Cicatriz De Lobo

La experiencia en el Nexus y la revelación de Darius había dejado cicatrices visibles e invisibles. Aunque el camino por delante estaba lleno de incertidumbres, cada miembro parecía estar procesando sus desafíos internos de formas distintas. El ambiente estaba cargado, no solo por los peligros externos, sino también por las tensiones crecientes dentro de la propia compañía.

Los dias pasaron en las realidades de cada uno, como si vivieran en una dimension diferente.

Ascensio, ahora, se había vuelto más reservado. Sus transformaciones, que antes estaban bajo control, comenzaban a manifestarse de manera espontánea, incluso durante el día. Esto lo llenaba de una mezcla de vergüenza y miedo. Sabía que algo dentro de él estaba cambiando, algo que lo alejaba de los demás.

En una de las noches mientras acampaban cerca de un río, una Selene joven, en forma de niña, intentó hablar con él.

"Ascensio," dijo suavemente, acercándose mientras él miraba fijamente su reflejo en el agua. "¿Qué te pasa? Te siento distante."

"Estoy luchando contra algo, Selene," respondió, sin apartar la mirada de su reflejo. "Algo que ni siquiera sé si puedo controlar. Siento... hambre, pero no es de comida. Es algo más profundo..."

Selene colocó una mano sobre su hombro. "Lo superaremos juntos. No importa lo que pase, no estás solo."

Ascensio giró para mirarla, sus ojos brillando con un leve destello dorado. Pero en lugar de consuelo, había un miedo palpable en su mirada. "Eso es lo que temo, Selene. Que cuando esto me consuma por completo, seas tú quien termine pagando el precio."

Por otro lado, Mael parecía más decidido que nunca a proteger a Selene, pero su método para hacerlo se había vuelto cada vez más cuestionable. Queria aliarse con los Hijos del Viento.

En un momento, en un lugar llano, donde el atardecer se posaba, Mael confrontó a Adrian, para acabar con el que consideraba su primer obstaculo.

"Este es tu fin, pequeño mortal"

"Eso lo veremos Mael," respondió Adrian, con una calma que solo intensificaba la gravedad de sus palabras. "Acabare contigo de una vez por todas Mael, Darius o como mierda te llames"

Mael apretó los puños. "No sabes nada de lo que estoy dispuesto a hacer por ella."

"¿Por ella?" Adrian lo miró fijamente. "¿O por ti mismo?"

La conversación terminó en silencio, pero el resentimiento entre ambos era evidente. Selene, aunque no había presenciado el intercambio, comenzó a notar cómo los dos hombres peleaban en su pensamiento, como si sintiera el corazon de ambos, y eso la inquietaba.

Mientras tanto, Eira parecía estar desarrollando un papel ambiguo dentro del grupo. Su conexión con Alara, la líder de los Hijos del Viento, no era algo que estuviera dispuesta a revelar completamente, pero tampoco podía ocultarla por completo.

En un momento de soledad con Selene, la mujer mistereriosa se materializo a su lado, dejando caer algunas pistas.

"¿Alguna vez has sentido que tu vida estaba destinada a algo más grande, pero también temías lo que eso podría significar?" preguntó la dama, mientras ambas observaban un cielo estrellado.

Selene la miró, intrigada. "¿Quien eres?"

Eira suspiró, evitando la mirada de la princesa. "A veces, lo que creemos que es nuestro destino no es más que una cadena que alguien más nos puso. tu y yo... tenemos historia, y no toda es agradable."

Selene no respondió de inmediato, pero tomó nota de las palabras. Había algo que iba más allá de su actitud irreverente. Y aunque no sabía si podía confiar completamente en ella, sentía que sería crucial para lo que estaba por venir.

Finalmente, todos despertaron, Ascensio, Selene, y Darius, sin embargo, Adrien aun se hayaba durmiendo. Selene se acerco automaticamente a el, preocupada, sin enmbargo Darius le dijo la verdad, que el lo asesino en aquel lugar. 

"YA ESTOY HARTO DE TI" respondio Ascencio, atacandolo desenfrenadamente, y ambos hombres lobo se transformaron empezando una lucha sangrienta. Mientras Selene lloraba la muerte de Adrien. Los cielos cambiaban de color de forma abrupta, y los vientos traían consigo un sonido distante, como un tamborileo constante. Era como si el mundo estuviera respirando de manera irregular.

Justo cuando estaban por devorarse el uno al otro, el nexus se ilumino, transportando a cada uno a su lugar de origen, Selene al castillo, acostada en su recamara, Ascencio, en el bosque, justo en el lugar donde se habia tranformado en aquella bestia por primera vez, y Darius estaba sobre su trono, frente a su ejercito.

Selene tuvo un sueño esa noche, uno que la dejó temblando al despertar. En el sueño, estaba atrapada en una tormenta de fuego y viento, con Ascensio a su lado, pero no como hombre, sino como una bestia completamente descontrolada. A su alrededor, rostros conocidos se desvanecían en cenizas, mientras una figura indistinta en el horizonte reía.

Cuando se despertó, encontró a Ascensio, cargandola por el bosque. Algo en su postura le pareció extrañamente similar a lo que había visto en el sueño. Y por primera vez, se preguntó si realmente podría salvarlo, o si él sería el destructor de todo lo que amaba.