Al haber sufrido violencia durante toda su vida, Lola decidió terminar con su agresor, después de perder al bebé que venía en camino, gracias a una golpiza puesta por su esposo. Al intentar huir de la familia de su fallecido esposo, se encontró con una mujer extraña y le habló sobre un mundo diferente, donde ella podría vivir feliz y en paz. Lola decidió ir a ese mundo creyendo en la palabra de la extraña, sin embargo no debes creer todo lo que te dicen, nunca debemos confiar en simples extraños.
Un nuevo mundo, ¿Una nueva vida?
Quizás la persona que una vez existió en el mundo moderno, también dejó de existir en el mundo al que llegó. Lola ya no es la misma, ahora su personalidad dominante ha despertado.
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Clientes
—Se que están felices por mi partida, aunque no creí que tanto— se reía de ellos
—Espero que sea feliz y le vaya bien. Me disculpo por todo lo que la hicimos pasar— la jefa de cocina se lamentaba, pues cuando Sophia dejaba restos de comida, ellos probaban lo que ella preparaba, simplemente quedaron fascinados por su comida, pero su orgullo jamás les permitió pedir sus recetas
—Sigan siendo leales a su señor, traten bien a su nueva señora. Verifiquen primero si sabe hacer las cosas para que no los deje en ridículo como hice yo con ustedes— se reía a carcajadas
Los empleados estaban seguros que Sophia no pasaría dificultades siempre y cuando no se encontrara con gente mal intencionada.
De esa manera, Sophia dejó su vida de Duquesa y salió a un mundo que desconocía, pues a pesar de haber estado dos años en aquel lugar, jamás la dejaron salir y ella tampoco insistió. Le habían proporcionado un carruaje y la acompañaban varios guardias por orden del duque, hasta que llegara a la casa de sus padres, pero en sus planes no estaba conocer a las personas que la habían vendido, por muy mala que hubiese sido su hija, jamás perdonaría algo tan bajo como eso, aunque entendía que era por la época, por esa razón, su destino era otro.
—Veo que la señorita Brunet por fin aceptó su destino, no puso oposición en nuestra separación. Según las cartas que recibí, dijiste que no volvió intentar escapar, ¿Pasó algo más?— mientras revisaba algunos documentos, cuestionó
—Supo sorprender a este viejo, su señoría. Días después de su partida, la duquesa se hizo cargo de cada una de sus necesidades, desde cocinar, hasta lavar para ella misma. Jamás imaginé ver a una noble hacer ese tipo de labores, solo se ganó mi respeto— su culpa podía verse en el rostro
—¿Por qué una duquesa haría algo como eso?, asumo que tú influenciaste para que eso pasara— se veía molesto
—Al principio lo decidimos para intentar castigar a la duquesa por lo que le había hecho a usted, pero nos cerró la boca y acabó con nuestros prejuicios, sin embargo ninguno de los empleados fuimos capaces de pedirle disculpas, hasta el día de hoy— confesaba su culpabilidad
—Lo que haya pasado ya no importa, incluso si ella cambió, no podría intentar ningún tipo de relación con ella.— suspiró. —Asegúrate de recibir a Lady Duval, ella aceptó casarse conmigo. Fue a la expedición representando a su familia y ahí tuvimos un acercamiento, la verdad es que la quiero y me casaré con ella lo más pronto posible, claro que de está boda sabrán todos los nobles, incluso los emperadores, es la mujer con quién decidí hacer mi vida— se veía feliz.
El mayordomo entendió que a pesar de todo, la vida de Sophia y su señor, no estaban destinadas, por eso lo único que pudo hacer, era desearle lo mejor a la duquesa que le demostró no necesitar de nadie.
Por su parte, Sophia había llegado al pueblo más cercano, ahí se hospedó en una posada muy bien ubicada y le agradeció a los guardias por su ayuda.
Estaba feliz, aunque también se dio cuenta que hacer lo que había planeado, no sería tan fácil.
—Primero debo encontrar un lugar que pueda comprar— se decía a si misma, recostada en una suave cama.
Tenía que comenzar con sus planes, así que salió a dar una vuelta por el pueblo. Pudo ver muchos negocios, pero ninguno parecido al que ella quería iniciar. Su opción más segura, era iniciar con la creación de armaduras y armas, para los soldados y guardias, pues era lo más viable en cualquier imperio, ya que con el ejército, tenía clientes seguros, ella se encargaría de crear todo con la mejor calidad y también, aquellos productos, tendrían algo especial, algo que nadie más tendría.
Pronto encontró un lugar muy bien ubicado y decidió comprarlo, algo que no le resultó tan difícil.
Adecuó su local con todo lo necesario y cuando estuvo instalada, comenzó con sus creaciones. Gracias al grimorio pudo crear todo de una manera fácil, solo transformó en algo real, sus maravillosos dibujos. Al haber sido diseñadora y creadora de joyas en la tierra, ella sabía dibujar de manera espectacular.
En poco tiempo, pudo mostrar sus creaciones a la gente, pero nadie se atrevía a comprar nada, pues cuando se enteraban que era ella la creadora de dichos artefactos, no se querían arriesgar a solo tirar su dinero a la basura.
—«¿Cómo es posible que todos piensen así?»— se lamentaba, hasta que alguien la sacó de sus pensamientos
—Buenas tarde señorita— un hombre que parecía ser guardia, le hablaba
—Dígame, ¿cómo puedo ayudarlo?— amable respondió
—Necesito, algunas espadas y también dos escudos, ¿podría hablar con él herrero encargado?— preguntó
—Soy yo la que crea estás armas y también las armaduras, ¿Cómo cuales le gustarían o prefiere algo personalizado?— se había acercado y preguntó
Sin esperar, el guardia solo se tapó la boca para que no escucharan su risa. No podía creer que una mujer fuese capaz de crear ese tipo de cosas.
—¿Por qué tardas mucho?— un hombre en caballo blanco, interrumpió
—Mis disculpas mi señor, es solo que tendremos que seguir buscando en otro lugar, aquí no hay nada que pueda sernos de utilidad— aclaró descaradamente, frente a Sophia
—No tengo tiempo que perder. Nos llevamos cinco espadas y dos escudos. Este hombre pagará— le pedía a Sophia y pronto ella le daba lo que había pedido.
—Por favor tenga cuidado, están muy…— cuando intentaba terminar de hablar, aquel hombre en el caballo ya estaba derramando sangre de su mano, pues por descuido se había cortado con una de las espadas.
—¿Qué carajos?, estás espadas son más que simples armas— gritaba enojado
—Me disculpo, son espadas comunes pero deben ser tratadas con sumo cuidado, pues su corte es preciso, cuando tocan piel, escudo o armadura, lo traspasan— les explicaba.
Los ojos de los hombres quedaron asombrados y se miraban mutuamente. —Quiero pensar que tus armas y armaduras son muy caras, ¿cuánto será por lo que pedimos?— su rostro se mostraba preocupado
—Tan solo valen una moneda de oro cada espada y los escudos tres monedas de oro cada uno— respondió
—¿Estas loca mujer?, no pagaremos tanto por unas simples espadas— se quejaba el guardia
—Puedo demostrarles que valen la pena, si son hábiles en combate, podrían hacer una demostración aquí y verán a lo que me refiero— incitaba a los hombres
Los dos aceptaron lo dicho por Sophia y pronto ya estaban en guardia, ambos con escudo y espada en mano.
—¡Comiencen!— gritó la mujer