Kristen pertenece a una familia de asesinos y para poder sobrevivir tendrá que matar. Experimentará todo tipo de dolor hasta perderse a si misma, olvidará quien fue alguna vez y comenzará a matar a todos sin importar quienes sean.
Pesadillas, voces y un sujeto que siempre está a su lado. ¿Cómo será el final de Kristen?
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¿Amar?
Anne se movió de un lugar a otro preocupada por la habitación, temía dejar a su señorita sola y junto a esas escorias.
—Debió de negarse a ir. —Kristen negó, mientras seguía los movimientos de Anne con la mirada.
—¿Negarme? Era imposible Anne. Sentí como me quitaban todo el oxígeno, el líder de la familia es alguien a quien no se le niega nada. —Soltó un suspiro cansado. Recordó aquella sensación y un escalofrío recorrió todo su cuerpo.
—Oh Señor, protege a mi niña. —Anne cerró los ojos y juntó sus manos para rezar. Lo realizó en silencio. Solamente con las manos juntadas sobre su pecho.
«Toc, toc». Anne paró de rezar y fue a abrir la puerta. Era una empleada que siempre estaba con Ruth. Llevaba una caja en manos rojo y con adornos brillantes. Luego se lo entregó a Anne después de saludar.
—Lo envía la Señorita Ruth, es el vestido para el baile de mañana. La Señorita Kristen debe llevar un maquillaje fresco, para representar su noble pureza. Y que los accesorios no sean tan deslumbrantes.
Anne asintió recibiendo la caja, la mujer se alejó después de haber explicado todo.
—No te sientas triste, estaré bien. —«Eso espero», Kristen intentó calmar a Anne.
—Acuéstate, iré a buscar un aperitivo para ti. —Kristen se levantó del sillón y se subió a la cama. Se quedó dormida rápidamente.
Y desde temprano Kristen, ya estaba metida en la bañera. Muchos olores aromáticos y jabón perfumado. Después de un buen almuerzo, empezó Anne a peinarla. Un bello recogido, con las patillas risadas.
Anne le puso el vestido, un rosado pálido con adornos en las mangas en forma de lazo, las zapatillas de cristal y un collar con forma de corazón al igual que los pendientes. Maquillaje natural, sin mucho rubor y un gloss para labios.
—Se ve hermosa. —Anne sonrió analizando por completo su vestimenta.
—Gracias. ¿Ahora tengo que caminar con estos a la sala principal? —Kristen no estaba acostumbrada a usar zapatillas altas.
—¿Le incomodan? Podemos cambiarlos por los acostumbrados. —Kristen movió la cabeza en negación. Seguramente si se pusiera algo plano se vería mal y además, la culpa sería de quién la vistió.
Kristen llegó a la sala principal y se sentó en un sillón que había allí. Un momento después llegó Ruth, vestida en un hermoso rojo, con unos pendientes de cristal y una pulsera igual. Su escote muy expuesto.
—¿No sabes saludar? —Ruth parecía molesta, pero, antes de que iniciara una discusión, apareció Kristian Russen, en un traje negro, muy elegante y su pelo recogido en un moño alto, dejando su figura más marcada.
No son sólo rumores, cuando llaman al líder de los Russen, el hombre más guapo del imperio.
—¿Sucede algo? —Ellas negaron. Después Isabela entró detrás de su esposo, sorprendiéndose al ver a Kristen.
—¿Qué haces aquí? —Esa mirada… como Kristen odiaba que la mirasen de esa manera.
—No te preocupes, ella viene conmigo. —Era un acuerdo entre los esposos, cada uno traería a un hijo. Isabela llevó consigo a Ruth, normalmente Liam iba con Kristian Russen, sin embargo, no se encontraba en la capital en este momento. —Vamos, odio llegar tarde. —Comentó el hombre sonriendo de lado. «Se parece a Aine». Pensó Kristen al ver que era muy sonriente, a pesar del escalofrío que provocaba su presencia. Además, sus palabras sonaban suaves, aunque se notaba que estaban llenas de frialdad.
Subieron al carro y los caballos eran dirigidos por el jinete. Isabela mantenía la mirada fija en Kristen, preguntándose como su esposo pudo conocerla. Ella había alejado la habitación de Kristen, y donde tenía las prácticas no era un sitio donde Kristian frecuentaba.
