.

El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de colores cálidos. Los rayos dorados acariciaban su rostro, pero no lograban disipar la oscuridad que sentía en su interior. Cada paso que daba lo acercaba más a su casa, pero también lo alejaba más de la persona que había sido.

Al llegar a su casa, Geovanni se encerró en su habitación. Se dejó caer sobre la cama y se cubrió la cara con las manos. Las lágrimas brotaron de sus ojos, liberando la tensión que había acumulado durante todo el día. Se sentía sucio, manchado por su propia cobardía.

Sabía que tenía que hacer algo para reparar el daño que había causado. Tenía que confesarle todo a Orange y pedirle perdón. Pero también sabía que sería difícil recuperar su confianza.