Las Crónicas De Salem

Emma y Lucas se encontraban frente a la imponente mansión de Nathaniel Hathorne, con el corazón latiendo con fuerza en sus pechos. El viento frío de octubre soplaba a su alrededor, como si la misma naturaleza estuviera advirtiéndoles de los peligros que aguardaban dentro.

—Esto es realmente surrealista —murmuró Lucas, mirando la casa con asombro—. ¿Crees que Nathaniel sabrá algo sobre los juicios de Salem?

Emma apretó los puños, su determinación inquebrantable.

—Lo averiguaremos. Pero primero, necesitamos estar preparados para cualquier cosa. No sabemos qué podemos encontrar allí adentro.

Lucas asintió solemnemente, y juntos avanzaron hacia la entrada de la mansión. Emma tocó el timbre con decisión, y esperaron, sintiendo la tensión en el aire.

La puerta se abrió lentamente, revelando a un hombre de mediana edad con una mirada aguda y penetrante.

—¿En qué puedo ayudarlos? —preguntó Nathaniel Hathorne, su tono de voz firme pero cortés.

Emma respiró hondo, recordando las palabras de Sarah Good y la promesa que había hecho.

—Soy Emma, y él es mi amigo Lucas. Estamos aquí para hablar con usted sobre su ancestro, el juez John Hathorne, y su papel en los juicios de brujas de Salem.

Nathaniel frunció el ceño, claramente sorprendido por la franqueza de su declaración.

—¿De qué están hablando? Los juicios de Salem son parte del pasado oscuro de mi familia, y no tengo nada que ver con eso.

Emma sostuvo su mirada con firmeza, sin titubear.

—Entendemos eso, señor Hathorne. Pero creemos que es importante confrontar el pasado para poder seguir adelante. Tenemos pruebas que sugieren que su familia está vinculada directamente a los juicios, y necesitamos saber la verdad.

Nathaniel los observó en silencio por un momento, como si estuviera evaluando sus palabras.

—Entiendo su interés en la historia, pero les aseguro que no hay nada que pueda decirles que no se haya dicho ya. Mi familia ha intentado dejar atrás ese oscuro capítulo de nuestra historia.

Emma frunció el ceño, sin dejarse intimidar.

—Pero el pasado no puede ser olvidado tan fácilmente. Las acciones de sus antepasados tienen consecuencias, y esas consecuencias siguen afectando a la gente hoy en día.

Nathaniel suspiró, pareciendo cansado de la discusión.

—Lo siento, pero no tengo nada más que decirles. Les pido que se vayan y dejen el pasado en el pasado.

Emma se mordió el labio, sintiendo la frustración crecer dentro de ella.

—No podemos simplemente ignorar la verdad, señor Hathorne. La justicia exige que enfrentemos las injusticias del pasado y luchemos por corregirlas.

Nathaniel cerró la puerta con un suspiro resignado, dejando a Emma y Lucas parados en el porche, sintiendo el peso de la decepción sobre sus hombros.

—¿Y ahora qué? —preguntó Lucas, mirando a Emma en busca de orientación.

Emma apretó los puños, su determinación más fuerte que nunca.

—Ahora vamos a seguir adelante. Esto no es el final, es solo el comienzo. Tenemos más trabajo por hacer, y no descansaremos hasta que se haga justicia.

Con ese juramento en sus corazones, Emma y Lucas se alejaron de la mansión Hathorne, preparados para enfrentar los desafíos que les esperaban en su búsqueda de la verdad y la justicia para las almas perdidas de Salem. Aunque el camino por delante sería difícil y lleno de obstáculos, sabían que no estaban solos en su lucha. Y con esa certeza, continuaron avanzando, decididos a enfrentar la sombra del pasado y traer luz a las tinieblas de la historia.