Por otra arte, Kristen se sentía incómoda, su madre seguía mirándola con esos ojos llenos de ira y el líder de los Russen le sonreía con una mirada curiosa.
«Creo que soy la persona más maldita, que mala suerte tengo», Kristen se perdía en sus pensamientos en un intento de no prestar atención a esas miradas.
Unos padres sumamente extraños y despreciables, así también la «familia», unos asquerosos. Kristen formó en su rostro una mueca sin darse cuenta. Isabela la miró con mucho enojo.
—¿Y esos modales? ¿Así te comportarás frente a la realeza? ¿Nos quieres dejar en vergüenza? —Levantó su voz de a poco. Kristian Russen sentado a su lado ni se inmutó, continuó observando a Kristen como esperando su reacción. «¿Qué mira?», Kristen mordió su labio desde dentro.
—Lo siento, no estaba concentrada. —Kristen volteó su rostro a la ventana. Evitando mirar a Kristian y a su madre.
Ruth no habló, más bien permaneció perdida en su mundo. El líder carraspeó la garganta interrumpiendo a su esposa, quien iba a hablar.
—Eres muy rara. —Kristen no pudo creer lo que acababa de escuchar. —Bela, te he dicho que dejes de gritar ¿Cierto? Terminarás llena de arrugas. —Por mucho que sus palabras sonaron dulces, se notó la advertencia y también la incomodidad en como Isabela movió las manos, hizo entender mucho de lo que sucedía. —Tan bella. —Él formó una sonrisa y por un momento Kristen llegó a percibir su rostro inexpresivo, con una mirada fría sin esa sonrisa, solo por un momento, ya que, el volvió a sonreír como antes. «Este hombre es muy peligroso. Madre tiene miedo de él».
El cochero estacionó el carruaje, bajó el líder primero y después le ofreció la mano a su esposa para ayudarla.
Ruth y Kristen bajaron con la ayuda del cochero.
—Bienvenidos, familia Russen. —Las miradas se fijaron en la pareja que estaba entrando y muchos observaron con curiosidad a las jóvenes que iban detrás de ellos. Más, a una niña desconocida para el ojo público.
Kristen se sentó en un sillón mientras observaba cómo sus padres hablaban con otros rostros, Ruth también estaba en lo suyo, charlando con un apuesto joven.
El emperador ordenó parar la música y comenzó a dar un pequeño discurso.
—Hoy es un día bastante especial, el príncipe Xen Orión ll Ashford, ha llegado a la adultez y hoy es un gran día para celebrarlo. —Tomó una espada envuelta y se la entregó a su hijo delante de todos. El príncipe mostró una sonrisa cálida y con su mano derecha en su pecho hizo una reverencia ante el emperador. Los aplausos llenaron la sala.
La música volvió y Kristen observó al príncipe —su cabello rojo era atractivo— parado al lado del emperador y la emperatriz. Algunos nobles se acercaron a saludar al príncipe y entregaron sus presentes, así también los padres de Kristen presentaron una caja enorme, haciendo reverencia ante el emperador y la emperatriz y luego ante el príncipe heredero.
Kristen se estaba aburriendo un poco, no entendía la razón de estar en ese sitio, debido a que, no veía su utilidad allí. Además, sus pies le dolían bastante, era su primera vez usando zapatillas altas.
—¿Estás sola? —Una voz angelical la sacó de sus pensamientos. Miró al joven más o menos de su edad, acompañado de una chica de pelo corto. —Mi nombre es Uri, hijo del archiduque Aldrich. —El chico vestía algo sencillo, llevaba un pendiente azul en una oreja, su pelo castaño estaba bien peinado y sus ojos violetas eran hipnóticos.
—Soy Pers, Pers Dumont. —Ella habló informal, su cabello era de color miel y sus ojos cafés. Tenía pecas que le hacían ver tierna y vestía pantalón corto y camisa holgada, con tiras en el pantalón.
—Kristen Russen. —Se levantó de su asiento. Sin embargo, casi se caía, pero, fue sostenida por Uri.
—Deberías quitarte esos zapatos. —Señaló viendo los moretones en los pies pálidos de la chica.
Se volvió lesbi? O es bi?