Isela es una mujer que desde muy pequeña tuvo que trabajar, tuvo un matrimonio aparentemente perfecto, pero todo se derrumba cuando sufre la peor traición y aún más después de la muerte de su esposo tiene que salir adelante sola, mientras se enfrenta a los obstáculos impuestos por la sociedad.
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La suegra de Isela ya era una señora cerca de los 70 años, desde unos cinco le hacían diálisis debido a la falla, de sus riñones, pero en el último chequeo médico los médicos descubrieron que tenía cáncer y este había hecho metástasis en varios órganos, lo cual su diagnóstico no era nada, alentador y solamente había que esperar hasta que Dios se la llevara
Isela como una buena nuera empezó a cuidarla, Marina estaba feliz de tener cerca a su nuera, estaba orgullosa pues su hijo Raúl era el único con un matrimonio estable y una familia feliz o eso era lo que creía.
En casa Isela sufría en silencio, Raúl ya no era ni la sombra del hombre que fue, ahora vivía enojado, todo el tiempo le reclamaba e incluso le inventaba amantes, le dejaba cartas o notas donde le decía que ya conocía al hombre por el cual ella estaba destruyendo su matrimonio.
Ahora ya no le depositaba dinero para sus gastos personales y él se hacía cargo de comprar todo lo que se necesitaba en el hogar.
Si debía ir a un lugar él la llevaba, y todo él tiempo le vivía repitiendo que la tenía vigilada, ella no podía ver a su familia pues este se negaba y las pocas veces que veía a sus hermanas este les ponía mala cara e incluso llevo a decirles que se vallan.
Isela lloraba todas las noches, su hija fue la primera en darse cuenta de que las cosas no estaban bien y fue ella la que insistió en conocer lo que pasaba y con lágrimas en los ojos le contó.
Keyla lloraba con su madre, pues está le contó que la razón por la cual ella avía cambiado era por él, pues vio comportamientos que no le gustó incluso una vez le insinuó que dejase que la tocará a cambio de darle un celular. Keyla se negó y desde entonces este empezó a acosarla, ella quería decirle a su madre, pero también la tenía amenazada.
Ambas lloraron abrazadas estaban sufriendo en esa casa a lado de un hombre que se suponía debía cuidarlas.
No había mucho que pudieran hacer, Keyla hablo con un trabajador de la fiscalía y este le dijo que sin pruebas no lo pueden detener. Así es la justicia en el país, sin pruebas sólidas no hacen nada las autoridades.
Es así como seguían conviviendo con el enemigo, esta vez Isela insistió aún más con el divorcio le reclamo una vez más por lo que le hizo a su hija lo cual no le importo a él mientras que su familia crea que el sigue siendo el hombre perfecto.
Isela hablo con su hijo y le contó todo ya no quería guardarse nada, es aquí que su amado hijo le dio la primera puñalada, una lenta y dolorosa que cada día desgarraba su corazón. Pues en pocas palabras le dijo que le creía, pero era su padre y el hecho que cometió un error no significa que era malo, que ellos estaban casados y su deber era perdonarlo, olvidar lo que pasó y seguir siendo una familia feliz.
Como puedes olvidar el daño que alguien te hace, como puedes seguir a lado de quien destruye la vida de otras personas, es normal sentarse a observar y no hacer nada. Eso mismo le decía su hijo que hiciera por conveniencia que se callara.
Ella no podía cada día sentía que estaba en el infierno de aquel amor que le tenía ya no le quedaba nada, odiaba verlo, odiaba su voz y todo lo que tuviese que ver con él. Y él no hacía más que aumentar el dolor. Frente a todos se presentaba como el esposo amoroso, comprensivo. En privado vivía recalcando lo que hacia por ella.
Cada comida fuera de casa era el tema de conversación por semanas, presumía lo "buen marido" que era.
Isela sonreía, mientras se tragaba todo el dolor, cada día se repetía falta menos para que esta pesadilla termine, quería a su suegra, solo que ya no podía vivir en medio de la hipocresía, el miedo y dolor.
Su salud se veía afectada cada día más, y como no, si ya no dormía cada noche ponía seguro a su puerta con el miedo que él pudiese entrar y la asesinara. Ya no se alimentaba bien y estaba muy demacrada lo cual disimulaba con maquillaje.
Su hija recibió una beca y se fue a estudiar a otra ciudad, si bien no tenía la mayoría de edad fue el escape perfecto para salirse del dominio de su padre y así este no pudiera amenazar a su madre con ella.
El día que keyla se fue, su madre lloró mucho extrañaría a su bebé, esa que un día desprecio y que ahora era la única que estaba de su lado.
Su hijo seguía insistiendo que perdone a su padre, pero ella no podía se lo debía a si misma y a su pequeña Lara.
Lara solo visitaba a su madrina cuando estaba sola, Isela le prohibió ir mientras Raúl esté ahí. Ya no quería que esta sufriera más.
Isela prefería que ella no viniera, pero en su casa pasaba sola todo el día, ni siquiera le dejaban comida y ella debía alimentarse con lo que hubiera, su madre le daba dinero y ella lo gastaba en dulces, había días o hasta una semana que no asistía a la escuela, estos ni siquiera se tomaban la molestia de llamar y preguntar por qué faltaba tanto.
Sé que muchos dirán no era mejor que ella, la llevaran a una casa hogar, pero nomo hacerlo en aquella ciudad cuando un menor es retirado primero buscan un familiar que se hiciera cargo, pero a ella nadie la quería en casa. Segundo cuando llegaban a la casa hogar su situación quedaba expuesta al resto de chicos, estos estaban revueltos, no importa el motivo por lo que estuvieran ahí.
Podían ser chicos adictos a ellos no les importaba, después que estén a "salvo"
Raúl había bajado la intensidad de sus amenazas, estaba más tranquilo y como no, si su madre ahora estaba con respiración artificial.
Eran las dos de la mañana cuando una llamada del hospital l hizo levantar a Raúl le pedían ir a verla.
Primero fue a llamar a Isela y así ir ambos al hospital allá se encontrarían con los demás hijos de ella.
Fue así siendo las 3 de la mañana que el médico les informo que ella estaba en sus últimas horas y que él iba a autorizar que uno a uno pase a despedirse.
Marina estaba algo lúcida y mantenía el oxígeno, cada hijo que entraba salía con lágrimas en los ojos aunque trataban de darle ánimos y le pedían luchar.
Cuando le tocó entrar a Raúl este fue resignado a despedir a su madre con su partida muchas cosas terminaban, como su matrimonio y su perfecta vida.
Con mucho cariño beso a su madre mientras le recitaba algunos poemas y le cantaba canciones como lo hacía cada día de las madres y cada cumpleaños, esta con una sonrisa se despidió de su amado hijo, pidiendo que entrara Isela.